Un lío monumental
Leipzig y Berlín no logran empezar las obras para celebrar el 25º aniversario de la caída del Muro
Un barullo legal y unos murciélagos se han entrometido en la conmemoración
Enrique Müller
Berlín, El País
Cuando el presidente del Bundestag, Norbert Lammert, anunció en noviembre de 2007 que los honorables diputados habían aprobado la construcción de un monumento en Berlín en recuerdo del “día más importante de la historia de Alemania” fijó, además, un compromiso. Lammert prometió que el monumento estaría terminado el 9 de noviembre de 2009, día del 20º aniversario del derrumbe del Muro que marcó el comienzo del fin de la guerra fría.
Han pasado siete años de aquel anuncio y la caída del Muro se apresta, el próximo noviembre, a conmemorar su XXV aniversario. Y ni ese monumento (presupuestado en 15 millones de euros), ni el que debía recordar en Leipzig la gran manifestación popular de octubre de 1989, con la RDA aún viva, estarán listos para entonces por culpa de la burocracia alemana, los problemas legales y unos murciélagos hembra.
En el lugar elegido para el monumento diseñado por Johannes Milla, una enorme plataforma de acero y cristal ondulante titulada Ciudadanos en movimiento, los berlineses solo se encuentran ahora con una vieja ruina de piedra rodeada por verjas que impiden visitar sus cimientos. Dos trabajadores, que fuman alegremente a la espera de una orden que nunca llega, admiten que los trabajos de modernización aún no pueden comenzar a causa de un problema legal que nadie sabe cómo resolver y que tiene en estado de alerta a la ministra de Cultura, Monika Grütters.
“Todavía viven muchos murciélagos en el interior”, confiesa uno de los obreros. “Y mientras sigan habitando en este lugar no podemos comenzar con los trabajos”. Aunque parece una broma, todo está pendiente de los murciélagos del río Spree, que, si no emigran voluntariamente a otro lugar, pueden bloquear definitivamente el proyecto. Salvo que las autoridades busquen otro lugar para construirlo.
Los murciélagos son una especie protegida por las rigurosas leyes medioambientales alemanas. “En la bóveda de la base viven unas sesenta hembras que llegan allí para parir, y lo vienen haciendo desde hace unos diez años”, relata el biólogo Carsten Kallesch, un experto que vigila en nombre de las autoridades de Berlín que el proyecto no afecte el ciclo vital de los murciélagos.
Las autoridades han seguido de cerca la vida de estos mamíferos noctívagos a la espera de un cambio en sus costumbres. Kallesch dotó de sensores electrónicos a los animales para estudiar sus movimientos y descubrió que muchos han encontrado un “segundo hogar” en Plänterwald, una región verde ubicada a unos ocho kilómetros del centro de Berlín. “Pero las hembras siguen llegando a la bóveda de la base para parir, y este ciclo vital está protegido por las leyes”, explica resignado.
¿Murciélagos poco patriotas que impiden con su presencia que Berlín pueda lucir con orgullo el gran monumento destinado a recordar la gesta heroica que echó abajo el Muro? La oficina de Johannes Milla, el diseñador que ganó el concurso, está convencida de que el monumento será inaugurado el 9 de noviembre de 2015. Los trabajos de construcción comenzarán a comienzos del próximo año. “Para entonces ya no habrá murciélagos en la base”, admitió una portavoz de la firma.
70.000 cubos debían recordar la marcha de octubre de 1989 en Leipzig.
Lo único concreto, por el momento, es que Berlín no tendrá monumento este año ni tampoco Leipzig, la llamada “ciudad heroica”, donde se gestó el 9 de octubre de 1989 la revuelta pacífica, con una manifestación que reunió a 70.000 personas. Ese día, los manifestantes, aún temerosos de ser atacados por la policía, entonaron un grito que estremeció a la ciudad y a todo el país. “Wir sind das wolk!” (¡nosotros somos el pueblo!), clamaron en un abierto desafío a las autoridades del “Estado de campesinos y obreros”. Un mes después caía el muro de Berlín. La gesta de Leipzig también iba a ser recordada este año con la inauguración de un grandioso monumento cuya construcción fue aprobada en 2008 y presupuestada en 6,5 millones de euros.
