El diésel, la polución y el ‘made in France’

El índice de contaminación en París obliga a restringir el tráfico

Juan Peces
Paris, El País
Si para algo ha servido el alto índice de polución en París y en la veintena de municipios que la circundan en la región de Île-de-France es para poner el medio ambiente (y las propuestas políticas a nivel local, regional y estatal) en el primer plano del debate. Y para recordar, de paso, que la contaminación no es solo el resultado de una política ecológica deficitaria, sino un problema acuciante y a largo plazo de salud pública.


Una leve mejoría de la concentración de partículas nocivas —y, quizá, la inminencia de los comicios locales— han llevado a las autoridades a levantar las restricciones a la circulación, que en realidad duraron pocas horas. Este lunes solo podían circular algunos coches, dependiendo del número de matrícula y algunos otros requisitos. Pero a partir de la media noche ya pueden rodar todos. Otras medidas anteriores, como el transporte público gratuito decretado el viernes tampoco están ya en vigor. Pero el debate sigue de plena actualidad.

En plena batalla de cara a las elecciones municipales que se celebran este fin de semana en primera vuelta, los políticos intentan repartirse las responsabilidades de los picos de contaminación (por acción u omisión) y los representantes de partidos ecologistas (incluidos los dos ministros ecologistas, Cécile Duflot y Pascal Canfin), entretanto, presionan para hacer avanzar la agenda medioambiental en materia de transportes.

De nuevo, el diésel es señalado como principal responsable del aumento de partículas en suspensión y de sus efectos perniciosos para la salud. Y con él, el sector de transportes, uno de los cuatro factores a los que la Agencia del Medio Ambiente achaca el repunte de la contaminación, junto a la agricultura, las fábricas y los hogares que usan la madera como combustible en sus sistemas de calefacción.

El motor diésel, inventado por el ingeniero francoalemán Rudolf Diesel y mejorado posteriormente por la potente industria automovilística francesa (Renault, PSA Peugeot Citroën), está fuertemente ligado a la economía gala: la prensa recuerda que esta modalidad de transporte representó en 2011 el 72% de las ventas de coches y el 60% del parque móvil, aunque la tendencia es a la baja.

Entre las ventajas fiscales de que goza el diésel se encuentran una Tasa Interior de Consumo de Productos Energéticos (TICPE) inferior al resto de derivados del petróleo, fuertes deducciones del IVA y un tratamiento favorable en la Tasa sobre los Vehículos de Empresa (TVS).

Pascal Canfin, viceministro de Desarrollo adscrito al Ministerio de Exteriores y miembro –al igual que la ministra de Medio Ambiente— de Europe Écologie-Les Verts, se ha manifestado a favor de reabrir el debate sobre la fiscalización del diésel. En declaraciones a Le Parisien, Canfin pide una conferencia "con los fabricantes de automóviles, las empresas petroleras y los profesionales del sector sanitario para que extraigamos lecciones de esta crisis". Y se pregunta: "¿Es oportuno gastar [o dejar de ingresar] siete millardos de euros en ventajas fiscales para un producto [el diésel] ciertamente cancerígeno?". Finalmente, Canfin expresa su deseo de que la revisión del tratamiento fiscal de ese tipo de combustible sea incluida en el proyecto de presupuestos de 2015.

En cuanto a los efectos sobre la salud, la eurodiputada verde Karima Delli ha recordado que, "según el informe Clean Air for Europe de la Comisión Europea, la polución por micropartículas [directamente relacionada con el diésel] causa en Francia 42.000 fallecimientos al año". A pesar de ello, un estudio publicado en la revista Sciences et avenir concluyó que tan solo "un 23,8% del parque de vehículos con motores diésel está equipado con filtros de partículas".

Mientras, los ecologistas acusan a los socialistas de tomar decisiones tardías y oportunistas. Las primeras medidas disuasorias en la capital duraron pocas horas. Si el lunes por la tarde las autoridades anunciaban el fin de la gratuidad de los transportes públicos y, sobre todo, de la restricción a la circulación de vehículos por días alternos (bajo amenaza de multa de entre 22 y 75 euros), el primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, se lamentaba de que "ciertas personas no han sido conscientes de la importancia de las medidas". Ayrault dijo que el de la contaminación "es un problema persistente", por lo que anunció que las medidas serían "ampliadas".

En esa línea encaja la noticia de que el Ministerio de Industria quiere que, "de aquí a tres años, se pueda atravesar Francia [en coche eléctrico] sin quedarse tirado en medio del campo"; para ello, prevé la instalación de puntos de recarga cada 50 kilómetros de vía, según fuentes del entorno del titular de Industria, Arnaud Montebourg, citadas por Le Parisien.

Claro, que Montebourg es el mismo ministro que en 2013 se opuso a igualar la fiscalidad del diésel con la de otros carburantes (como pidió el Tribunal de Cuentas) con la excusa de que "atacar el diésel sería atacar el made in France".

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