Bruselas alerta de caídas en el PIB europeo si se castiga más a Rusia

Las economías más expuestas a Moscú registrarían descensos superiores al 1%

Lucía Abellán
Bruselas, El País
Bruselas prepara el terreno por si la confrontación con Rusia se agudiza. La Comisión Europea está evaluando el impacto que tendría en los países miembros infligir un mayor castigo al presidente ruso, Vladímir Putin, por la anexión de Crimea. Los expertos concluyen que, aunque Moscú se llevaría la peor parte, el perjuicio para Europa no sería nada desdeñable, según explican fuentes comunitarias a partir de un informe restringido con datos preliminares. El PIB anual de los 28 países sufriría caídas del 0,5% si las exportaciones comunitarias a Rusia se redujeran a la mitad, uno de los supuestos más claros de la siguiente tanda de sanciones contra Moscú.


El Ejecutivo comunitario trabaja desde hace días en la llamada fase tres de las represalias hacia Rusia, un escenario diplomático aún por definir —no se sabe qué lo desencadenaría ni las medidas previstas—, con consecuencias muy inciertas. Los líderes de la UE advierten constantemente a Rusia de que tiene mucho que perder si tensa la cuerda con Europa, pero eluden añadir que también el continente saldría dañado de la contienda. Porque esa pérdida media del 0,5% del PIB (63.556 millones de la riqueza europea conjunta, equivalente a todo el déficit público español, aunque las cantidades varían mucho por países) subiría por encima del 1% para los países que tienen mayores vínculos comerciales y financieros con Moscú: los bálticos, Chipre, Polonia, Finlandia, República Checa, Eslovaquia y Hungría.

Con estos datos, Bruselas trata de dejar patente su escaso apetito por entrar en guerra comercial con Rusia tras la modificación de las fronteras ucranias que provocó Putin al anexionarse Crimea. Las sanciones comerciales y el veto a la energía rusa —petróleo y gas— dañarían a una Europa que apenas deja atrás la recesión, aunque los socios comunitarios también saben que ese momento puede llegar. “Si Rusia invadiera algún territorio más, iríamos a la fase tres, sin divisiones”, aventuran esas fuentes comunitarias, que creen que el aislamiento económico a Rusia se aplicaría de forma coordinada con Estados Unidos. Así ha ocurrido con las dos fases anteriores de sanciones adoptadas hasta el momento, que incluyen la suspensión de cumbres de alto nivel, la interrupción de negociaciones comerciales y el veto a la entrada en Europa y Estados Unidos de una lista de personas, a las que también se congelan sus activos.

El informe desgrana otros muchos datos que desaconsejan la estrategia de confrontación. Aunque en términos relativos el daño es mayor para Rusia, el volumen de lo que Europa importa de Rusia (115.000 millones de euros) duplica las ventas de productos comunitarios en territorio ruso (66.000 millones de euros. La UE tendría que buscar alternativas para esos productos que ahora recibe de Moscú y probablemente enfrentarse a represalias similares hacia los bienes europeos. Alemania encabeza la lista de países que más exportan a Moscú y también la de los mayores inversores.

Más complejo resulta el abastecimiento energético. Por encima incluso del gas, Europa depende del petróleo ruso (un 35% de las importaciones de crudo provienen de ese país, con 11 países por encima del 40% y algunos, en el 100%). Los países más dependientes podrían aguantar una hipotética quiebra de los intercambios mediante reservas. El informe comunitario asegura que la UE dispone de reservas para siete meses, pero no se pueden extraer inmediatamente y, sobre todo, canalizarlas hacia donde son necesarias.

¿Y cuáles son las alternativas? El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, mantuvo este miércoles mismo una reunión con la alta representante para la Política Exterior, Catherine Ashton, y otros miembros de la Comisión Europea para explorar soluciones. El grupo concluyó que la capacidad estadounidense para exportar gas natural licuado “beneficiará a Europa y a otros socios estratégicos” y urgió a terminar el corredor del sur, que permitirá canalizar el gas del mar Caspio y de Oriente Próximo hacia la UE. Pero ninguno de los dos objetivos será inmediato: el gas norteamericano tardará al menos dos o tres años (y está por ver que el precio sea atractivo); el corredor del sur, cuatro o cinco. En ese contexto, resulta más aconsejable llevarse bien con Rusia.

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