Pero las obras aún no se han iniciado y es posible que la ciudad deba convocar un nuevo concurso. El problema allí no son los murciélagos, sino un barullo jurídico provocado tras la oposición ciudadana a secundar el proyecto ganador y el lugar elegido.
Cuando la ciudad dio a conocer que el proyecto de la firma de arquitectos de Munich M+M había obtenido el primer premio —una superficie del tamaño de una cancha de fútbol, pintada con varios colores y adornada con 70.000 cubos, también de diferentes tonalidades—, convocó a una consulta popular que debía ratificar la decisión del jurado. Los ciudadanos rechazaron el proyecto ganador y votaron por el que había quedado en tercer lugar: una propuesta titulada Jardín de otoño, ideada por tres arquitectas locales, donde destacaba la expresión “ninguna violencia” entre mucho verde y poca ostentación.
La firma de Múnich recurrió la decisión popular y un juez avaló hace dos semanas su proyecto. “No sabemos lo que pueda pasar y existe la posibilidad de hacer borrón y cuenta nueva y empezar nuevamente de cero”, dijo un funcionario del Ayuntamiento de Leipzig. “Por el momento, la única preocupación es conservar el presupuesto aprobado por el Gobierno de Sajonia. Lo único seguro es que el lugar elegido sigue siendo válido”.
Los activistas creen que las autoridades eligieron el lugar, un terreno baldío alejado del escenario de las protestas, para embellecer la zona aprovechando el dinero público. “El actual proceso del proyecto debe anularse de forma legal”, exigió una iniciativa ciudadana en una carta dirigida al presidente de Alemania, Joachim Gauck, y a la canciller, Angela Merkel. “Sajonia y la ciudad de Leipzig deben encontrar juntos un nuevo camino para un monumento que cumpla con su verdadera misión. La gente que arriesgó entonces sus vidas, merece un monumento digno”. Aquella gesta ciudadana dio comienzo a la revolución pacífica en la extinta RDA. En Leipzig las masas ocuparon las calles y obligaron, paso a paso, al régimen a renunciar, y aceleraron la caída del Muro, que se produjo exactamente un mes después de la gran marcha cívica. Ahora, ambos acontecimientos siguen hermanados. Los dos podrán ser conmemorados en este 25º aniversario con sendos monumentos de papel.
Un barullo legal y unos murciélagos se han entrometido en la conmemoración
Enrique Müller
Berlín, El País
Cuando el presidente del Bundestag, Norbert Lammert, anunció en noviembre de 2007 que los honorables diputados habían aprobado la construcción de un monumento en Berlín en recuerdo del “día más importante de la historia de Alemania” fijó, además, un compromiso. Lammert prometió que el monumento estaría terminado el 9 de noviembre de 2009, día del 20º aniversario del derrumbe del Muro que marcó el comienzo del fin de la guerra fría.
Han pasado siete años de aquel anuncio y la caída del Muro se apresta, el próximo noviembre, a conmemorar su XXV aniversario. Y ni ese monumento (presupuestado en 15 millones de euros), ni el que debía recordar en Leipzig la gran manifestación popular de octubre de 1989, con la RDA aún viva, estarán listos para entonces por culpa de la burocracia alemana, los problemas legales y unos murciélagos hembra.
En el lugar elegido para el monumento diseñado por Johannes Milla, una enorme plataforma de acero y cristal ondulante titulada Ciudadanos en movimiento, los berlineses solo se encuentran ahora con una vieja ruina de piedra rodeada por verjas que impiden visitar sus cimientos. Dos trabajadores, que fuman alegremente a la espera de una orden que nunca llega, admiten que los trabajos de modernización aún no pueden comenzar a causa de un problema legal que nadie sabe cómo resolver y que tiene en estado de alerta a la ministra de Cultura, Monika Grütters.
“Todavía viven muchos murciélagos en el interior”, confiesa uno de los obreros. “Y mientras sigan habitando en este lugar no podemos comenzar con los trabajos”. Aunque parece una broma, todo está pendiente de los murciélagos del río Spree, que, si no emigran voluntariamente a otro lugar, pueden bloquear definitivamente el proyecto. Salvo que las autoridades busquen otro lugar para construirlo.
