Rajoy vende al mundo la recuperación

El presidente del Gobierno asegura que España entra en una fase de crecimiento
Reclama a Europa medidas de liquidez y más integración económica

Miguel Jiménez / Amanda Mars
Bilbao, El País
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, renunció a ir a Davos en enero pasado. Tenía un hueco marginal en el programa que en La Moncloa no consideraron apropiado. Este se desquitó. En una sola jornada, el Gobierno español ha logrado reunir a lo más granado de la economía nacional e internacional en el museo Guggenheim, en Bilbao, un edificio imponente en una de las capitales de la España próspera, en una jornada a la que se ha dado en llamar miniDavos. Allí, Rajoy lanzó al mundo el mensaje de que la recuperación ya está aquí y España ha vuelto a la senda del crecimiento. El FMI, la OCDE, el Eurogrupo, la Comisión Europea y algunos de los más destacados empresarios españoles lanzaron a España más flores que las que adornan a Puppy, la escultura con forma de perro de Koons a las puertas del museo. Mientras, algunas advertencias sobre las reformas que quedan por hacer y los pitos y protestas en la calle recordaban que la crisis no se ha superado.


Los sindicatos, que organizaron protestas en la calle, no tuvieron presencia alguna en el acto. Tampoco la patronal CEOE figuraba entre los invitados. Y ninguna entidad de tipo social. Sí había numerosos empresarios y directivos de grandes compañías, a los que Rajoy puso en el centro de su discurso. “Este Gobierno apoya decididamente a las empresas y seguiremos apoyándolas”, dijo. Y, por lo visto este lunes, las empresas también le apoyan a él. Rajoy se llevó del Guggenheim el espaldarazo público de los responsables de los gigantes del Ibex 35: Los presidentes del BBVA, Telefónica, Inditex e Iberdrola resaltaron las fortalezas españolas en las jornadas y atribuyeron buena parte del mérito de la mejoría económica al Gobierno de Rajoy.

Eso, aunque una tasa de desempleo de más del 25% no es la mejor tarjeta de presentación para presumir de los resultados de ninguna política económica. Paro pese a la recuperación, recuperación pese al paro. El equipo de Rajoy se ha afanado en combinar ambos conceptos con aparente naturalidad en los discursos públicos. Fue también la constante de este miniDavos bajo el título España, de la estabilidad al crecimiento, el lema que, según Rajoy, refleja perfectamente el punto en que se encuentra la economía española.

Sin embargo, Rajoy pasó de puntillas por la gran lacra española, el paro, en su discurso de clausura. “España ha superado la recesión más larga de su historia reciente. Ahora estamos en una fase de recuperación que se afianzará poco a poco hasta permitirnos volver a la creación de empleo”, dijo el presidente al clausurar la jornada con un breve discurso de apenas 10 minutos.

Rajoy sacó pecho por el éxito del plan reformas que el Ejecutivo ha puesto en marcha y que “ha permitido que el déficit público se reduzca y siga una tendencia de consolidación que no abandonaremos hasta volver a la estabilidad”. Y resaltó algunas de las medidas más recientes aprobadas para mejorar la liquidez de las empresas y reducir cotizaciones a la Seguridad Social. Rajoy recibió también buenas palabras de los organismos internacionales, aunque en este caso acompañadas de un zurrón de peros y tareas pendientes.

Una buena muestra de ello fue el discurso de la estrella invitada al encuentro, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, quien señaló que “gracias a las extraordinarias acciones de los últimos cinco años, Europa y España están doblando la esquina” de la crisis, pero agregó que “la tarea dista mucho de haber terminado”. “El crecimiento sigue siendo demasiado bajo y el desempleo demasiado alto para cantar victoria frente a la crisis”, apuntó.

