Ecuador empieza a sufrir desabastecimiento

Quito, AFP
Con una inflación superior al 50% y una tasa de desabastecimiento por encima del 22%, la situación de millones de venezolanos es cada vez más crítica. Este desastre socioeconómico no impide que algunos observadores aplaudan el modelo del socialismo del siglo XXI, fijándose en Ecuador como nuevo ejemplo a seguir.


Sin embargo, el país andino no es comparable con Venezuela debido a su particular régimen monetario. En Ecuador no hay divisa propia desde que, en el año 2000, se adoptó el dólar estadounidense. Esta ausencia de soberanía monetaria coincidió con una reducción significativa de la inflación, que pasó de rondar el 100% a situarse en niveles inferiores al 10%.



Por este motivo, llegar a una situación de inflación rampante se antoja poco realista, y esto redunda en un riesgo relativamente bajo de desabastecimiento. Sin embargo, diferentes analistas llevan tiempo alertando sobre la adopción diferentes medidas que actúan en contra de la dolarización y de la libertad económica.

Un ejemplo son los continuos aumentos de las restricciones comerciales. Solamente en junio de 2012 se subieron hasta 100 aranceles diferentes. A esto se une la pérdida del acuerdo comercial preferencial con Estados Unidos (ATPDEA) o la no integración del país en los acuerdos de liberalización comercial de la Alianza del Pacífico.

El régimen de Rafael Correa también ha aprobado diferentes leyes de fijación de precios, apostando también por crear un impuesto aplicado a la salida de divisas. De nuevo, hablamos de medidas que pueden acabar desencadenando un problema de escasez. De hecho, la entrada de inversiones extranjeras ya refleja una caída significativa: si antes era el 0,9% del PIB latinoamericano, hoy ya solamente asciende al 0,3%.

Restricciones comerciales

En los primeros días de 2014 se han dado a conocer diferentes informaciones que apuntan a un posible problema de desabastecimiento en diferentes sectores. Todo empezó cuando se publicó que la cadena de restaurantes de comida rápida Burger King enfrentaba un problema de escasez en sus establecimientos de Guayaquil. En 16 puntos de venta de la empresa de fast food ya no se están vendiendo hamburguesas de carne.

Las barreras comerciales también están creando un problema de desabastecimiento en la filial ecuatoriana de Coca-Cola. La empresa ha denunciado públicamente que los materiales necesarios para el proceso de embotellamiento se están quedando en las aduanas debido a las regulaciones y normativas impuestas por el régimen del socialismo del siglo XXI.

Otro ejemplo de desabastecimiento: los productos de higiene y cosmética también empiezan a escasear. Los procesos de importaciones adoptados por Ecuador dificultan sobremanera la entrada de materiales, lo que según el diario El Comercio estaría afectando a unas 500.000 vendedoras directas.

El petróleo como variable clave

Si en 2007 Ecuador ingresaba 1.764 millones de dólares en concepto de ingresos del petróleo, entre 2011 y 2013 se han registrado niveles superiores a los 5.500 millones. Estos petrodólares han financiado un significativo aumento de los presupuestos públicos que maquillan la caída de la inversión privada.

Gracias al crecimiento de las rentas del petróleo, el PIB arroja datos de crecimiento aparentemente positivos. Sin embargo, los fundamentales del país andino se están deteriorando a marchas forzadas:

La deuda pública va a más. Desde que Rafael Correa llegó al poder, su ratio per cápita sube un 50%.

La creación de empleo formal es anémica. Su peso sobre la población total solamente aumenta en tres puntos porcentuales. Buena parte del empleo creado son puestos burocráticos; no en vano, el gasto en sueldos de empleados públicos creció un 100% entre 2007 y 2011.

El gasto estatal sube más de un 20% cada año y se acerca al 50% del PIB. En este sentido, la partida de subsidios crece un 150% desde 2006, capturando al 40% de la población.

Es de esperar que una caída del precio del petróleo ponga de relieve estos aspectos de la economía ecuatoriana que hoy no parecen generar mucha preocupación.

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