Papelón de Wilstermann


José Vladimir Nogales
El Wilstermann del impresentable Manuel Alfaro naufragó (0-2) en el escenario más inesperado, contra un disciplinado Real Potosí, de juego más efectista que lujoso. El campeonato se le complica aún más al cuadro rojo y el problema continúa siendo de juego, de sus enormes dificultades para generar fútbol, más que de la presencia o ausencia de delanteros.


Se ha consumido la mitad de la Liga y, ante la paupérrima coyuntura (tejida a puro fracaso), al adiestrador le han entrado ganas de reinventarse su Wilstermann. Por obligación, empujado por las lesiones de Berodia y Belfortti, la flagrante incompetencia de Medina y también por gusto. No detectó, al inicio de la temporada, del riesgo que se corría teniendo sólo dos delanteros en la plantilla y ahora, apoyado en la contundencia de los hechos, no deja de quejarse ante quien desee escucharle.
Contra Real Potosí limpió de la alineación a Medina y Castillo y salió de inicio sin una referencia fija en el eje. Un 4-2-3-1 sin enganche que no favoreció ni la creación, ni la circulación del balón, ni la llegada al área rival ni el remate. Ofreció Wilstermann un discurso demasiado plano en la primera parte, en la que apenas exigió a Lapsczick en un par de ocasiones.

No sólo fue un problema de actitud, aunque ése es un problema central en un aburguesado plantel. Fue, también, una cuestión de fútbol. Los hombres de ataque intercambiaron posiciones, en especial Andaveris y Ramallo, que se movieron por la izquierda y por el centro, pero ninguno de los movimientos trajo una solución positiva. Las respuestas de Real Potosí fueron tan simples como efectivas. Le bastó con mantener el orden y las líneas juntas.

AUSENCIAS

En este Wilstermann nadie es más imprescindible que Gerardo Berdoia. Sus bajas (sean físicas o futbolísticas) tienen menos soluciones que las de Ramallo, Andaveris o Machado. Alonso (que, según sus antecedentes, solía desempeñarse en el eje y no en la banda) debía ser el relevo más natural, pero Alfaro tiene otro manual. Sin el enganche, optó por injertos ortopédicos (Sánchez de media punta y Gianakis Suárez de medio centro) que robotizaron al equipo. Suárez y Machado no se complementaron nunca, no sumaron nada al juego. Ninguno está capacitado para hacer de ancla con la delantera. Con ellos, Wilstermann chocó mucho, no jugó, para encanto de la mayoría de los rivales. Para gozo de Real Potosí, su adversario contribuyó a que el encuentro resultara selvático. Peña se bastaba para sostener a todos sus compañeros. Con su movilidad, su inquebrantable fe y más habilidad de la que aparenta, se convirtió en una vía de escape para cada jugador violeta. No hubo potosino que no se desempeñara con el esfuerzo que no se advertía del otro lado. Así es Real Potosí desde su alumbramiento. Solo Amilcar Sánchez, cuando se retrasaba unos metros, lograba ejercer de guía. Para Quero, Ramallo y Andaveris (ubicados muy lejos de los volantes, sin participar en el juego), cada acción era una aventura. Los laterales (que debían trepar por afuera para lograr amplitud, descomprimiendo el centro) apenas sorprendían, no remaban en el ataque y se descubrían atrás.

Real Potosí tuvo cosido a Wilstermann, por mucho que no diera excesiva tarea a un Cartagena en penumbras. Pero, Alfaro (fiel a su tozudez) mantuvo el plan, confiado en alguna dádiva divina.

Real Potosí sacó un perfil diferente al de otros años. No hizo nada particularmente grande, pero jugó con naturalidad y puso sus condiciones sobre el campo. Wilstermann tardó en discutirlas. Aunque tuvo el balón, se encontró con la sorpresa de jugar más de lo conveniente en su campo durante la primera parte. El cuadro potosino, tan reservado en otras ocasiones, tiró la defensa hacia adelante y agrupó a sus jugadores en el centro del campo. Había orden y el aspecto parecía compacto. Illanes construyó una línea de tres en su centro del campo (Ortiz, Huallpa y Meneces) para batirse en la destrucción del juego rojo, sin importarle mucho salir en jugada. El juego potosino se dedicó a apretar en el medio y a buscar una contra que minara la fortaleza del rival.

