Rusia está preparada y cruza los dedos para que Sochi sea una gran fiesta del deporte
Moscú, EFE
Rusia cruza hoy los dedos para que los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, que se inauguraran este viernes, sean exclusivamente una gran fiesta del deporte y ahuyentar así los fantasmas del boicot político y las críticas de homofobia enarboladas por Occidente.
“Rusia está preparada para los Juegos. El principal objetivo es convertir los Juegos Olímpicos de Sochi en una fiesta para todos los amantes del deporte en el mundo”, afirmó Vladímir Putin, presidente ruso.
Rusia cruza hoy los dedos para que los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, que se inauguraran este viernes, sean exclusivamente una gran fiesta del deporte y ahuyentar así los fantasmas del boicot político y las críticas de homofobia enarboladas por Occidente.
“Rusia está preparada para los Juegos. El principal objetivo es convertir los Juegos Olímpicos de Sochi en una fiesta para todos los amantes del deporte en el mundo”, afirmó Vladímir Putin, presidente ruso.
Putin ha dedicado grandes esfuerzos durante las últimas semanas a garantizar al COI y a la comunidad internacional que en Sochi está todo bajo control y que no hay nada que temer, ni desde el punto de vista de la seguridad ni desde el de la discriminación de las minorías.
“Quiero asegurar que haremos todo lo posible para que Sochi sea un lugar hospitalario para todos los participantes y todos los invitados”, dijo.
Este país ha hecho durante los últimos siete años un esfuerzo titánico, no en vano se trata de los Juegos más caros de la historia, para demostrar al mundo que es capaz de organizar una olimpiada, como hiciera la Unión Soviética en Moscú 1980.
El camino no ha sido fácil, ya que la organización de Sochi 2014 se ha visto salpicada por no pocos escándalos y, finalmente, el coste se ha disparado desde los 12.000 millones de dólares iniciales a los actuales 50.000 millones.
Por poner un ejemplo, los anteriores Juegos de Invierno organizados por la ciudad canadiense de Vancouver salieron por 8.300 millones de dólares, mientras Sochi también supera a Pekín 2008, cuyo coste ascendió a más de 42.000 millones de dólares.
Desde el principio, Rusia hizo oídos sordos a los críticos y a los agoreros y ha logrado convertir el principal balneario soviético y ruso a orillas del mar Negro en una capital mundial del deporte de invierno.
La escasez de nieve ya no es un problema -hay 16 millones de metros cúbicos de nieve almacenada-, las instalaciones deportivas están a punto y las comunicaciones entre las montañas y la villa olímpica son del más alto nivel.
Casi 6.000 deportistas de 88 países competirán durante las próximas dos semanaspor las 98 medallas en juego en modalidades como esquí alpino, hockey sobre hielo, bobsleigh, biatlón o snowboard.
No obstante, la atención no está centrada en el deporte, sino en la ley aprobada en Rusia contra la propaganda homosexual, que ha llevado a muchos activistas a pedir el boicot de los Juegos de Sochi.
“No tenemos una prohibición sobre las relaciones sexuales no tradicionales. La prohibición es sobre la propaganda de la homosexualidad y la pedofilia”, resaltó Putin.
A diferencia de Moscú 1980, ningún país ha boicoteado los Juegos, pero es verdad que varios mandatarios de países occidentales como los presidentes de EE UU, Barack Obama, y Francia, Francoise Hollande, y el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, han anunciado públicamente que no acudirán a los Juegos de Putin.
Hasta el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, condenó hoy en Sochi cualquier discriminación contra los homosexuales y ha llamado a “alzar las voces contra los ataques a lesbianas, gays, bisexuales, transexuales o intersexuales”.
Mientras, los presidentes de China, Xi Jinping, y Ucrania, Víktor Yanukóvich, y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, han confirmado su presencia, al igual que otro medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, y varias familias reales.
En cuanto a la seguridad de los Juegos, amenazados por la guerrilla islamista del Cáucaso, el Kremlin asegura que está garantizada con decenas de miles de policías, buques de guerra, drones y baterías antiaéreas.