“Estamos listos para luchar por la patria”
Grupos nacionalistas de derechas ganan adeptos en Kiev ante la amenaza rusa
SILVIA BLANCO, ENVIADA ESPECIAL
Kiev, El País
Dos decenas de chavales hacen cola en Kiev ante un edificio custodiado por tres tipos con botas, ropa de camuflaje nueva y pasamontañas. Vienen a alistarse, a responder al llamamiento a la movilización del llamado Sector de Derecha. Andriy, de 30 años, viste como un soldado. “Me compré el traje yo”, cuenta orgulloso. Ha dejado su trabajo de importador de coches. “Estoy dispuesto para luchar”, afirma.
La organización Sector de derecha aglutina a los más extremistas y nacionalistas del Maidán, tienen un aspecto paramilitar y saltaron como un resorte el sábado cuando el Senado ruso autorizó a Vladímir Putin a utilizar el Ejército ruso en Crimea. Enseguida publicaron una lista de números de teléfono en cada ciudad para reclutar voluntarios a la movilización.
Andreiy, de 20 años, es mecánico. Va con vaqueros y chaqueta. “Me alisto aquí porque son los únicos que hacen algo. Esta organización es la única que podría unirse al Ejército si fuera necesario”, afirma este también estudiante de ingeniería. Su amiga Agata, de 20 años, quiere apuntarse para ayudar con sus conocimientos de enfermería. Estuvo en las barricadas y está dispuesta a volver. “Hacía la comida, traía dinero y medicinas”, explica.
“Lo que pasó en Crimea es una provocación”, exclama un chico que dice llamarse Sergei, de 18 años. Del bolsillo de su traje de camuflaje asoma un walkie talkie, y del otro le cuelga un rosario de plástico blanco. Lleva rodilleras y protecciones como de policía antidisturbios. Él ya es veterano del Sector de Derecha. Lleva una barra de metal y del otro bolsillo asoma un martillo. Su compañero Yuri, de 30, afirma: “Estamos preparados para actuar en cualquier situación”, afirma. “Las nuevas autoridades no han dado una respuesta lo suficientemente contundente, por eso cada minuto se nos une gente”.
Aunque en la capital ucrania la mayoría tiende a alabar la importancia de mantener la calma, algunos decidieron pasar a la acción de inmediato. En el bulevar Kreshatik, donde las grandes cadenas comerciales como Nike han vuelto a abrir aunque estén el territorio de las protestas, la sede de los Grupos de Autodefensa es un ir y venir de gente. Están muy organizados y también pelearon por el Maidán. “En las últimas horas, muchos han venido para ofrecer su ayuda. Cada vez somos más, y también en las delegaciones de otras ciudades y regiones por todo el país”, explica una portavoz. Admite que algunos de sus voluntarios “van armados, pero necesitan un permiso especial”. Calcula que hay unas 5.000 personas.
Ellos son los que custodian edificios oficiales y van con la cara descubierta. “Somos como un segundo ejército”, compara la portavoz. “Colaboramos con la policía, patrullamos por la noche, protegemos lugares estratégicos…”, detalla. Una vez en la organización, les dan comida —en todo el Maidán es posible comer en cualquier puesto gratis—, y un sitio para dormir. “Últimamente incluso les asignamos una especie de identificación”, explica la portavoz. En este edificio que era una tienda antes de las protestas, y cuyo dueño cede a las Autodefensas a cambio de que paguen las facturas, registran a los nuevos. Les piden nombre, teléfono, de qué hora a qué hora estarían disponibles si se les necesita y datos de contacto de su familia.
SILVIA BLANCO, ENVIADA ESPECIAL
Kiev, El País
Dos decenas de chavales hacen cola en Kiev ante un edificio custodiado por tres tipos con botas, ropa de camuflaje nueva y pasamontañas. Vienen a alistarse, a responder al llamamiento a la movilización del llamado Sector de Derecha. Andriy, de 30 años, viste como un soldado. “Me compré el traje yo”, cuenta orgulloso. Ha dejado su trabajo de importador de coches. “Estoy dispuesto para luchar”, afirma.
La organización Sector de derecha aglutina a los más extremistas y nacionalistas del Maidán, tienen un aspecto paramilitar y saltaron como un resorte el sábado cuando el Senado ruso autorizó a Vladímir Putin a utilizar el Ejército ruso en Crimea. Enseguida publicaron una lista de números de teléfono en cada ciudad para reclutar voluntarios a la movilización.
Andreiy, de 20 años, es mecánico. Va con vaqueros y chaqueta. “Me alisto aquí porque son los únicos que hacen algo. Esta organización es la única que podría unirse al Ejército si fuera necesario”, afirma este también estudiante de ingeniería. Su amiga Agata, de 20 años, quiere apuntarse para ayudar con sus conocimientos de enfermería. Estuvo en las barricadas y está dispuesta a volver. “Hacía la comida, traía dinero y medicinas”, explica.
“Lo que pasó en Crimea es una provocación”, exclama un chico que dice llamarse Sergei, de 18 años. Del bolsillo de su traje de camuflaje asoma un walkie talkie, y del otro le cuelga un rosario de plástico blanco. Lleva rodilleras y protecciones como de policía antidisturbios. Él ya es veterano del Sector de Derecha. Lleva una barra de metal y del otro bolsillo asoma un martillo. Su compañero Yuri, de 30, afirma: “Estamos preparados para actuar en cualquier situación”, afirma. “Las nuevas autoridades no han dado una respuesta lo suficientemente contundente, por eso cada minuto se nos une gente”.
Aunque en la capital ucrania la mayoría tiende a alabar la importancia de mantener la calma, algunos decidieron pasar a la acción de inmediato. En el bulevar Kreshatik, donde las grandes cadenas comerciales como Nike han vuelto a abrir aunque estén el territorio de las protestas, la sede de los Grupos de Autodefensa es un ir y venir de gente. Están muy organizados y también pelearon por el Maidán. “En las últimas horas, muchos han venido para ofrecer su ayuda. Cada vez somos más, y también en las delegaciones de otras ciudades y regiones por todo el país”, explica una portavoz. Admite que algunos de sus voluntarios “van armados, pero necesitan un permiso especial”. Calcula que hay unas 5.000 personas.
Ellos son los que custodian edificios oficiales y van con la cara descubierta. “Somos como un segundo ejército”, compara la portavoz. “Colaboramos con la policía, patrullamos por la noche, protegemos lugares estratégicos…”, detalla. Una vez en la organización, les dan comida —en todo el Maidán es posible comer en cualquier puesto gratis—, y un sitio para dormir. “Últimamente incluso les asignamos una especie de identificación”, explica la portavoz. En este edificio que era una tienda antes de las protestas, y cuyo dueño cede a las Autodefensas a cambio de que paguen las facturas, registran a los nuevos. Les piden nombre, teléfono, de qué hora a qué hora estarían disponibles si se les necesita y datos de contacto de su familia.