Diego Costa, más lider cada día
En el minuto 89, Diego Costa estaba esprintando como un loco hasta la línea de fondo. Por si no había quedado claro, en la siguiente jugada atemorizó a la defensa con otra embestida de búfalo. En cada una de esas carreras aparentemente innecesarias, esfuerzos que la estrella tipo se ahorra pensando en mañana, en guardar gasolina que estamos en primavera, reside la grandeza de un delantero fabuloso. Un futbolista tremendo que ante el Granada marcó su 24º gol de la liga (32 en todas las competiciones) y reforzó el liderato de un Atleti que aventaja en un punto al Barça y en tres más el average particular al Madrid. No sólo no se ha caído sino que llegará en cabeza a abril, la única duda que queda es si sus aficionados llegarán a junio. Vivos o serenos.
Porque el Atleti sufrió, nada nuevo. Comenzó bien, mandando con Arda al frente. El problema fue que el turco perdía la lucidez en cuanto veía la portería. A los nueve minutos, tras un rechace, el balón le cayó con Roberto vencido; con poco ángulo, menos tiempo y demasiadas piernas, no atinó. Poco después culminó una buena jugada entre Diego Costa y Cebolla con un remate impropio de él. A las nubes. Ni siquiera Arda es perfecto.
Superada la ventisca inicial, el Granada fue cogiendo confianza. Normal con dos futbolistas arriba como Brahimi y El Arabi, un peligro constante a la contra. También ayudó que el Atleti estuviera defendiendo el liderato con una banda izquierda Insua-Cebolla. Luego dirán que no existen los milagros. El primer aviso visitante llegó por ese costado y lo solventó, quién si no, Diego Costa con una carrera enloquecida de 60 metros para evitar el disparo a bocajarro de Riki. En serio, el tipo es un replicante.
El Arabi encadenó dos ocasiones (tiro lejano tras robo y caño a Tiago y cabezazo cruzado) antes de que Brahimi cerrara el primer tiempo obligando a Courtois a desviar a córner un disparo venenoso junto al palo. Aunque entre medias el árbitro anuló bien un gol de Tiago por falta previa de Godín, el descanso le vino bien al Atleti, justo pues la ansiedad amenazaba con devorarle. Al rincón de pensar.
Pero la reanudación acabó por extender los nervios por el Manzanares. Brahimi lanzó otra contra peligrosa que salvó Miranda (otro clásico) y, en el córner consiguiente, Recio no acertó a empujar un balón suelto. Y cuando la afición hiperventilaba, a Simeone le dio un ataque de entrenador. De entrenador bueno. Cuando todos esperábamos a Koke, Diego o Raúl García, él metió a Sosa. Estupor general. Cómo no podía ser de otra forma, el argentino fue clave en el triunfo. Si el próximo día quita a Courtois y saca al Mono Burgos, yo no rechisto.
Como la fluidez no aparecía, el Cholo desenfundó el bazooka: el balón parado. Y en eso, Sosa es un fenómeno. Puso dos córner seguidos que seguramente podría rematar Rompetechos. Si en vez de eso los cabecea Diego Costa, estás muerto. Eso le sucedió al Granada: el primero lo salvó Roberto sobre la línea, el segundo sólo lo vio pasar hacia la red. Era el minuto 63 y el Atleti respiró.
Sorprendentemente, soltado el lastre, los del Cholo se desabrocharon un par de botones más de los habituales y aceptó un partido de ida y vuelta algo temerario. Gabi y Costa pudieron sentenciar, pero Tiago perdió un par de balones que volvieron a poner a prueba el corazón de un Manzanares que sólo disfrutó de verdad dos veces: cuando el Sevilla marcó el 2-1 y al final. Un partido menos, quedan ocho. El líder sufre, el líder aguanta.