Quilmes arañó un empate ante Newell's
Rosario, Clarín
Otra vez, Newell's, otra vez la misma historia. La película se repite, como una pesadilla. Un triunfo casi seguro para los rosarinos. El equipo que se retrasa. Un pelotazo cruzado en contra. Y un testazo agónico que provoca un dolor de cabeza enorme. Un empate que le complica la existencia. Pasó con Gremio, en la Copa, hace poco nomás, cuando Barcos le tiró un centro a Rhodolfo, que ahora lo obliga a Newell's a sufrir para seguir con vida en la Copa. Y pasó ayer, con el cabezazo de Ríos, que le dio el desahogo a Quilmes. A Newell's le cuesta cerrar los partidos, es un mal que debe corregir.
Newell's jugó en Rosario, es casi una obviedad escribirlo. Pero su cabeza no estuvo en el Coloso del Parque. La mente de los rosarinos está puesta en esa seguidilla de tres partidos (River, el clásico con Central y Nacional de Medellín, por la Copa) que en una semana definirán su futuro de todo este semestre. Es lógico que se haya visto una versión deslucida de Newell's ante Quilmes. Es evidente, también, que la falta de atención afectó a todos, porque Trezeguet había puesto el 1-0 que ya se festejaba en el Parque, pero se lo empataron.
Newell's metió cinco cambios. No estuvieron Victor López, Casco- dos referentes- Villalba ni Maxi Rodríguez, lesionado. Fue una rotación que incluyó una apuesta fuerte: Berti metió a tres pibes en el ataque: Muñoz, Ponce (ayer cumplió 18) e Isnaldo.
El primer tiempo, entrecortado y mal jugado bajo una cortina de agua, aborreció a los hinchas. Newell's tomó la iniciativa por inercia, no por convicción. Y sólo tuvo dos situaciones propicias de gol: una pifia de Muñoz, que sin querer corrió solito la pelota con el botín izquierdo cuando iba a sacar el latigazo de derecha, y un cabezazo de Ponce que atrapó Dulcich.
A pesar de lo mezquino y chato de su propuesta, Quilmes tuvo dos virtudes: estuvo parado con dos líneas de cuatro, y esbozó alguna idea de contraataque. Basta con subrayar el pase de Telechea para Carrasco, que le ganó las espaldas a Díaz, y asistió a Boghossian, quien no alcanzó a puntearla.
En el complemento, Quilmes había logrado desbaratar el poder ofensivo de Newell's, porque a Figueroa no le llegaba la pelota. Es más, hasta tuvo alguna clara: un tiro libre de Martínez que tapó Guzmán, y un zapatazo de la mitad de la cancha de Lema, que cayó en el techo del arco. El quiebre fue cuando Berti apeló a los 22 minutos del complemento a la jerarquía de Trezeguet, quien con un cabezazo le daba el triunfo a Newells.
Trezeguet entró por el juvenil Ponce, y la primera que tocó la mandó a guardar, con un cabezazo perfecto, inatajable para Dulcich, después de un tiro libre de Banega. Trezeguet hizo "de primera" 23 de sus 26 goles en el fútbol argentino. Un facturador de aquellos, que puede ganar un partido con un toque, tal como Riquelme lo puede hacer con un pase.
Después, Newell's no manejó la pelota, y Quilmes creció con Caneo. A su juego lo llamaron. Buscó con centros y centros. Y en el último envío de Boghossian, Ríos puso el empate de arremetida. Hubo emociones hasta el final. Trezeguet, con toda su plasticidad, la paró de pecho y la cacheteó para Castro que definió mal.
Otra vez, Newell's, otra vez la misma historia. La película se repite, como una pesadilla. Un triunfo casi seguro para los rosarinos. El equipo que se retrasa. Un pelotazo cruzado en contra. Y un testazo agónico que provoca un dolor de cabeza enorme. Un empate que le complica la existencia. Pasó con Gremio, en la Copa, hace poco nomás, cuando Barcos le tiró un centro a Rhodolfo, que ahora lo obliga a Newell's a sufrir para seguir con vida en la Copa. Y pasó ayer, con el cabezazo de Ríos, que le dio el desahogo a Quilmes. A Newell's le cuesta cerrar los partidos, es un mal que debe corregir.
Newell's jugó en Rosario, es casi una obviedad escribirlo. Pero su cabeza no estuvo en el Coloso del Parque. La mente de los rosarinos está puesta en esa seguidilla de tres partidos (River, el clásico con Central y Nacional de Medellín, por la Copa) que en una semana definirán su futuro de todo este semestre. Es lógico que se haya visto una versión deslucida de Newell's ante Quilmes. Es evidente, también, que la falta de atención afectó a todos, porque Trezeguet había puesto el 1-0 que ya se festejaba en el Parque, pero se lo empataron.
Newell's metió cinco cambios. No estuvieron Victor López, Casco- dos referentes- Villalba ni Maxi Rodríguez, lesionado. Fue una rotación que incluyó una apuesta fuerte: Berti metió a tres pibes en el ataque: Muñoz, Ponce (ayer cumplió 18) e Isnaldo.
El primer tiempo, entrecortado y mal jugado bajo una cortina de agua, aborreció a los hinchas. Newell's tomó la iniciativa por inercia, no por convicción. Y sólo tuvo dos situaciones propicias de gol: una pifia de Muñoz, que sin querer corrió solito la pelota con el botín izquierdo cuando iba a sacar el latigazo de derecha, y un cabezazo de Ponce que atrapó Dulcich.
A pesar de lo mezquino y chato de su propuesta, Quilmes tuvo dos virtudes: estuvo parado con dos líneas de cuatro, y esbozó alguna idea de contraataque. Basta con subrayar el pase de Telechea para Carrasco, que le ganó las espaldas a Díaz, y asistió a Boghossian, quien no alcanzó a puntearla.
En el complemento, Quilmes había logrado desbaratar el poder ofensivo de Newell's, porque a Figueroa no le llegaba la pelota. Es más, hasta tuvo alguna clara: un tiro libre de Martínez que tapó Guzmán, y un zapatazo de la mitad de la cancha de Lema, que cayó en el techo del arco. El quiebre fue cuando Berti apeló a los 22 minutos del complemento a la jerarquía de Trezeguet, quien con un cabezazo le daba el triunfo a Newells.
Trezeguet entró por el juvenil Ponce, y la primera que tocó la mandó a guardar, con un cabezazo perfecto, inatajable para Dulcich, después de un tiro libre de Banega. Trezeguet hizo "de primera" 23 de sus 26 goles en el fútbol argentino. Un facturador de aquellos, que puede ganar un partido con un toque, tal como Riquelme lo puede hacer con un pase.
Después, Newell's no manejó la pelota, y Quilmes creció con Caneo. A su juego lo llamaron. Buscó con centros y centros. Y en el último envío de Boghossian, Ríos puso el empate de arremetida. Hubo emociones hasta el final. Trezeguet, con toda su plasticidad, la paró de pecho y la cacheteó para Castro que definió mal.