Cristina Kirchner se queda sola

La presidenta de Argentina afronta su segunda huelga general debilitada por la crisis
Sus antiguos aliados del sindicalismo le han dado la espalda y han paralizado el país

Buenos Aire, El Mundo
La huelga general de este jueves en Argentina ha complicado aún más la Presidencia de Cristina Kirchner, que ya afronta una difícil recta final de mandato con estancamiento económico y conflicto social. Y, por si no bastara con ello, ha debido soportar que sus antiguos aliados del sindicalismo le paralicen el país.


La ausencia total de transportes públicos -bus, metro, tren y hasta aviones- resultó decisiva en Buenos Aires para que la medida de fuerza resultara contundente. La ciudad estuvo semivacía como un domingo o un festivo. Sólo abrieron sus puertas algunos centros comerciales y restaurantes. Únicamente circulaban coches particulares, taxis y bicicletas en una jornada de otoño templado. En las principales capitales de provincias ocurría lo mismo.

Unos 50 piquetes sitiaron la capital cortando las autopistas para impedir el paso a los coches y taxis. En la panamericana (norte), los piqueteros y los gendarmes se enfrentaron y hubo varios heridos leves. Las centrales Confederación General del Trabajo (CGT) y Central de Trabajadores Argentinos (CTA) valoraron positivamente la protesta. "El seguimiento ha sido muy fuerte en todo el país. Hay millones de trabajadores que han parado", afirmaron.

'Contra el ajuste y la inflación', fue la principal consigna de las centrales. Además exigieron convenios laborales que alcancen la subida del IPC -el cuarto más alto del mundo detrás de Venezuela, Sudán e Irán-, reducción del impuesto a las ganancias; plus de emergencia a jubilados, y más seguridad ciudadana ante la ola de crímenes.

La presidenta guardó silencio hasta la media tarde. El jefe de gabinete de Ministros, Jorge Capitanich, intentó desmerecer la protesta diciendo que más que una huelga ha sido "un gran piquete nacional con paro de transporte". Y acusó a los piqueteros que bloquearon las autopistas de querer "sitiar las ciudades como hacían los señores feudales en la Edad Media".

Previamente, un grupo de altos cargos cristinistas emitieron un comunicado público. "El derecho de huelga es un derecho que asiste a todos los trabajadores por imperio de la Constitución. Hay derecho de huelga, pero no de chantaje ni de extorsión", proclamaron.

Ésta es la segunda huelga general contra Cristina Kirchner. La primera fue en 2012 y parecía fortalecer la figura del sindicalista peronista Hugo Moyano, que era aliado de los Kirchner -a Néstor (marido de la presidenta) no le hizo ninguna huelga-. Ahora ha decidido declararle la guerra a la presidenta.

Argentina sufre una desaceleración de la economía y el consumo. Junto a una rampante inflación que carcome el poder adquisitivo de los salarios. Mientras, el gobierno retira subsidios a los servicios y hay tarifazos de 500% en la factura del gas; el agua, hasta 406%; y 66%, el transporte.

Este es un año caliente que arrancó en enero con la devaluación del peso y un bestial aumento de los precios, sobre todo, de alimentos. Los sindicatos exigen un 35% anual de subida salarial en los convenios laborales, en un intento de alcanzar al ipc. Pero las empresas y la administración ofrecen menos.

Hasta ahora sólo han cerrado sus convenios los gremios del sector metal-mecánico, comercio, banca y docentes. En porcentajes por debajo del 30% anual, a percibir en cuotas. Incluso para forzar los profesores bonaerenses presionaron con una huelga de 16 días sin impartir clases.

Además de esta segunda huelga general, la presidenta Fernández ha afrontado siete caceroladas, protestas espontáneas de vecinos que saltan a las calles a batir cacerolas y sartenes. Aún le restan 19 meses en la Casa Rosada y en diciembre de 2015 finalizará su segundo mandato

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