San Lorenzo recuperó la alegría ante Racing
Nahuel Lanzillotta
Buenos Aires, Clarín
Sus primeros pasos del año lejos estuvieron de coincidir con la huella que San Lorenzo se dibujó para este semestre. El campeón debía una muestra de las credenciales que por nombre lo candidatean a revalidar el título y por propias ilusiones a tirarse de cabeza a la Copa Libertadores, ese premio con el que sueña desde los tiempos en blanco y negro. Y el estreno de 2014 en su estadio en el clásico con Racing fue el marco ideal para reencontrarse con el gol, con el triunfo y con toda esa gente que sigue con la moral en alza desde diciembre.
Ese toqueteo que exhibió sobre todo en la primera parte fue la demostración que la llama del buen juego sigue viva en San Lorenzo. Por momentos muy superior a un Racing cortito, con su doble cinco (Campi-Zuculini) con la espalda casi pegada a su última línea, el conjunto de Bauza tuvo en Ortigoza a su constructor. El ex Argentinos fue el rey del delivery de la pelota azulgrana. En el Nuevo Gasómetro debería existir un eslogan que diga: "Si un pase de Ortigoza no llega al pie de un champañero le devolveremos su dinero". Y hasta le pega al arco el mediocampista cuando puede, como en la primera de peligro que rebotó en Ortiz y se perdió en el tiro de esquina.
De ahí para adelante, San Lorenzo fue demasiado fútbol para un Racing tan especulador. A las buenas sociedades, le sumó el factor del dinamismo y así el juego del campeón volvió a ser el del campeón. Eso incluye las desatenciones defensivas que también presentaba el equipo de Juan Antonio Pizzi y por eso terminó con sufrimiento. Que Romagnoli por derecha. Que Romagnoli por izquierda. Que Correa por el medio. Que Correa por izquierda. Que Blandi en el área. Que Blandi al lado de Correa. San Lorenzo no se quedó un segundo quieto y así desconcertó aún más a los de Mostaza. Y de tanto tocar, el Ciclón creó un golazo de tijera para cortar con el cero injusto del marcador. De los pies de Piatti nació el envío aéreo desde la izquierda, el que falló fue Cahais y Blandi se mandó una pirueta de circo para su primer grito en azul y rojo.
Las dos líneas de cuatro de Racing no parecían ser un obstáculo para los de Boedo. Y si no era por un lado, era por el otro. Piatti y Mas fueron otra relación productiva. El sanjuanino anticipó a Villar y se la dejó a Nacho. Entre ambos generaron una de riesgo que terminó con el centro del lateral interrumpido debajo del arco de Saja por Saveljich. Otra: Correa-Piatti-Blandi y el cabezazo del goleador que se durmió en el techo del arco rival.
¿Racing tuvo la pelota en algún momento? Claro que sí. Tras el 1-0, tuvo que salir a buscar a Torrico. Sumando metros como en el Super Bowl, Racing se fue acercando. La pelota quieta fue su arma. Así cabeceó cerca Ortiz, que después bajó en su área a Piatti, aunque el árbitro Loustau no cobró penal. Merlo mandó a la cancha a Vietto y a Camoranesi y la cara pálida de La Academia tomó color. Primero Hauche definió mal. Y luego Torrico salvó el tiro de Vietto, tras gran asistencia de Camoranesi.
De todas maneras, cuando San Lorenzo agarró la pelota, marcó la diferencia. Piatti creció a la par de Ortigoza. Tuvo varias para liquidarlo, como Correa y una increíble de Blandi. Ninguno pudo.
El campeón volvió a ser el campeón. Tanto que hasta necesito otra vez de San Torrico, que sobre el final se quedó con el empate de Camoranesi. San Lorenzo recuperó la memoria y le dio a Racing un baño de realidad.
Buenos Aires, Clarín
Sus primeros pasos del año lejos estuvieron de coincidir con la huella que San Lorenzo se dibujó para este semestre. El campeón debía una muestra de las credenciales que por nombre lo candidatean a revalidar el título y por propias ilusiones a tirarse de cabeza a la Copa Libertadores, ese premio con el que sueña desde los tiempos en blanco y negro. Y el estreno de 2014 en su estadio en el clásico con Racing fue el marco ideal para reencontrarse con el gol, con el triunfo y con toda esa gente que sigue con la moral en alza desde diciembre.
Ese toqueteo que exhibió sobre todo en la primera parte fue la demostración que la llama del buen juego sigue viva en San Lorenzo. Por momentos muy superior a un Racing cortito, con su doble cinco (Campi-Zuculini) con la espalda casi pegada a su última línea, el conjunto de Bauza tuvo en Ortigoza a su constructor. El ex Argentinos fue el rey del delivery de la pelota azulgrana. En el Nuevo Gasómetro debería existir un eslogan que diga: "Si un pase de Ortigoza no llega al pie de un champañero le devolveremos su dinero". Y hasta le pega al arco el mediocampista cuando puede, como en la primera de peligro que rebotó en Ortiz y se perdió en el tiro de esquina.
De ahí para adelante, San Lorenzo fue demasiado fútbol para un Racing tan especulador. A las buenas sociedades, le sumó el factor del dinamismo y así el juego del campeón volvió a ser el del campeón. Eso incluye las desatenciones defensivas que también presentaba el equipo de Juan Antonio Pizzi y por eso terminó con sufrimiento. Que Romagnoli por derecha. Que Romagnoli por izquierda. Que Correa por el medio. Que Correa por izquierda. Que Blandi en el área. Que Blandi al lado de Correa. San Lorenzo no se quedó un segundo quieto y así desconcertó aún más a los de Mostaza. Y de tanto tocar, el Ciclón creó un golazo de tijera para cortar con el cero injusto del marcador. De los pies de Piatti nació el envío aéreo desde la izquierda, el que falló fue Cahais y Blandi se mandó una pirueta de circo para su primer grito en azul y rojo.
Las dos líneas de cuatro de Racing no parecían ser un obstáculo para los de Boedo. Y si no era por un lado, era por el otro. Piatti y Mas fueron otra relación productiva. El sanjuanino anticipó a Villar y se la dejó a Nacho. Entre ambos generaron una de riesgo que terminó con el centro del lateral interrumpido debajo del arco de Saja por Saveljich. Otra: Correa-Piatti-Blandi y el cabezazo del goleador que se durmió en el techo del arco rival.
¿Racing tuvo la pelota en algún momento? Claro que sí. Tras el 1-0, tuvo que salir a buscar a Torrico. Sumando metros como en el Super Bowl, Racing se fue acercando. La pelota quieta fue su arma. Así cabeceó cerca Ortiz, que después bajó en su área a Piatti, aunque el árbitro Loustau no cobró penal. Merlo mandó a la cancha a Vietto y a Camoranesi y la cara pálida de La Academia tomó color. Primero Hauche definió mal. Y luego Torrico salvó el tiro de Vietto, tras gran asistencia de Camoranesi.
De todas maneras, cuando San Lorenzo agarró la pelota, marcó la diferencia. Piatti creció a la par de Ortigoza. Tuvo varias para liquidarlo, como Correa y una increíble de Blandi. Ninguno pudo.
El campeón volvió a ser el campeón. Tanto que hasta necesito otra vez de San Torrico, que sobre el final se quedó con el empate de Camoranesi. San Lorenzo recuperó la memoria y le dio a Racing un baño de realidad.