El fútbol brasileño, una cuna de talentos hundida en un mar de problemas
Río de Janeiro, AFP
“Con los jugadores que se producen aquí, Brasil debería tener el mejor campeonato del mundo”, dijo recientemente Clarence Seedorf, en el carioca Botafogo hasta 2013: el holandés resumía así la paradoja de un fútbol brasileño que es cuna de talentos pero está plagado de obstáculos.
Pese al prestigio de la Seleçao y el dominio continental (de las 10 últimas Libertadores seis victorias fueron brasileñas), el país del “futebol”, pentacampeón del mundo, padece de varios males a pocos días de la apertura del campeonato nacional, el “Brasileirao”, este viernes 19, y a menos de dos meses del Mundial en casa.
Racismo, violencia
Casos de racismo en estadios estallan casi todos las semanas en este país, donde la mayoría de la población es mulata. La presidenta Dilma Rousseff recibió a mediados de marzo a dos víctimas de racismo y luego hubo sanciones, muy dispares.
El club Esportivo de Veranopolis fue sancionado con la pérdida de nueve puntos, lo cual le hizo caer a la segunda división del campeonato “gaúcho” (del estado de Rio Grande do Sul, sur de Brasil), luego de que un árbitro hallara bananas sobre su coche, que también fue vandalizado.
El club de Mogi Mirim, dirigido por el Balón de Oro 1999 Rivaldo, recibió por su lado una multa de unos 11.200 dólares tras insultos racistas de hinchas contra un jugador del Santos.
El ministro de Deporte, Aldo Rebelo, propuso “prohibir la entrada a los estadios” de los autores de actos racistas.
También hay casos de violencia física, como la pelea en el estadio de Joinville (Santa Catarina, sur) a fines de 2013, justo después del sorteo del Mundial-2014, o la invasión del campo de entrenamiento del Corinthians el 1 de febrero por parte de un centenar de hinchas violentos del propio club.
Finanzas
La deuda de los clubes ha explotado. Un proyecto de ley, Proforte, busca la renegociación de sus deudas (y también las deudas de las federaciones de cada estado) con el gobierno federal. Proforte indica que los 25 mayores clubes acumulan una deuda de 2.000 millones de dólares, contra ingresos de 1.240 millones de dólares.
Brasil, octavo del mundo en términos de ingresos de clubes, solo posee el onceavo valor de mercado en efectivos de jugadores, sobre todo a raíz de las copropiedades opacas sobre los jugadores.
El Bom Senso FC (BFC, FC Sentido Común), un colectivo de jugadores que reclama reformas, propuso un sistema de fair-play financiero, inspirado en el modelo europeo. La Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) rechina, pero hay diputados que les apoyan.
Calendario
Entre los campeonatos de cada estado (de mediados de enero a mediados de abril), el campeonato nacional (de mediados de abril a comienzos de diciembre), la Copa de Brasil y las copas continentales, el calendario es demencial para un puñado de clubes, los mayores. Aunque algunos partidos se disputan durante las fechas Fifa, privando a esos clubes de sus internacionales.
Pero de 684 clubes profesionales, 583 no poseen calendario anual y solo disputan 19 encuentros; 82% de los jugadores se hallan entonces desempleados al menos durante seis meses. El FC Bom Senso lo recordó durante las finales de los campeonatos estatales el domingo, al desplegar una banderola que leía: “Final de campeonato: 1 campeón, 500 clubes sin actividad y 12.000 desempleados”.
“La lucha principal es por los pequeños equipos, porque lo que pasa es que sus jugadores, que ganan menos, no son pagados, y todo trabajo merece un salario”, confió a la AFP el centrocampista Elano, internacional de Flamengo.
En octubre pasado, la CBF aprobó una reforma para 2015, con la introducción de una pre-temporada de un mes, la garantía de 30 días de vacaciones para los jugadores y un límite a la cantidad de partidos por mes y por año.
Afluencia
Es cierto, la pasión sigue presente. Pero Brasil, con
sus 200 millones de habitantes, solo ocupa el 18º lugar mundial en términos de promedio de espectadores, detrás de países como Estados Unidos o Australia.
Los partidos del campeonato brasileño acogen a cerca de 13.000 personas en promedio, una cifra que cae a 2.500 para los campeonatos estatales.
Una muestra de ejemplo: el clásico Fla-Flu del 8 de febrero solo atrajo a 18.000 espectadores y el estadio Maracaná, que puede albergar a hasta 74.000, parecía vacío. La entrada más barata costaba 100 reales.
Exodo
En parte a raíz de todo esto, Brasil no consigue retener a sus jóvenes talentos, por ejemplo a Neymar, que partió al FC Barcelona desde el Santos, donde Pelé tuvo todos sus años de gloria. Según las últimas cifras del Centro Internacional de Estudios del Deporte (CIES), basado en Suiza, Brasil era por lejos en 2012 el primer proveedor mundial de jóvenes jugadores para Europa, con 515 futbolistas, lejos por delante de Francia (269), Serbia (205) o Argentina (188).
