Escocia politiza el petróleo

Los yacimientos del Mar del Norte, antaño soporte financiero de las reformas de Thatcher, dan ahora alas al independentismo a pesar de estar en declive

Walter Oppenheimer
Londres, El País
En los sofisticados cenáculos de la City de Londres y de la burbuja política de Westminster, rara vez se habla de petróleo. Es como si fuera de mala nota traer a la conversación un producto tan sucio, tan contaminante, tan ligado a la economía industrial de la que los londinenses reniegan por anticuada, tan ligado, en fin, a regímenes de dudosa calidad democrática como los países del Golfo Pérsico, Nigeria, Argelia, Rusia o Venezuela.


Y, sin embargo, el petróleo y el gas del Mar del Norte han tenido un efecto crucial para Reino Unido lo mismo en términos económicos que políticos. A pesar de su declive, en el año 2012 suministró el 67% de la demanda de petróleo y el 53% de la demanda de gas del conjunto del país; daba empleo directo o indirecto a 450.000 personas en todo el país; proporcionó al Tesoro británico unos ingresos de cerca de 8.000 millones de euros equivalentes al 15% de la recaudación del Impuesto de Sociedades; propició la exportación de mercancías británicas por valor de casi 8.500 millones de euros y realizó una contribución de 47.000 millones de euros en la balanza de pagos de Reino Unido, de acuerdo con los datos divulgados esta semana pasada por sir Ian Wod, autor de un informe capital sobre el futuro del sector.

Del petróleo solo se habla cuando se trata de discutir la cuestión de la independencia de Escocia. Y, sin embargo, el que antes fuera llamado oro negro ha jugado un papel crucial en la política británica desde que en 1964 el Gobierno de Su Majestad concediera las primeras licencias para extraer gas y petróleo en la plataforma continental de Reino Unido (o UKCS en sus siglas en inglés), en las gélidas aguas del Mar Negro a la altura de Escocia. Desde entonces, la industria ha invertido más de 600.000 millones de euros (a precios de 2012) y el Tesoro británico ha ingresado 375.000 millones de euros, según el informe anual de 2013 de Oil & Gas UK.

Esas cifras fabulosas, además de su carisma y de la guerra de las Malvinas, acabaron siendo un factor decisivo en el éxito de Margaret Thatcher, que se apoyó en ese dinero para llevar a cabo sus reformas económicas.

Pero el petróleo del Mar del Norte está también detrás de la emergencia del independentista SNP (siglas en inglés del Partido Nacional Escocés), que de casi la nada (entre el 0,3% y el 1,2% de los votos entre 1935 y 1954) pasó a conseguir el 5% en 1966 y más del 11% de los votos escoceses en las generales británicas de 1970. Desde entonces, salvo excepciones, ha estado siempre entre el 17% y el 22%. Es esa irrupción de los independentistas en la escena política lo que llevó a crear el sistema autonómico actual, con la intención de desviar hacia el autonomismo las ansias de independencia que se estaban alimentando entre los escoceses, que empezaron a ver en los ingresos del petróleo una vía de escape a la preeminencia de Londres en el conjunto de Reino Unido.

Ahora, después de que el SNP haya conseguido convocar el referéndum sobre la independencia de Escocia del próximo 18 de septiembre, el petróleo vuelve a ser noticia. Para los independentistas, el crudo y el gas del Mar del Norte es la garantía de que Escocia puede valerse por si misma, sin la muleta de Westminster. Aunque muy importante, el petróleo solo representó el 1,7% de los ingresos fiscales británicos en 2011-12 pero habrían supuesto el 20% de los escoceses en el caso de haberse devengado en Edimburgo.

Pero los años de las vacas gordas petroleras pasaron hace ya cierto tiempo y los campos del Mar del Norte están entre los menos rentables del mundo. Se cree que hay todavía enormes reservas por descubrir, pero eso necesita un respaldo financiero que según el primer ministro británico, David Cameron, solo Reino Unido, pero no una Escocia independiente, puede garantizar.


El ministro principal escocés y líder del SNP, Alex Salmond, opina lo contrario: Londres no ha hecho más que dilapidar 50 años de ingresos del petróleo y una Escocia independiente seguiría el ejemplo de Noruega y crearía un fondo soberano que le permitiría afrontar eventuales choques económicos y prolongar en el tiempo la riqueza del país, incluyo cuando se hubieran agotado los pozos.

Al margen de las querellas políticas, las cifras dicen que la producción de los pozos del Mar del Norte alcanzó su punto álgido en 1999, cuando se extrajeron 4,6 millones de barriles. Desde entonces la producción ha ido declinando a una media del 7% anual y el 38% en los últimos tres años.

En los años 70 y 80 había pocos campos pero enormes. La extracción era fácil y rentable. Ahora hay muchos campos, más de 300, pero son mucho más pequeños y la extracción es más difícil y costosa. "La eficiencia de la producción es un factor critico para maximizar el retorno y ha caído del 80% hace una década al 70% en 2010 y una media del 60% en 2012", advierte sir Ian Wood en su informe. La exploración de nuevos campos está a mínimos históricos, buena parte de la maquinaria tiene ya 30 años o más y, en campos que apenas utilizan las nuevas tecnologías, la plataforma continental británica se ha convertido en uno de los campos petroleros más caros del mundo.

No es que se haya acabado el petróleo, puede que lo haya aún para 30 o 40 años, buscarlo y extraerlo es mucho más caro que antes y mucho más caro que en otros sitios. Con independencia o sin ella, la explotación de petróleo en el Mar del Norte tiene que renovarse o morir. No necesariamente una buena noticia para los partidarios de la independencia de Escocia.



Datos clave

A pesar de su declive, en el año 2012 suministró el 67% de la demanda de petróleo y el 53% de la demanda de gas del conjunto del país; daba empleo directo o indirecto a 450.000 personas.

El petróleo solo representó el 1,7% de los ingresos fiscales británicos en 2011-12 pero habrían supuesto el 20% de los escoceses de haberse devengado en Edimburgo.

La producción de los pozos del Mar del Norte alcanzó su punto álgido en 1999, cuando se extrajeron 4,6 millones de barriles. Desde entonces la producción ha ido declinando a una media del 7% anual y el 38% en los últimos tres años.

En los años 70 y 80 había pocos campos pero enormes. La extracción era fácil y rentable.

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