Los murciélagos son una especie protegida por las rigurosas leyes medioambientales alemanas. “En la bóveda de la base viven unas sesenta hembras que llegan allí para parir, y lo vienen haciendo desde hace unos diez años”, relata el biólogo Carsten Kallesch, un experto que vigila en nombre de las autoridades de Berlín que el proyecto no afecte el ciclo vital de los murciélagos.
Las autoridades han seguido de cerca la vida de estos mamíferos noctívagos a la espera de un cambio en sus costumbres. Kallesch dotó de sensores electrónicos a los animales para estudiar sus movimientos y descubrió que muchos han encontrado un “segundo hogar” en Plänterwald, una región verde ubicada a unos ocho kilómetros del centro de Berlín. “Pero las hembras siguen llegando a la bóveda de la base para parir, y este ciclo vital está protegido por las leyes”, explica resignado.
¿Murciélagos poco patriotas que impiden con su presencia que Berlín pueda lucir con orgullo el gran monumento destinado a recordar la gesta heroica que echó abajo el Muro? La oficina de Johannes Milla, el diseñador que ganó el concurso, está convencida de que el monumento será inaugurado el 9 de noviembre de 2015. Los trabajos de construcción comenzarán a comienzos del próximo año. “Para entonces ya no habrá murciélagos en la base”, admitió una portavoz de la firma.
70.000 cubos debían recordar la marcha de octubre de 1989 en Leipzig.
Lo único concreto, por el momento, es que Berlín no tendrá monumento este año ni tampoco Leipzig, la llamada “ciudad heroica”, donde se gestó el 9 de octubre de 1989 la revuelta pacífica, con una manifestación que reunió a 70.000 personas. Ese día, los manifestantes, aún temerosos de ser atacados por la policía, entonaron un grito que estremeció a la ciudad y a todo el país. “Wir sind das wolk!” (¡nosotros somos el pueblo!), clamaron en un abierto desafío a las autoridades del “Estado de campesinos y obreros”. Un mes después caía el muro de Berlín. La gesta de Leipzig también iba a ser recordada este año con la inauguración de un grandioso monumento cuya construcción fue aprobada en 2008 y presupuestada en 6,5 millones de euros.
Pero las obras aún no se han iniciado y es posible que la ciudad deba convocar un nuevo concurso. El problema allí no son los murciélagos, sino un barullo jurídico provocado tras la oposición ciudadana a secundar el proyecto ganador y el lugar elegido.
Cuando la ciudad dio a conocer que el proyecto de la firma de arquitectos de Munich M+M había obtenido el primer premio —una superficie del tamaño de una cancha de fútbol, pintada con varios colores y adornada con 70.000 cubos, también de diferentes tonalidades—, convocó a una consulta popular que debía ratificar la decisión del jurado. Los ciudadanos rechazaron el proyecto ganador y votaron por el que había quedado en tercer lugar: una propuesta titulada Jardín de otoño, ideada por tres arquitectas locales, donde destacaba la expresión “ninguna violencia” entre mucho verde y poca ostentación.
La firma de Múnich recurrió la decisión popular y un juez avaló hace dos semanas su proyecto. “No sabemos lo que pueda pasar y existe la posibilidad de hacer borrón y cuenta nueva y empezar nuevamente de cero”, dijo un funcionario del Ayuntamiento de Leipzig. “Por el momento, la única preocupación es conservar el presupuesto aprobado por el Gobierno de Sajonia. Lo único seguro es que el lugar elegido sigue siendo válido”.
Los activistas creen que las autoridades eligieron el lugar, un terreno baldío alejado del escenario de las protestas, para embellecer la zona aprovechando el dinero público. “El actual proceso del proyecto debe anularse de forma legal”, exigió una iniciativa ciudadana en una carta dirigida al presidente de Alemania, Joachim Gauck, y a la canciller, Angela Merkel. “Sajonia y la ciudad de Leipzig deben encontrar juntos un nuevo camino para un monumento que cumpla con su verdadera misión. La gente que arriesgó entonces sus vidas, merece un monumento digno”. Aquella gesta ciudadana dio comienzo a la revolución pacífica en la extinta RDA. En Leipzig las masas ocuparon las calles y obligaron, paso a paso, al régimen a renunciar, y aceleraron la caída del Muro, que se produjo exactamente un mes después de la gran marcha cívica. Ahora, ambos acontecimientos siguen hermanados. Los dos podrán ser conmemorados en este 25º aniversario con sendos monumentos de papel.