“Con los jugadores que se producen aquí, Brasil debería tener el mejor campeonato del mundo”, dijo recientemente Clarence Seedorf, en el carioca Botafogo hasta 2013: el holandés resumía así la paradoja de un fútbol brasileño que es cuna de talentos pero está plagado de obstáculos.
Pese al prestigio de la Seleçao y el dominio continental (de las 10 últimas Libertadores seis victorias fueron brasileñas), el país del “futebol”, pentacampeón del mundo, padece de varios males a pocos días de la apertura del campeonato nacional, el “Brasileirao”, este viernes 19, y a menos de dos meses del Mundial en casa.
Racismo, violencia
Casos de racismo en estadios estallan casi todos las semanas en este país, donde la mayoría de la población es mulata. La presidenta Dilma Rousseff recibió a mediados de marzo a dos víctimas de racismo y luego hubo sanciones, muy dispares.
El club Esportivo de Veranopolis fue sancionado con la pérdida de nueve puntos, lo cual le hizo caer a la segunda división del campeonato “gaúcho” (del estado de Rio Grande do Sul, sur de Brasil), luego de que un árbitro hallara bananas sobre su coche, que también fue vandalizado.
El club de Mogi Mirim, dirigido por el Balón de Oro 1999 Rivaldo, recibió por su lado una multa de unos 11.200 dólares tras insultos racistas de hinchas contra un jugador del Santos.
El ministro de Deporte, Aldo Rebelo, propuso “prohibir la entrada a los estadios” de los autores de actos racistas.
También hay casos de violencia física, como la pelea en el estadio de Joinville (Santa Catarina, sur) a fines de 2013, justo después del sorteo del Mundial-2014, o la invasión del campo de entrenamiento del Corinthians el 1 de febrero por parte de un centenar de hinchas violentos del propio club.
Finanzas
La deuda de los clubes ha explotado. Un proyecto de ley, Proforte, busca la renegociación de sus deudas (y también las deudas de las federaciones de cada estado) con el gobierno federal. Proforte indica que los 25 mayores clubes acumulan una deuda de 2.000 millones de dólares, contra ingresos de 1.240 millones de dólares.
Brasil, octavo del mundo en términos de ingresos de clubes, solo posee el onceavo valor de mercado en efectivos de jugadores, sobre todo a raíz de las copropiedades opacas sobre los jugadores.
El Bom Senso FC (BFC, FC Sentido Común), un colectivo de jugadores que reclama reformas, propuso un sistema de fair-play financiero, inspirado en el modelo europeo. La Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) rechina, pero hay diputados que les apoyan.
Calendario
Entre los campeonatos de cada estado (de mediados de enero a mediados de abril), el campeonato nacional (de mediados de abril a comienzos de diciembre), la Copa de Brasil y las copas continentales, el calendario es demencial para un puñado de clubes, los mayores. Aunque algunos partidos se disputan durante las fechas Fifa, privando a esos clubes de sus internacionales.
Pero de 684 clubes profesionales, 583 no poseen calendario anual y solo disputan 19 encuentros; 82% de los jugadores se hallan entonces desempleados al menos durante seis meses. El FC Bom Senso lo recordó durante las finales de los campeonatos estatales el domingo, al desplegar una banderola que leía: “Final de campeonato: 1 campeón, 500 clubes sin actividad y 12.000 desempleados”.
“La lucha principal es por los pequeños equipos, porque lo que pasa es que sus jugadores, que ganan menos, no son pagados, y todo trabajo merece un salario”, confió a la AFP el centrocampista Elano, internacional de Flamengo.
En octubre pasado, la CBF aprobó una reforma para 2015, con la introducción de una pre-temporada de un mes, la garantía de 30 días de vacaciones para los jugadores y un límite a la cantidad de partidos por mes y por año.
Afluencia
Es cierto, la pasión sigue presente. Pero Brasil, con
sus 200 millones de habitantes, solo ocupa el 18º lugar mundial en términos de promedio de espectadores, detrás de países como Estados Unidos o Australia.
Los partidos del campeonato brasileño acogen a cerca de 13.000 personas en promedio, una cifra que cae a 2.500 para los campeonatos estatales.
Una muestra de ejemplo: el clásico Fla-Flu del 8 de febrero solo atrajo a 18.000 espectadores y el estadio Maracaná, que puede albergar a hasta 74.000, parecía vacío. La entrada más barata costaba 100 reales.
Exodo
En parte a raíz de todo esto, Brasil no consigue retener a sus jóvenes talentos, por ejemplo a Neymar, que partió al FC Barcelona desde el Santos, donde Pelé tuvo todos sus años de gloria. Según las últimas cifras del Centro Internacional de Estudios del Deporte (CIES), basado en Suiza, Brasil era por lejos en 2012 el primer proveedor mundial de jóvenes jugadores para Europa, con 515 futbolistas, lejos por delante de Francia (269), Serbia (205) o Argentina (188).