Y es que esa creación de empleo neto esperada para 2014 se presume escasa en una economía con unos seis millones de parados. Además, según las previsiones que la Comisión Europea publicó la semana pasada, España superará en 2015 a Grecia y será el país de la zona euro con la tasa de desempleo más elevada y la carrera por cumplir los objetivos de reducción de déficit se frenará y volverá a descontrolarse y situarse en el 6,5%, también el mayor desequilibrio de la unión, frente al 5,8% previsto para este año.

Así que el fantasma de los recortes sigue presente para el próximo año y asomó en una jornada preparada a conciencia, que contó no solo con las intervenciones del Rey, el presidente del Gobierno y del ministro de Economía, Luis de Guindos, sino también con la del secretario general de la OCDE, Ángel Gurría; el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem; tres comisarios europeos (entre ellos el vicepresidente Joaquín Almunia) y multitud de empresarios e invitados, entre ellos los embajadores en España de los principales países, ante los que el Gobierno quiere vender el mensaje del crecimiento.

Dijsselbloem reclamó “valentía política” para hacer entender a los ciudadanos que, según ha señalado, es necesario perseverar en los ajustes. Aunque tuvo buenas palabras para la reforma bancaria y el saneamiento del sector, el jefe del Eurogrupo pidió al Gobierno una mayor flexibilización del mercado del trabajo y una reforma tributaria.

El Rey, que inauguró la jornada, resaltó “la necesidad de debatir nuevas propuestas” para afrontar el reto de fortalecer la reactivación y crear puestos de trabajo. “Nuestra prioridad en España y Europa es lograr la plena recuperación y crear empleo”, dijo el monarca, y advirtió de que “quedan muchas cosas por hacer”.

También Rajoy pidió a Europa que moviese ficha y remarcó la necesidad de avanzar en la unión bancaria y la fiscal y, a corto plazo, “medidas para favorecer la liquidez en las economías que se están viendo más afectadas en su acceso a los mercados”.
Tareas pendientes, cosas por hacer, deberes

El mismo concepto repetido hasta la saciedad de mesa redonda en mesa redonda. Almunia advirtió del error que supone dar por hecha la recuperación completa cuando aún no ha llegado y alertó contra los proteccionismos en tiempos de crisis. Quien lo pintó más crudo fue el secretario general de la Organización para Cooperación y el Desarrollo (OCDE), Ángel Gurría, quien advirtió de que el crecimiento mundial, y en especial en Europa, es demasiado débil y se han “agotado los instrumentos tradicionales”, como la política monetaria expansiva y los estímulos fiscales. Y el legado de esta interminable crisis, alertó, es devastador: una creciente desigualdad y una desconfianza en las instituciones creadas en los últimos 50 ó 100 años.

Esa desconfianza se palpaba en los gritos de las calles, en la gente que aguardaba al otro lado del cordón policial frente al Guggenheim. El lehendakari vasco, Íñigo Urkullu, hizo un alegato por una economía “más humana” y arremetió contra “la tiranía” de un mercado financiero “sin alma” que ha puesto en jaque el estado de bienestar. Al mismo tiempo, arrancó explicando al auditorio las bondades del concierto económico vasco, un sistema genuino que regula las relaciones tributarias y financieras entre el País Vasco y el Estado español. Urkullu también hizo referencia al cese de la violencia terrorista de ETA, anunciado por la banda en octubre de 2011, y opinó que contribuiría a la “inversión, el crecimiento y el empleo”.

Este está en niveles del 15% en el País Vasco, pero si la economía ha abierto la brecha entre la Europa del norte y la del sur, también ha logrado algo parecido en España. Guindos dejó claro que esta recuperación, por débil, por frágil, por tenue que sea, es recuperación en toda regla. “Esta no será una recuperación en falso, como la de 2011”, cuando en seguida se volvió a la recesión, dijo. De hecho, como recalcó, para este año está prevista la creación neta de empleo. La cuestión, como siempre, es el cuánto: cuántos puestos de trabajo se crearán en un país con seis millones de parados. Es una respuesta pendiente para el próximo miniDavos que Rajoy organice, aunque el Gobierno no ha aclarado si habrá una segunda edición de esta ceremonia.

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