Un tratado de impotencia
El Barça se suicida en la Liga a falta de 11 jornadas. El Valladolid le da un señor repaso al equipo de Martino. Rossi firma el gol del equipo pucelano.
Valladolid, As
El Barcelona tiró la Liga perpetrando una de las actuaciones más lamentables que se le recuerdan en los últimos tiempos. Habría que remontarse a la nigromancia futbolítica culé, es decir a la época de Gaspart, para recordar un ejercicio de impotencia como el de ayer en Zorrilla. Un desastre que coincidió con el hermoso despliegue de un Valladolid que se resiste a hundirse en el pozo y que ganó más que merecidamente a los barcelonistas por 1-0.
El equipo pucelano le dio toda una lección al Barça sobre todo aquello que le falta al equipo de Martino: Capacidad de sufrimiento, fe, confianza, solidaridad, intensidad y paro aquí porque podría estar hasta mañana elogiando a un equipo que más allá del desastre barcelonista, jugó un partidazo desde el portero hasta el delantero centro pasando por el repaso táctico desde el banquillo. Pero por mucho partidazo que juegue el Valladolid, lo del Barça es de juzgado de guardia. Un suicidio en toda regla.
El Barça decidió ayer irse de la Liga a falta de once jornadas para el final del campeonato y dimitir como equipo dando la razón a todos esos elementos conspiradores que hace tiempo que denunciaban que el emperador iba desnudo por la calle.
Y esta vez, la culpa no se le puede cargar únicamente en el debe de Martino, que como máximo responsable del grupo va a salir tarifando por esto ante su incapacidad para motivar a un grupo de jugadores aburguesados. Esta vez, los que salen retratados en la foto son unos futbolistas que hace tiempo que viven del pasado, que deambulan por el campo y que se miran buscando un líder que les saque del lío. No lo encuentran ni lo encontrarán. Todos han dimitido, se han ido, piensan en irse o están agazapados en una trinchera esperando que escampe el temporal. Una galerna que, salvo milagro o inconsciencia de los dirigentes, debería llevarse por delante a muchos de los que ofrecieron ayer una imagen paupérrima no ya a nivel de equipo, sino a nivel personal. Este equipo ha sido enorme y un día tenía que acabarse como se acaba todo. Ese día puede que haya llegado y que ahora la gente se lamente de que no se haya hecho el relevo generacional a tiempo, pero también hay que tener en cuenta que nadie ha mantenido un ciclo como el del Barça, que dimitido de la Liga, debe regresar ahora a los esfuerzos cortos de las competiciones por eliminatorias mientras convive con una revolución que ha dejado pendiente mucho tiempo. Ahora es el momento de hacerla. Los jugadores, más fácil no lo podían poner.
De cabo a rabo, el partido de ayer fue del Valladolid, cuyos jugadores ganaron todos sus duelos individuales a los del Barcelona. Únicamente creó peligro Messi en alguna galopada solitaria, pero el guión del juego estuvo en manos del Valladolid. Ni el hecho de que Rossi marcara tan pronto, minuto 17, espoleó a un equipo muerto. Siguió el Valladolid dominando el campo ante un Barça inane, que fallaba en la conducción, en el planteamiento, en la lucha y en el remate como evidenció Neymar en una jugada que pudo dar algo de aire a los blaugrana.
El Valladolid, que salió al inicio de la segunda parte absolutamente aculado lo pasó mal durante un cuarto de hora mal contado. Luego, mandó en el partido ante un Barça que casi ni inquietó a Mariño y que jugaba cada vez peor tras cada sustitución que se llevaba a cabo. Un desastre en toda regla que abre la Caja de Pandora de un equipo que ya ha tirado la Liga. El invierno ha llegado al Camp Nou.
El Barcelona tiró la Liga perpetrando una de las actuaciones más lamentables que se le recuerdan en los últimos tiempos. Habría que remontarse a la nigromancia futbolítica culé, es decir a la época de Gaspart, para recordar un ejercicio de impotencia como el de ayer en Zorrilla. Un desastre que coincidió con el hermoso despliegue de un Valladolid que se resiste a hundirse en el pozo y que ganó más que merecidamente a los barcelonistas por 1-0.
El equipo pucelano le dio toda una lección al Barça sobre todo aquello que le falta al equipo de Martino: Capacidad de sufrimiento, fe, confianza, solidaridad, intensidad y paro aquí porque podría estar hasta mañana elogiando a un equipo que más allá del desastre barcelonista, jugó un partidazo desde el portero hasta el delantero centro pasando por el repaso táctico desde el banquillo. Pero por mucho partidazo que juegue el Valladolid, lo del Barça es de juzgado de guardia. Un suicidio en toda regla.
El Barça decidió ayer irse de la Liga a falta de once jornadas para el final del campeonato y dimitir como equipo dando la razón a todos esos elementos conspiradores que hace tiempo que denunciaban que el emperador iba desnudo por la calle.
Y esta vez, la culpa no se le puede cargar únicamente en el debe de Martino, que como máximo responsable del grupo va a salir tarifando por esto ante su incapacidad para motivar a un grupo de jugadores aburguesados. Esta vez, los que salen retratados en la foto son unos futbolistas que hace tiempo que viven del pasado, que deambulan por el campo y que se miran buscando un líder que les saque del lío. No lo encuentran ni lo encontrarán. Todos han dimitido, se han ido, piensan en irse o están agazapados en una trinchera esperando que escampe el temporal. Una galerna que, salvo milagro o inconsciencia de los dirigentes, debería llevarse por delante a muchos de los que ofrecieron ayer una imagen paupérrima no ya a nivel de equipo, sino a nivel personal. Este equipo ha sido enorme y un día tenía que acabarse como se acaba todo. Ese día puede que haya llegado y que ahora la gente se lamente de que no se haya hecho el relevo generacional a tiempo, pero también hay que tener en cuenta que nadie ha mantenido un ciclo como el del Barça, que dimitido de la Liga, debe regresar ahora a los esfuerzos cortos de las competiciones por eliminatorias mientras convive con una revolución que ha dejado pendiente mucho tiempo. Ahora es el momento de hacerla. Los jugadores, más fácil no lo podían poner.
De cabo a rabo, el partido de ayer fue del Valladolid, cuyos jugadores ganaron todos sus duelos individuales a los del Barcelona. Únicamente creó peligro Messi en alguna galopada solitaria, pero el guión del juego estuvo en manos del Valladolid. Ni el hecho de que Rossi marcara tan pronto, minuto 17, espoleó a un equipo muerto. Siguió el Valladolid dominando el campo ante un Barça inane, que fallaba en la conducción, en el planteamiento, en la lucha y en el remate como evidenció Neymar en una jugada que pudo dar algo de aire a los blaugrana.
El Valladolid, que salió al inicio de la segunda parte absolutamente aculado lo pasó mal durante un cuarto de hora mal contado. Luego, mandó en el partido ante un Barça que casi ni inquietó a Mariño y que jugaba cada vez peor tras cada sustitución que se llevaba a cabo. Un desastre en toda regla que abre la Caja de Pandora de un equipo que ya ha tirado la Liga. El invierno ha llegado al Camp Nou.