ONU: Terror en la República Centroafricana

Bangui, AP
La encargada de las Naciones Unidas para el respeto a los derechos humanos advirtió que el odio entre las comunidades cristiana y musulmana en la República Centroafricana está "a un nivel aterrador", y que incluso las personas que empuñan machetes ensangrentados y llevan partes humanas cercenadas no son arrestadas.


Navi Pillay, alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, describió la situación como de "casi total impunidad, sin justicia, sin ley ni orden salvo por el que proporcionan las tropas extranjeras". Unos 6.000 efectivos africanos para el mantenimiento de la paz y 2.000 soldados franceses tratan de estabilizar el país, pero tienen una presencia limitada fuera de la capital Bangui.

"No puedo dejar de pensar que si la República Centroafricana no fuera una nación pobre oculta en el corazón de África, los terribles sucesos que han tenido lugar —y que siguen sucediendo— habrían estimulado una reacción mucho más enérgica y dinámica por parte del mundo exterior", afirmó Pillay durante una conferencia de prensa en Bangui al concluir una visita de tres días.

"¿Cuántos niños más tienen que ser decapitados, cuántas mujeres y niñas más serán violadas, cuántos otros actos de canibalismo se producirán antes de que realmente nos sentemos y prestemos atención?", agregó.

La República Centroafricana, desde hace tiempo una de las naciones más pobres e inestables del planeta, se hundió en el caos hace un año cuando una alianza de grupos rebeldes de mayoría musulmana en el norte del país derrocó al gobierno de Francois Bozize, presidente por una década.

El gobierno de los rebeldes musulmanes conocidos como seleka se caracterizó por atrocidades, entre ellas el atar a las víctimas juntas y arrojarlas desde puentes a los ríos con el propósito de que se ahogaran o fueran devoradas por los cocodrilos.

Incluso antes de que el líder rebelde convertido en presidente renunciara al gobierno en enero en medio de una creciente presión internacional, Francia había advertido de la posibilidad de un genocidio. Los principales grupos defensores de los derechos humanos también temían que la minoría musulmana del país fuese atacada en represalia.

En realidad, el odio hacia los seleka fue trasladado hacia los musulmanes ordinarios, los cuales han sido acusados de colaborar con ellos. Las turbas han torturado, asesinado y desmembrado a las víctimas islámicas, en ocasiones ante la presencia de los pacificadores internacionales. Decenas de miles de musulmanes han huido para salvar la vida en caravanas hacia naciones como Chad, de mayoría islámica.

"Las organizaciones de la sociedad civil me dijeron que hicieron sonar la alarma antes de que la crisis se tornara en una calamidad, pero nadie escuchó", destacó Pillay.

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