Maniobra arriesgada ante las urnas

El primer ministro turco se juega su futuro en las municipales del día 30

Juan Carlos Sanz
Madrid, El País
“¿Por qué ha cruzado el Gobierno una línea roja de la libertad de expresión si sabía que se iba a poder sortear la prohibición de Twitter?”, se preguntaba ayer, como muchos otros analistas turcos, en una conversación telefónica desde Estambul el periodista Gürsel Göncü. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan teme que los escándalos de corrupción aireados a través de las redes sociales en los dos últimos meses den al traste con las expectativas de su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, en sus siglas en turco) en las elecciones municipales del próximo día 30. Pero sobre todo da la batalla para que el voto nacional a su formación islamista no caiga por debajo del 40% y que tampoco se vea amenazado su control sobre la emblemática alcaldía de Estambul.


Los tuiteros turcos no son precisamente los votantes conservadores y religiosos que han dado tres mayorías absolutas consecutivas al AKP en el Parlamento desde 2002. Su perfil se corresponde con los sectores laicos y prooccidentales que apoyaron la ola de protestas contra Erdogan del pasado verano en las grandes ciudades. Tras las manifestaciones en la plaza de Takism y el parque de Gezi de Estambul muchos han contribuido a difundir en plataformas como YouTube la filtración de una conversación del propio ministro con uno de sus hijos, en la que supuestamente le aconsejaba sobre cómo ocultar una suma millonaria el pasado 17 de diciembre, cuando fueron detenidos los hijos de tres ministros por corrupción.


Las redes sociales han sacado desde entonces a la luz sucesivos escándalos que salpican al Gobierno del AKP. Desde las presiones del poder a los medios de comunicación a las intromisiones políticas en las adjudicaciones de obras públicas, todo está siendo aireado en la Red, mientras se socava el prestigio del partido de Erdogan como fuerza hegemónica.

Turquía entra ahora en un decisivo periodo electoral, con tres comicios —locales, presidenciales (en agosto) y legislativas (junio de 2015)— en el que Erdogan —que se consolidó como líder al ganar la alcaldía de Estambul en 1994— se juega su futuro político. Sobre todo si una parte importante de sus tradicionales votantes, hartos de que la corrupción se haya vuelto a instalar en la Administración, le da la espalda en las municipales. Pero como ha anunciado el analista político Mustafá Akyol, en Turquía ya se ha desatado la caza de brujas.

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