Gareth Bolt
J. I. GARCÍA-OCHOA
VALENCIA, Marca
Los aficionados del Real Madrid se llevaron las manos a la cabeza. También los del Barcelona. Emocionados los blancos. Incrédulos los culés. Acababan de ser testigos de una jugada histórica. Fue algo más que un gol que decidía un título, que no es poco. Gareth Bale acababa de protagonizar una de las acciones más espectaculares de todos los tiempos. Una carrera memorable que terminó con una definición fantástica. Un gol para la leyenda.
Andaba el Madrid moribundo, aún en shock tras el empate del Barça. Pedían a gritos la prórroga los blancos cuando Coentrao sacó un balón desde atrás y se la puso en largo a Bale, que se tiró un autopase kilométrico. Era el minuto 84' y dio la sensación de que se inmolaba ante semejante idea. Pero Bale, Usain Bale, arrancó. Y ya nadie le pudo frenar.
Bartra, que tenía no menos de dos metros de ventaja, se vio atropellado desde el mismo instante en el que el galés empezó a galopar. Intentó parar la carrera con falta y le sacó del campo. Por lo menos dos metros. Pero Bale tiró de piernas y se recuperó pese al volantazo. En una demostración de potencia descomunal recorrió 60 metros en cinco segundos y llegó a ese balón que se había tirado hacia delante de manera desesperada. Vaya sí llegó. Le dio tiempo a controlarlo y a enfilar hacia la meta de Pinto, al que batió con un sutil toque. Acariciando la pelota, Bale puso la rúbrica a la jugada de su vida.
Y siguió corriendo. Para celebrar el gol en el córner, tirado al suelo, junto a los aficionados del Barcelona, en silencio, alucinados ante la jugada de ese fichaje que tanto había criticado y comparado con Neymar.
La sonrisa de Florentino en el palco también era para verla. "Hemos fichado a Bale para finales como ésta", se había comentado en los pasillos del Santiago Bernabéu durante la semana. El galés cumplió y amortizó con su carrera los 92 millones de euros. El precio en su etiqueta ya no llama tanto la atención. Y en el Madrid ya no duele ni un poquito.
Canta los 20
Bale, que marcó ayer su gol número 20 de la temporada, había tenido hasta cuatro ocasiones para marcar. Las dos primeras nada más comenzar el partido. Las dos siguientes, justo tras el descanso. La afición incluso andaba algo desesperado con él por ser demasiado individualista. Estaba claro que el galés quería ser el héroe del partido. Y lo logró. Vaya sí lo logro...
Al final del encuentro, aún sin aire por su sprint, escuchó cómo la grada coreaba su nombre por primera vez. Y Ramos le besó. Y Benzema le tiró al suelo e Illarra lo levantó. Y Pepe le cogió de la cintura y le subió al cielo de Valencia. De donde ya no se bajará jamás tras firmar una de las jugadas más espectaculares que se recuerdan en la historia del fútbol español.
VALENCIA, Marca
Los aficionados del Real Madrid se llevaron las manos a la cabeza. También los del Barcelona. Emocionados los blancos. Incrédulos los culés. Acababan de ser testigos de una jugada histórica. Fue algo más que un gol que decidía un título, que no es poco. Gareth Bale acababa de protagonizar una de las acciones más espectaculares de todos los tiempos. Una carrera memorable que terminó con una definición fantástica. Un gol para la leyenda.
Andaba el Madrid moribundo, aún en shock tras el empate del Barça. Pedían a gritos la prórroga los blancos cuando Coentrao sacó un balón desde atrás y se la puso en largo a Bale, que se tiró un autopase kilométrico. Era el minuto 84' y dio la sensación de que se inmolaba ante semejante idea. Pero Bale, Usain Bale, arrancó. Y ya nadie le pudo frenar.
Bartra, que tenía no menos de dos metros de ventaja, se vio atropellado desde el mismo instante en el que el galés empezó a galopar. Intentó parar la carrera con falta y le sacó del campo. Por lo menos dos metros. Pero Bale tiró de piernas y se recuperó pese al volantazo. En una demostración de potencia descomunal recorrió 60 metros en cinco segundos y llegó a ese balón que se había tirado hacia delante de manera desesperada. Vaya sí llegó. Le dio tiempo a controlarlo y a enfilar hacia la meta de Pinto, al que batió con un sutil toque. Acariciando la pelota, Bale puso la rúbrica a la jugada de su vida.
Y siguió corriendo. Para celebrar el gol en el córner, tirado al suelo, junto a los aficionados del Barcelona, en silencio, alucinados ante la jugada de ese fichaje que tanto había criticado y comparado con Neymar.
La sonrisa de Florentino en el palco también era para verla. "Hemos fichado a Bale para finales como ésta", se había comentado en los pasillos del Santiago Bernabéu durante la semana. El galés cumplió y amortizó con su carrera los 92 millones de euros. El precio en su etiqueta ya no llama tanto la atención. Y en el Madrid ya no duele ni un poquito.
Canta los 20
Bale, que marcó ayer su gol número 20 de la temporada, había tenido hasta cuatro ocasiones para marcar. Las dos primeras nada más comenzar el partido. Las dos siguientes, justo tras el descanso. La afición incluso andaba algo desesperado con él por ser demasiado individualista. Estaba claro que el galés quería ser el héroe del partido. Y lo logró. Vaya sí lo logro...
Al final del encuentro, aún sin aire por su sprint, escuchó cómo la grada coreaba su nombre por primera vez. Y Ramos le besó. Y Benzema le tiró al suelo e Illarra lo levantó. Y Pepe le cogió de la cintura y le subió al cielo de Valencia. De donde ya no se bajará jamás tras firmar una de las jugadas más espectaculares que se recuerdan en la historia del fútbol español.