Lidema señala a las lluvias y las represas brasileñas como factores de inundaciones en Bolivia
La Paz, Oxígeno
La Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema) identificó este jueves al menos dos factores que han provocado graves inundaciones en municipios del departamento del Beni. Aseguró que la construcción de megarepresas en el vecino país de Brasil y las fuertes lluvias, a causa del calentamiento global, golpearon a esa región.
“Varias organizaciones, entre ellas Lidema, alertaron desde el año 2007 sobre los riesgos de la fuerte alteración hidrológica de la cuenca del río Madera, a partir de la construcción de las megarepresas Jirau y San Antonio en Brasil. San Antonio se encuentra a unos 180 kilómetros de la frontera con Bolivia (muy cerca de la ciudad brasilera de Porto Velho) y Jirau, a escasos 85 kilómetros del territorio boliviano”, indica su comunicado de prensa.
A esto se suma la alta tasa de deforestación en Bolivia y Brasil, que además de ampliar las emisiones de gases de efecto invernadero que aportan al calentamiento global, incide en un mayor escurrimiento de las aguas.
Según un seguimiento detallado del desarrollo de dichas represas, “se conoció la competencia entre los consorcios empresariales de Jirau y San Antonio para ir aumentando la potencia de generación de energía de ambos”.
En 2010, Jirau obtuvo el permiso de la Agencia de Energía de Brasil para aumentar seis turbinas más, a las 44 del diseño original y, a fines de 2012, “la autorización para subir la altura del reservorio (y del dique), por encima de los 74,8 metros originalmente establecidos, con lo que su embalse aumentaría de 350 km² a 430 km² y su potencia de energía de 3.300 a 3750 MW”.
El pasado año, San Antonio fue autorizado para aumentar turbinas y elevar el dique, así como la altura de su reservorio, “el área de inundación aumentó de 350 km2, a 421 Km2, y su potencia de 3.150 a 3.570 MW”.
Según el Lidema, esta situación, que no tomó en cuenta sus impactos sobre la hidrología del río, de los ecosistemas y la vida de la gente de la región, fue advertida a mediados de 2013, cuando se señaló que una mayor manipulación de la hidrología del río Madera, podía llegar a ocasionar procesos de mayor retención de aguas e inundaciones anómalas, especialmente en años húmedos, producto de la alternancia de los fenómenos Niño-Niña, como en 2007 y 2008.
Para la entidad no gubernamental, todo parece señalar que el cambio climático habría influido sobre un “comportamiento anómalo de la Zona de Convergencia Intertropical, los centros de baja presión en la línea ecuatorial y el comportamiento de los vientos alisios, que transportan la lluvia a la Amazonía”.
El Lidema también asegura que el problema no se debe tanto a que las aguas del represamiento de Jirau suban hasta Cachuela Esperanza o Trinidad, sino que el agua no baje como debería hacerlo, porque la represa retarda su drenaje.
“Al haber provocado la alteración de la dinámica hidrológica del río Madera que ahora no permita que las grandes inundaciones provocadas por lluvias agigantadas puedan drenar adecuadamente sus aguas. En otras palabras, el Madera es un río embozado o “entupido” como se dice en portugués”, dice la nota.
Esta situación empeoraría aún más en caso de que Bolivia decida construir las megarepresas de Cachuela Esperanza y la binacional Ribeirão, por lo que el Estado boliviano, bajo el principio precautorio, debería hacer un replanteamiento de sus políticas energéticas.
Además, pide que Bolivia exija una auditoría ambiental internacional, para la evaluación del impacto actual y de los riesgos y consecuencias futuras de la alteración de la hidrología del río Madera, por las megarepresas de Brasil.
Varios centros meteorológicos a nivel mundial ya han advertido una alta probabilidad de la afluencia del fenómeno de El Niño a fines de 2014.
La Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema) identificó este jueves al menos dos factores que han provocado graves inundaciones en municipios del departamento del Beni. Aseguró que la construcción de megarepresas en el vecino país de Brasil y las fuertes lluvias, a causa del calentamiento global, golpearon a esa región.
“Varias organizaciones, entre ellas Lidema, alertaron desde el año 2007 sobre los riesgos de la fuerte alteración hidrológica de la cuenca del río Madera, a partir de la construcción de las megarepresas Jirau y San Antonio en Brasil. San Antonio se encuentra a unos 180 kilómetros de la frontera con Bolivia (muy cerca de la ciudad brasilera de Porto Velho) y Jirau, a escasos 85 kilómetros del territorio boliviano”, indica su comunicado de prensa.
A esto se suma la alta tasa de deforestación en Bolivia y Brasil, que además de ampliar las emisiones de gases de efecto invernadero que aportan al calentamiento global, incide en un mayor escurrimiento de las aguas.
Según un seguimiento detallado del desarrollo de dichas represas, “se conoció la competencia entre los consorcios empresariales de Jirau y San Antonio para ir aumentando la potencia de generación de energía de ambos”.
En 2010, Jirau obtuvo el permiso de la Agencia de Energía de Brasil para aumentar seis turbinas más, a las 44 del diseño original y, a fines de 2012, “la autorización para subir la altura del reservorio (y del dique), por encima de los 74,8 metros originalmente establecidos, con lo que su embalse aumentaría de 350 km² a 430 km² y su potencia de energía de 3.300 a 3750 MW”.
El pasado año, San Antonio fue autorizado para aumentar turbinas y elevar el dique, así como la altura de su reservorio, “el área de inundación aumentó de 350 km2, a 421 Km2, y su potencia de 3.150 a 3.570 MW”.
Según el Lidema, esta situación, que no tomó en cuenta sus impactos sobre la hidrología del río, de los ecosistemas y la vida de la gente de la región, fue advertida a mediados de 2013, cuando se señaló que una mayor manipulación de la hidrología del río Madera, podía llegar a ocasionar procesos de mayor retención de aguas e inundaciones anómalas, especialmente en años húmedos, producto de la alternancia de los fenómenos Niño-Niña, como en 2007 y 2008.
Para la entidad no gubernamental, todo parece señalar que el cambio climático habría influido sobre un “comportamiento anómalo de la Zona de Convergencia Intertropical, los centros de baja presión en la línea ecuatorial y el comportamiento de los vientos alisios, que transportan la lluvia a la Amazonía”.
El Lidema también asegura que el problema no se debe tanto a que las aguas del represamiento de Jirau suban hasta Cachuela Esperanza o Trinidad, sino que el agua no baje como debería hacerlo, porque la represa retarda su drenaje.
“Al haber provocado la alteración de la dinámica hidrológica del río Madera que ahora no permita que las grandes inundaciones provocadas por lluvias agigantadas puedan drenar adecuadamente sus aguas. En otras palabras, el Madera es un río embozado o “entupido” como se dice en portugués”, dice la nota.
Esta situación empeoraría aún más en caso de que Bolivia decida construir las megarepresas de Cachuela Esperanza y la binacional Ribeirão, por lo que el Estado boliviano, bajo el principio precautorio, debería hacer un replanteamiento de sus políticas energéticas.
Además, pide que Bolivia exija una auditoría ambiental internacional, para la evaluación del impacto actual y de los riesgos y consecuencias futuras de la alteración de la hidrología del río Madera, por las megarepresas de Brasil.
Varios centros meteorológicos a nivel mundial ya han advertido una alta probabilidad de la afluencia del fenómeno de El Niño a fines de 2014.