Europa amplía su lista negra mientras prepara nuevas sanciones contra Rusia

Bruselas añade a 12 personas más a las 21 que ya estaban sancionadas
La UE pide a los países miembros que preparen más medidas ante una posible escalada de tensión
La Unión anuncia un pacto comercial con Kiev

Claudi Pérez
Bruselas, El País
La Unión Europea ha ampliado este jueves, en un golpe de efecto coordinado con Washington, sus listas negras de sancionados por la anexión de Crimea con personas cada vez más cercanas al círculo del mandatario ruso Vladímir Putin. Por la tarde, el presidente estadounidense, Barack Obama, dedicó una corta y enérgica comparecencia a anunciar medidas destinadas a dañar sectores claves de la economía rusa y, en particular, a señalar a colaboradores de Putin. La puesta en escena europea fue, lógicamente, distinta, pero el resultado fue el mismo: la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de Bruselas se ha prolongado hasta la medianoche en busca de una respuesta convincente y finalmente ha aprobado ampliar en 12 nombres de alto nivel su lista de sancionados, y ha elevado el tono de las amenazas verbales. Los nombres no se conocerán hasta este viernes, pero entre ellos hay cargos muy elevados de la administración de la Federación Rusa, según confirmaron el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y el del Consejo, Herman van Rompuy, en rueda de prensa pasada la medianoche.


Los líderes dieron un mandato explítico a los socios y a la Comisión para preparar de inmediato “sanciones de largo alcance en los más diversos ámbitos, incluido el embargo de armas” en el caso de que Rusia dé “cualquier nuevo paso que refuerce su comportamiento inaceptable”, explicó pasada la medianoche el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy. Tanto Van Rompuy como el presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, destacaron que Europa evaluará “cualquier incidente adicional” para activar la fase tres de sanciones, que incluye duras medidas económicas. Por último, los líderes de la UE han decidido nombrar su propia misión de observadores en el caso de que la OSCE no pueda hacer su trabajo sobre el terreno.

Palabras, pero no solo palabras: la UE se juega su credibilidad en busca de un equilibrio complicado, que consiste en tratar de robustecer su tradicional poder blando para evitar que Putin flirtee con la idea de extender geográficamente el conflicto. Y, a la vez, sin causar una escalada de represalias económicas que complique las cosas a dos pasos de sus fronteras.

La UE está en una situación terriblemente difícil. Berlín y Londres son firmes partidarios de elevar el listón de las sanciones si Rusia amplía su amenaza a áreas del Este de Ucrania —“habrá más medidas si sigue la escalada”, dijo la canciller Angela Merkel—, aunque eso tenga consecuencias negativas en Europa. E incluso los socios menos favorables a esa opción se van quedando sin argumentos ante el desafío de Putin. La cumbre debatía este jueves la posibilidad de encargar a la Comisión Europea un informe sobre las secuelas de entrar en la fase tres de las sanciones económicas, como medida de presión. El diseño de esas medidas es fundamental para el juego de equilibrios interno en Europa: para ver cómo se distribuye la factura.

Alemania e Italia son los principales importadores de gas ruso; Francia tiene los mayores contratos militares, y Reino Unido concentra buena parte de las relaciones financieras con Rusia. Putin teme por la fragilidad de su economía, pero sabe bien cómo explotar esas diferencias entre los socios. De ahí que Europa haya optado, por ahora, por un enfoque muy gradual: junto con las listas de sancionados —que se ampliarán con 12 nombres más, según las fuentes consultadas; la gran mayoría están también en la lista norteamericana—, la UE apuesta por cancelar una cumbre con Rusia prevista para junio y anuncia la firma solemne de un acuerdo comercial con Ucrania. Pero, a la vez, quiere seguir dialogando.

Ambas partes tienen mucho que perder: más allá de esa caja de Pandora que supone poner en peligro la estabilidad de las fronteras en Europa, un choque de trenes haría descarrilar ambas economías. El 45% de las exportaciones rusas van a la UE; a su vez, Europa concentra en Rusia un 7,3% de sus ventas al exterior, y es muy dependiente del gas.

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