Un gigante ninguneado

Madrid, El Mundo.es
Ser justo. Es la única pretensión en la búsqueda de este personaje que se siente como el viejo coronel de García Márquez, a la espera de una carta que reconozca sus méritos en la guerra y le conceda la pensión de veterano. La carta jamás llega. De esa forma aguarda Diego López, un gigante empequeñecido, envuelto en las sombras proyectadas por una leyenda en vida que no deja otro lugar en el sol junto a la portería del Madrid. Diego López para y calla antes de regresar a su pequeño mundo, sin carta alguna en sus manos, mientras piensa en escribir una a todos aquellos que, sin voz, al menos dedicaron su aliento a quien nunca tendrá el amor del novio de España.


Iker Casillas no sólo tiene un don. Tuvo siempre el destino de su parte. Son dos hechos intangibles, y nada produce tanta frustración como luchar contra aquello que no se puede clasificar. Diego López (Paradela, Lugo, 1981) lo supo pronto, muy pronto, y más su representante, Manolo García Quilón, que se maneja en el fútbol con el instinto de los buenos ganaderos. «Pedja, sólo hay dos razones para que Diego continúe aquí: jugar o ganar mucho dinero», le dijo el representante a Mijatovic, entonces director deportivo del Madrid. Era evidente que, como suplente de Casillas, no se iba a dar ninguna de las dos, por lo que el club autorizó su salida, en 2007, tras dos cursos en el primer equipo. Diego López pasó de ganar 400.000 euros al año a 2,7 millones en el Villarreal.

La lesión de Iker

En cambio, ese destino que provocó la salida de Casillas en Glasgow por un infortunio de César, el día de la Novena, y que rompió un bote de colonia sobre el tendón de Cañizares para colocarlo bajo los palos de España, de donde ya no se apartó ni ante Robben en Sudáfrica, se quebró por algo más que por la mirada capciosa de José Mourinho. Fue por lo que antes habían sufrido quienes le dieron paso: una lesión. Sin esa circunstancia, Diego López jamás habría vuelto al Madrid. Si Casillas no tenía responsabilidad alguna en la mala fortuna de sus predecesores, simplemente aprovechó su oportunidad, tampoco el gallego merece pito alguno por aferrarse a la suya. Es la ley del fútbol, tan injusto como la propia vida.

La lesión de Casillas, provocada involuntariamente por Arbeloa, desató la alarma en la T4 del Bernabéu, como se conoce a la planta donde se toman las decisiones. Mourinho y Florentino Pérez dieron su aprobación a Diego López. La difícil situación económica del Sevilla y el hecho de que el portero no se hubiera consolidado en el equipo favorecieron la operación. José María del Nido necesitaba liquidez para afrontar el pago de nóminas y aceptó los 4,5 millones de euros en un fichaje exprés.

Fue una ganga. De hecho, el Madrid habría podido ganar dinero con un traspaso posterior, ya que el Mónaco se interesó por su contratación este verano. Diego López fue cuestionado por el club y su agente, y manifestó que se sentía con fuerzas para luchar por la titularidad con Casillas, a pesar de la marcha de Mourinho. Entonces, nadie en el Madrid intuía que el gallego sería la primera elección de Carlo Ancelotti al arrancar la Liga. Pese a los rumores, Florentino fue el primer sorprendido.

'La Roja murió para mí'

Una lesión en la rodilla y el descenso del Villarreal frenaron la progresión de un portero al que Vicente del Bosque hizo internacional antes de la llamada de Víctor Valdés para el Mundial. Poco después, Diego López declaró: «Disfruté de la selección, pero La Roja murió para mí, se acabó». Su llegada al Sevilla fue una petición de Míchel, entonces en el banquillo de Nervión, y Monchi, pero en uno de sus primeros partidos fue expulsado por un penalti. Salió Palop, detuvo el lanzamiento y se quedó en la alineación. El veterano portero era, además, un poder fáctico en el vestuario, muy influyente en el entorno enrarecido de un club que debilitó hasta el extremo la figura del entrenador. Sus errores devolvieron a la puerta a Diego López, pero tras dos partidos llegó la llamada del Madrid.

