La mejora de los Nets coincide con el resurgir de Paul Pierce

Nueva York, As
El pasado verano los Nets del multimillonario empresario Mikhail Prokhorov revolucionaron Brooklyn. El primer gran impacto tuvo lugar en el banquillo. Jason Kidd abandonaba las canchas (fue jugador de los Knicks el curso pasado) para cambiarse al otro equipo de Nueva York en calidad de primer entrenador. El bombazo fue seguido con las incorporaciones de cuatro veteranos jugadores de primer nivel: Kevin Garnett, MVP en 2004, Paul Pierce, MVP de las Finales en 2008, Andrei Kirilenko, all star en 2004 y Jason Terry, uno de los mejores sextos hombres de la última década y que fue traspasado antes del cierre del mercado de fichajes. Además de este esperanzador cambio de cromos, consiguieron retener en la franquicia a Deron Williams, Brook Lopez, Joe Johnson y Andray Blatche. Lógicamente, tal cantidad de jugadores ya contrastados les hizo exceder el límite salarial en más de 40 millones. Poco importaba con tal de convertirse en un candidato potencial al anillo.


Visto esto, si con algo no podían contar en Brooklyn a comienzos de temporada era con paciencia. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados. Cerraron el año con un balance de 10 victorias y 21 derrotas. Por el camino, Brook Lopez, su máximo anotador con 20,7 puntos por partido, dijo adiós al resto del curso tras sufrir una rotura en el quinto metatarsiano del pie derecho. Sin embargo no estaba todo perdido. El pobre nivel de la mayoría de equipos en el Este permitía que en el momento en que un equipo encadenase una racha positiva de resultados lograse situarse en puestos de playoffs. Dicho y hecho. Cinco victorias consecutivas a principios de enero les colocaron entre los ocho mejores de su Conferencia. Desde entonces, y pese a que no están destacando por la brillantez de su juego, Kidd ha sabido dar con la tecla para construir un bloque sólido. El 29-12 que lucen en este 2014 da garantías de ello.

El juego interior es el que más quebraderos de cabeza ha generado. A la inoportuna baja de Lopez hay que añadir el más que evidente declive físico mostrado por Garnett. A sus 37 años, el ala-pívot no ha conseguido encontrarse a gusto sobre el parqué. A esto hay que añadir que, como consecuencia de una lesión en la espalda, no salta a la cancha desde el pasado 27 de febrero. Ante tal circunstancia, Andray Blatche y un viejo conocido en la ACB, Mirza Telotovic, han respondido a este inesperado desafío con minutos de calidad, así como Mason Plumlee. Pese a todo, reforzaron su contundencia defensiva al poste con la contratación de Jason Collins.

Por fuera, Joe Johnson, aunque irregular en ocasiones, se ha erigido como referencia ofensiva. Deron Williams, lejos de aquel jugador que protagonizaba junto a Chris Paul los debates en torno a cuál era el mejor base de la Liga, acepta un rol menos protagonista que el que solía cumplir en New Jersey, anterior sede de los Nets. Shaun Livingston y Alan Anderson, ex del Barcelona, están respondiendo con garantías. Sin embargo, el hombre que, una vez completado su proceso adaptación, se ha convertido en el líder espiritual del equipo sobre la cancha no es otro que Paul Pierce.

Tras toda una vida en Boston (ni más ni menos que quince temporadas), ‘The Truth’ vive su primera aventura fuera del Garden con 36 años. En los primeros compases no se sintió del todo cómodo en su nuevo equipo. No acaparaba los galones en el juego que acostumbraba a tener en los de Massachusetts, circunstancia a la que siempre resulta complicado adaptarse. No obstante, el transcurrir de los meses ha permitido que el ‘34’ se vaya encontrando cada vez más hecho a su nuevo rol. Ha experimentado una suerte de reciclaje que le ha ido otorgando una influencia cada vez mayor en el juego de Brooklyn.

En ataque, pese a que ya no todos los balones pasan por sus manos, sigue siendo fundamental en los momentos decisivos. Un jugador con su expriencia y clase siempre es una amenaza para cualquier defensa rival. Esta atención extra que genera resulta, a su vez, beneficiosa para el resto de sus compañeros, a los que no duda en surtir con balones cuando las torres del equipo contrario le cierran el camino al aro. Es en ese momento cuando Pierce lee como pocos hacen las ayudas para encontrar al hombre libre.

Su veteranía, pese a su escasez de centímetros, y las lesiones que han azotado el juego interior de los de Kidd, han forzado a que dé un paso adelante en defensa. Como en el partido de la pasada madrugada ante los Timberwolves, se viene emparejando con los cuatro rivales, frente a los que no se intimida a la hora establecer contacto.

Este tipo de detalles son los que demuestran el total compromiso de un jugador con el equipo. Puede que sus números hayan descendido notablemente en la faceta anotadora. De los 18,6 en su último curso en los Celtics y los 21,3 puntos de media en su carrera ha pasado a convertir 13,7 tantos en los Nets. Sin embargo, existen dos datos que explican esta bajada sin hacer caer en los alarmismos que vislumbran ya su inevitable declive declive, el cual, como en toda carrera deportiva, acabará por llegar (quizá el caso de Garnett sirva como paradigma).

Ahora que los Nets están inmersos con Raptors y Bulls en la batalla por acabar con en el factor campo a favor de cara a la primera ronda de la postemporada, el alero ha aumentado su producción en casi cuatro puntos (17,5) en los seis últimos compromisos. Además en los dos últimos enfrentamientos fue el jugador que asumió el protagonismo ofensivo en los primeros minutos (acabó el primer cuarto con 17 ante los Cavs y 16 ante los Timberwolves). De esta manera, evita en parte que la presión recaiga sobre el resto de sus compañeros; lo que les permite llegar más frescos y lúcidos a los momentos decisivos, en los que, por supuesto, estará también allí para contribuir y aportar en lo que sea necesario.

El segundo aspecto que niega su inminente cuesta abajo parte de la favorable evolución que experimenta su hoja estadística en los últimos meses. Si bien en diciembre, su peor mes, apenas anotó el 35,4% de los tiros de campo que intentó, en febrero registró un más que aceptable 49,6%. Porcentaje mejorado en este último mes de marzo al situarse en un 51,1%. No solo selecciona mejor sus tiros y ejerce un liderazgo alejado de los focos, sino que cuida mejor el balón. Sus pérdidas en febrero (1,2) y marzo (2) son inferiores a su promedio a lo largo de todo el curso (2,1). Todo ello, con menos minutos en cancha que en los tres meses iniciales de la competición.

Pierce guarda fuerza de cara a los playoffs, en los que los Nets, si bien se encuentran, en teoría, lejos de poder discutir a Pacers (ninguna victoria ante los de Vogel esta campaña) y a los Heat (LeBron y compañía van 3-0 abajo en su serie particular con los neoyorquinos) la supremacía en el Este, los de Brooklyn pueden suponer un molesto dolor de muelas. Y mientras tanto, en Nueva York desean que Paul Pierce (agente libro el próximo verano) renueve su contrato, en Boston se frotan los ojos con un hipotético regreso, que el propio alero ya dejó entrever.

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