El gol fue bastante esperpéntico. Limbert Méndez, que lleva una vida volando, ganó por alto en un córner; Cartagena, para el que la vida siempre ha sido espinosa, erró en el salto y, como fulminado por un rayo, se desplomó, rendido ante su fatalidad, 1-0. Truenos en Potosí; congoja en el Capriles.

A partir de ahí, el clima del partido fue de guerra civil entre Wilstermann y su gente, que disparó con todo contra su equipo. El pebliscito fue particularmente duro contra el golero Cartagena, condenado definitivamente a una vida de perros en el equipo. Con la enemiga del público, sometido a un escrutinio implacable, el golero tiene casi destruida su carrera en el club. Resulta heroico jugar contra el fragor de la hinchada. Jugar bien en esas condiciones es más que heroico. Es imposible.

La desventaja acentuó el drama. Wilstermann, que no andaba sobrado de ideas, hizo de la ausencia de Berodia una auténtica tortura. Una lesión postró al enganche en el banquillo, pero quien lo sufrió fue su equipo, que perdió a su verdadero referente, a quien le aporta juego y profundidad, incluso en las situaciones más comprometidas. Cuando el conjunto zozobra, sólo el timón del español solía ser capaz de enderezar el rumbo de la nave. El encuentro contra Real Potosí es un ejemplo más de que el proyecto entregado a Carballo y Alfaro (cada uno con responsabilidad en este desaguisado) se hunde sin Berodia. Cada partido de fútbol se ha convertido en un sufrimiento para este caótico Wilstermann.

DEFECTOS

Con un centro del campo formado por Gianakis Suárez, Machado y Amilcar Sánchez, la solución que adoptó Wilstermann para minimizar los daños por la ausencia de Berodia fue soltar a los extremos (Quero y Andaveris) y combinar mucho y en corto por el centro. Buscó transiciones rápidas y directas entre los volantes y el ataque, con asidua asistencia de los laterales. Pero para que esa maniobra sea efectiva es necesario que los volantes sean precisos al tocar, que roten para generar espacios y que los hombres de ataque se muevan, se ofrezcan, en definitiva que generen espacios y que se conviertan en una alternativa constante para los pases de sus compañeros. Nunca se cumplieron esas premisas. Como tampoco se animó Sánchez, con la frecuencia requerida, a descolgarse y a dar unos pasos hacia adelante para convertirse en el generador de fútbol que no tenía su equipo. Cuando lo hizo, Wilstermann creció y Real Potosí se inquietó. Pero no ocurrió con frecuencia, en parte porque todo fue intermitente y errático. Resulta bastante curioso que un equipo tan lento como Wilstermann exhiba tamaño índice de imprecisión al jugar el balón, que ejecuciones simples, esas que conllevan un mínimo grado de dificultad, concluyan con el balón en las botas del adversario. Cierto es que la raíz el problema no es atribuible, en esencia, a la cuestionada destreza de los ejecutores, sino, en grado sumo, a la degradación o descompensación de un entorno táctico que, intrínsecamente, ha elevado la complejidad de las tareas: La propensión de los extremos a ir muy de punta extiende en demasía la longitud de la estructura, separando las líneas y abriendo un abismo entre quienes llevan el balón y los potenciales receptores. En ese contexto, la precisión de las entregas debe afinarse a un nivel quirúrgico para salvar, exitosamente, la distancia y asegurar la recepción por parte de destinatarios estáticos, susceptibles al anticipo. Al no existir bagaje técnico suficiente para satisfacer esa exigencia, Wilstermann queda partido, sin juego y neutralizado. Además, el 4-3-3 que dibuja en el campo (una deformación del 4-2-3-1 primigenio por el inaconsejable adelantamiento de los extremos), tiende a fracturarse en el eje, donde sucumbe por inferioridad numérica.

