Crónica del descenso anunciado
Un gol de penalti de Carlos Vela certifica la clasificación de la Real para competiciones europeas el día que el Betis confirmó su descenso.
Sevilla, As
"El día que lo iban a descender, el Betis se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar al buque en el que llegaba el obispo”. Valgan estas líneas al mismo tiempo para contar lo que pasó en un partido sin historia, al menos para el Betis, y para homenajear al recimientemente fallecido Gabriel García Márquez., Pues así, con los protagonistas y algún verbo cambiado, comienza una de sus obras más conocidas, Crónica de una Muerte Anunciada: crónica de un descenso anunciado, el del Real Betis Balompié, que perdió otro partido más a manos de una Real que, con la victoria, consuma su clasificación europea con la esperanza, difusa y lejana, de que sea aún para la Champions.
Hace semanas que el respetable del Villamarín conocía o intuía que su equipo iba a pegar el Segundazo, pero que el Getafe ganar al Málaga precipitó el fin y aunque se impuso el Manquepierda (gritos de Betis, Betis antes), la gente pidió la dimisión de la directiva antes, durante y después de que balón comenzara a rodar.
Y la Real vistió de azul marino casi negro, de luto, para despedir otra vez a los verdiblancos (la undécima, los que más junto a Málaga y Murcia) de la Primera División. Jugar bien, no demasiado, aunque fueron Vela y Griezmann los que amasaron las mejores ocasiones de una primera parte jugada al tran-tran, como convenía a un encuentro sin historia desde el principio, en la que sorprendió la titularidad del uruguayo Braian Rodríguez en el Betis. Sus dos o tres intervenciones, remates sin peligro, fueron el escaparate de la lamentable planificación y temporada verdiblancas. ¿O qué creían, dirigentes?
Pero con la llegada del segundo tiempo, lo inevitable se hizo carne. Un penalti absurdo de Juan Carlos sobre Vela (pudo suponer la segunda amarilla) fue transformado por el propio jugador mexicano antes de que Griezmann pudiese ampliar el marcador con un balón al palo. El Betis era poco, o menos, entre los zarandeos públicos de su afición, que abucheó a la mayoría de sus jugadores (se salvaron Adán, N’Diaye y los canteranos) y su propia incapacidad para crear siquiera una ocasión de peligro más allá de alguna disparo centrado del de siempre, Rubén Castro.
El partido terminó con balones al insulsos al área de la Real, que consuma también con la victoria su clasificación para la próxima Europa League.
Sevilla, As
"El día que lo iban a descender, el Betis se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar al buque en el que llegaba el obispo”. Valgan estas líneas al mismo tiempo para contar lo que pasó en un partido sin historia, al menos para el Betis, y para homenajear al recimientemente fallecido Gabriel García Márquez., Pues así, con los protagonistas y algún verbo cambiado, comienza una de sus obras más conocidas, Crónica de una Muerte Anunciada: crónica de un descenso anunciado, el del Real Betis Balompié, que perdió otro partido más a manos de una Real que, con la victoria, consuma su clasificación europea con la esperanza, difusa y lejana, de que sea aún para la Champions.
Hace semanas que el respetable del Villamarín conocía o intuía que su equipo iba a pegar el Segundazo, pero que el Getafe ganar al Málaga precipitó el fin y aunque se impuso el Manquepierda (gritos de Betis, Betis antes), la gente pidió la dimisión de la directiva antes, durante y después de que balón comenzara a rodar.
Y la Real vistió de azul marino casi negro, de luto, para despedir otra vez a los verdiblancos (la undécima, los que más junto a Málaga y Murcia) de la Primera División. Jugar bien, no demasiado, aunque fueron Vela y Griezmann los que amasaron las mejores ocasiones de una primera parte jugada al tran-tran, como convenía a un encuentro sin historia desde el principio, en la que sorprendió la titularidad del uruguayo Braian Rodríguez en el Betis. Sus dos o tres intervenciones, remates sin peligro, fueron el escaparate de la lamentable planificación y temporada verdiblancas. ¿O qué creían, dirigentes?
Pero con la llegada del segundo tiempo, lo inevitable se hizo carne. Un penalti absurdo de Juan Carlos sobre Vela (pudo suponer la segunda amarilla) fue transformado por el propio jugador mexicano antes de que Griezmann pudiese ampliar el marcador con un balón al palo. El Betis era poco, o menos, entre los zarandeos públicos de su afición, que abucheó a la mayoría de sus jugadores (se salvaron Adán, N’Diaye y los canteranos) y su propia incapacidad para crear siquiera una ocasión de peligro más allá de alguna disparo centrado del de siempre, Rubén Castro.
El partido terminó con balones al insulsos al área de la Real, que consuma también con la victoria su clasificación para la próxima Europa League.