Clásico Barça

Por Javier Birlanga
Madrid, La Semana

Otro Clásico más. Otra vez con polémica y otra vez con Iniesta y Messi desatados. El partido entre el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona del domingo por la noche fue más de la época de Guardiola que de la dominada por José Mourinho. Sin duda, el Tata Martino calló bastantes bocas en Catalunya con su planteamiento, aunque hay que matizar.


Para empezar, el Real Madrid tuvo un error de salida que tiene dos posibles apreciaciones y un mismo culpable: Carlo Ancelotti. O bien el italiano pidió que esperaran atrás para salir rápido a la contra, o bien no les dejó claro que el Clásico es un partido para morder en cada jugada. Solo Di María cumplió con ese factor. Mientras que El Fideo hacía presión física sobre sus rivales y no paraba de robar balones, el resto del equipo presionaba posicionalmente.

La presión posicional es lo peor que puedes hacer ante el Barcelona. Si vas dejando que Xavi, Iniesta, Fábregas, Busquets, Jordi Alba y Messi toquen y toquen, finalmente encontrarán huecos para destrozarte entre líneas. Y así pasó que la primera que le cayó a Andrés fue para adentro.

El Madrid no sabía que hacer y entonces apareció Di María. El argentino cuajó un primer tiempo espectacular, en gran medida por méritos propios, aunque no le faltó la ayuda de un Dani Alves al que parece habérsele olvidado defender. Benzema falló la primera que le regaló Ángel, pero las otras dos no las desperdició y el cuadro blanco se puso por delante.

Pero el Madrid seguía sin ser el Madrid de esta temporada y el Barça era el de siempre, por lo menos de medio campo hacia adelante. Siguieron tocando con permiso de los madridistas y si a Messi le cae un balón en el área, es difícil pararlo. Quizás un portero sobrenatural como Iker Casillas la hubiera parado, pero estaba en el banquillo.

Y en la segunda parte aparece un vigésimotercer protagonista. Undiano Mallenco no pasó desapercibido en todo el segundo acto, teniendo errores de bulto. Tres goles hubo en el segundo tiempo, y todos ellos fueron de penalti. Cristiano Ronaldo y Leo Messi no perdonaron, pero el Barça se llevó el partido. Undiano no fue determinante, en absoluto, pero se equivocó. Igual que muchos otros en muchos partidos. No hay que masacrar a nadie, pero el arbitraje español debe hacérselo mirar. Por el bien de todos.

Aún así, hay que matizar ciertas cosas del segundo tiempo también. Con Di María fundido, en el segundo período apareció Luka Modric para darle mejor salida de balón al equipo, y eso lo notó. No obstante, el hecho de quedarse con un jugador menos fue vital para el devenir del partido. Aunque más importante fue sin duda el partido de Messi e Iniesta. El manchego fue el mejor del encuentro dirigiendo el juego culé con una tranquilidad pasmosa. Otra exhibición más de Iniesta en el Bernabéu, y ya van unas cuantas. Messi no estuvo tan participativo como otros días, pero cuando participó fue letal para su equipo.

Volviendo a Undiano, es evidente que tuvo un mal partido, pero sería ilógico que unos u otros se quejasen. Hay tres penaltis, y seguramente ninguno fue, pero el que seguro que no fue, es el que pitaron al Real Madrid. Parece absurdo salir diciendo que los árbitros no quieren que el Real Madrid gane la Liga el día que te pitan una pena máxima que fue fuera del área.

Justificar la derrota en los fallos arbitrales es de perdedores. De no querer reconocer tus errores y de tener poca autocrítica. En el Clásico, el Barcelona ganó porque fue superior, jugó un largo tramo contra 10, y sobre todo, porque el Real Madrid no fue el Real Madrid de este año. La final de Copa del Rey será diferente, pero los blancos deben aprender de sus errores, si no, la fiesta volverá a ser azulgrana.

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