Wilstermann salió con más intensidad en la segunda parte, pero Real Potosí (que había padecido la expulsión de Darwin Peña en la primera parte) no se asustó y tuvo respuesta a cada ataque. Con más voluntad que fútbol, el local intentó sacar provecho del hombre demás que tenía en el campo e incrustó un pelotón cerca de Lapszick, pero no encontró remate. En realidad, no lo tuvo en toda la tarde. Juego tampoco. El empuje (caótico y desorbitado) no le alcanzó. De eso va sobrado Real Potosí, que dejó a los rojos sumidos en una crisis incendiaria. Y puede que despeñado para siempre.

DESACIERTOS

Llegó entonces la hora de inventar, de que Alfaro ejecutara esos compulsivos movimientos tácticos que tan poco le lucen y tan mal acostumbran a salirle. Sustituyó a Amilcar Sánchez (volante de oficio) por Gerardo Berodia, dejando a Suárez en la incómoda función de medio centro, donde inexpresiva y banal resultó su contribución. Con el enganche en el eje, se esperaba que Wilstermann ganara juego, que mejorase la circulación, enriqueciendo la elaboración. Sobre plano, Berodia es el jugador más apto para generar jugadas, mover al equipo y profundizar, algo que temían los potosinos. No sucedió. Wilstermann comenzó por administrar el balón lejos de la portería de Lapszick , con pases rutinarios, y acabó por perder la paciencia. Aparte de un disparo de Machado desde fuera del área y de un remate de Andaveris también desde la media distancia, Wilstermann no dispuso de ocasiones. Esbozó desbordes inconclusos, ensayó frágiles combinaciones cortas, pero casi siempre concluyó tirando inocuos centros frontales.

Sin lograr el pretendido revulsivo con la inserción de Berodia, Alfaro volvió a agitar el banquillo: Alonso sustituyó a Zanotti, modificando el diseño táctico inicial, que asumió la forma de un ultraofensivo 3-3-4. Pasó a defender con tres (Vargas, Zenteno y García, en ese orden); con Machado y Suárez por delante; Alonso se abrió a la banda izquierda y Quero a la derecha; Berodia se mantuvo en la mediapunta y Andaveris y Ramallo formaron pareja en ataque (ocupando los mismos espacios, sin complementarse). Illanes no se quedó parado y dio fuerza al centro del campo con la entrada de Andrada por Bubas (para conservar armada una línea de cuatro volantes con la que estranguló a los rojos en la gestación). No se agrietó el grupo, con la grada en combustión y más de una treta al teatralizar lesiones (típico fútbol basura de este tiempo) para interrumpir el juego. Pero más por miedo que por otra cosa, el cuadro potosino no aprovechó las mil y una calamidades que encaró el local.

Wilstermann se lanzó al ataque, un descenso a tumba abierta tratando de encender la mortecina y efímera luz de su redención. Pero, para terminar de complicar el sombrío panorama en el trémulo crepúsculo de una tarde borrascosa, Alfaro redondeó lo majestuoso de su descalabro con un mayúsculo dislate, que retrata, sin disimulo, su pútrida improbidad: en desventaja, necesitado de soluciones ofensivas, con el rival acorralado y mermado, dio entrada a Luis Carlos Paz (por Gianakis Suárez). Un cambio vil, de abyecto corte defensivo. ¿Qué quiso hacer? Ninguna lógica podrá descifrar, en esta vida o en la otra, el escondido o neblinoso propósito de tamaño absurdo. Creer que Paz, con su escasez a cuestas, podría proveer lo que el equipo demandaba (conjunción, aceleración, coordinación) era incurrir, lisa y llanamente, en una flagrante ingenuidad. El medio centro (cuestionado por la afición), que parece confundir el fútbol con el rugby, apenas entró en escena. Lento y al choque como si fuera un rinoceronte, sólo contribuyó a equilibrar las condiciones de la batalla. Es decir, su presencia equiparó (física y futbolísticamente) el hombre de menos que tenía la visita. Paz entró a restar. Su juego constituyó una fáctica definición de la nada en materia laboral, una elocuente ausencia de sustancia contributiva. Didáctica ejemplificación de las cifras menores que el cero, alegóricamente presentes en los fatigosos ejercicios algebraicos.