Reservado pero resistente psicológicamente, incluso ante la mofa por haberse operado las orejas, Diego López se empleó en silencio, aunque su mujer, Iria Otero, no se resistió a escribir en Twitter: «Seguís pensado que Diego es malo? En el sur sí! Me han matado a mensajes!! Jajajajajaja. LA DÉCIMA cada vez más cerca! #DiegoLopecismo». Fue después del 1-2 en Old Trafford, aunque el revuelo provocó que dejara su intensa actividad en las redes sociales para volver sólo con motivo del cumpleaños del portero.

Casados en 2011, a su boda en Galicia acudieron Borja Valero, Capdevila, Arbeloa, Cazorla o Fernando Llorente. Padres de una niña, han decidido vivir en el centro de Madrid, alejados del lujo de urbanizaciones como la Finca, donde reside buena parte de la plantilla. En la actualidad, esperan trasladarse a un piso rehabilitado en el barrio de Salamanca. En la nueva residencia de jugadores de Valdebebas, su habitación está junto a la de Xabi Alonso, con quien comparte terraza. Casillas lo hace con Casemiro. El portero de la Liga fue uno de los que acudió al último cumpleaños del hijo de Cristiano.

La relación con Casillas siempre fue correcta. Lo es en la actualidad, aunque más fría. Ni uno ni otro están satisfechos con esta decisión salomónica de Ancelotti. En el vestuario no la entendieron, no por la elección, sino por considerarla política. La buena marcha del Madrid ha aplacado el debate, pero Diego López presiente que un fallo puede condenarlo, especialmente en la arena mediática. Por ello apura su concentración para encuentros como el del Calderón.

Prototipo 'italiano'

Villiam Vecchi, de aspecto mefistofélico, es el asistente de porteros de Ancelotti. En su opinión, el juego aéreo es clave para la elección de un guardameta. Quizás también lo haya sido la intensidad en los entrenamientos, en los que Casillas nunca necesitó serlo tanto como los demás. Es un portero al que se escoge por su forma de competir, por lo que es en el partido mucho más que en el día a día. Además de ello está la altura. En las direcciones deportivas del calcio apenas se manejan perfiles de porteros que no ronden el 1,90. Significativo es saber a quienes utilizó Ancelotti: en el Parma, a Buffon (1,91); en el Milan, a Dida (1,96) y Abiatti (1,91); en la Juventus, a Van der Sar (1,99); en el Chelsea, a Cech (1,96); en el PSG, a Sirigu (1,88). Diego López mide 1,96; Casillas, 1,85.

De la misma escuela procedía Fabio Capello, que se planteó alinear a Diego López en su segunda etapa. No lo hizo. En una conversación con este periodista, Diego López dijo que era el técnico que más importante le había hecho sentirse. En su mejor momento, Fernando Roig se negó a escuchar las ofertas de Txiki Begiristain (Barcelona) o Miguel Ángel Gil (Atlético de Madrid), dispuestos a pagar entre 15 y 20 millones de euros por su traspaso.

Diego López llegó al Madrid con 18 años, procedente del Lugo. Trabajó con Fernando Amieiro y fue cedido al Alcorcón antes de ascender a la primera plantilla, en 2005. Trabó amistad con Luis Llopis, uno de los técnicos de porteros más prestigiosos de España, entonces en el Castilla y hoy al lado Joaquín Caparrós. Hace semanas, recibió una llamada de Diego López. Era para felicitarle por el rendimiento de Keylor Navas, arquero del Levante. Llopis no compara, pero habla de Diego López como uno de los porteros más completos del mundo, y sólo lamentaría que algo tan humano como un fallo pudiera significar su memento mori.

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