Paz nunca se caracterizó por iniciar las jugadas con criterio y da la impresión de que no le ha bastado el cúmulo de años de carrera para tomar conciencia de sus limitaciones. A sus problemas habituales une cierta rigidez y el declive de su vigor. Ya no recorre la cancha, pasea. Es una presencia doliente y el técnico no le alivia. A su alrededor, los encargados de articular el juego entre líneas no aclararon el camino. Berodia, Quero y Alonso se esforzaron sin éxito para combinar, para tirar paredes o para habilitar a los puntas. Cuando el punta es Andaveris, las dificultades se agravan.

Murió Wilstermann a la desesperada, con tres defensas y cuatro atacantes, buscando una jugada aislada, una bola muerta en el área, un penalti raro o un error del rival, que aliviara su angustia, pero no lo encontró. Al contrario, la resistencia potosina obtuvo su recompensa a falta de pocos minutos, en un contragolpe culminado por Chispas con un tiro potente y preciso, cercano al ángulo y lejos de las flojas manos de Cartagena. Frente a la falta de juego y de puntería del local, Chispas dio el golpe definitivo a un equipo sin gracia y devuelto a la mediocridad.

La gente celebró el ingreso de Berodia y animó a su equipo durante diez minutos. Diez. Luego regresó la desesperación en la tribuna, el equipo estaba herido de muerte. Le mataron dos disparos. Uno fue su juego. Otro fue la tozudez de su técnico.

Wilstermann
Jornada 11 - 23.03.2014 16:00 - Finalizado
Real Potosí
WILSTERMANN 0 - 2 REAL POTOSÍ

ALINEACIONES
21 Dennis CARTAGENA   
3 Mauro Andres ZANOTTI  Amarilla54′  SALE67′
22 Edward Mauro ZENTENO   
17 Gianakis SUAREZ    SALE75′
5 Christian Israel VARGAS  Amarilla31′ 
15 Cristhian MACHADO   
11 Ignacio Awad GARCIA   
6 Felix QUERO   
8 Amilcar Alvaro SANCHEZ  Amarilla14′  SALE55′
9 Augusto ANDAVERIS   
18 Rodrigo Luis RAMALLO    
...................
12 Christian German SALINAS   
24 Luis Carlos PAZ    Entra75′
29 Daniel ALONSO    Entra67′
25 Carlos Hugo TORDOYA   
2 David Osvaldo MEDINA   
14 Sergio Daniel GARZON   
10 Gerardo GARCIA    Entra55′
   Henri Willians LAPCZYK 1
   Miguel Angel HURTADO 2
 Sale45+2′   Daniel MANCILLA 15
   Juan Carlos SANCHEZ 4
   Alejandro Leonel MORALES 18
   Eduardo ORTIZ 24
  Normal16′  Limbert MENDEZ 32
 Sale56′   Dino HUALLPA 33
 Amarilla34′Roja45+4′  Darwin PEÑA 34
   Sergio Nicolas BUBAS 9
 Sale67′   Cristian Omar DIAZ 19
...................
   Eder JORDAN 22
 Entra56′   Gabriel Dario DIAZ 5
   Mauricio Simon  PANOZO 14
 Entra45+2′  Normal90′  Freddy CHISPAS 21
   Victor Hugo ANGOLA 31
 Entra67′   Maximiliano Gabriel ANDRADA 10
   Rosauro RIVERO 16

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