Letta resiste y desafía a Renzi
El primer ministro italiano presenta un nuevo programa de Gobierno ante el acoso del nuevo líder de su partido
Pablo Ordaz
Roma, El País
Dice Enrico Letta que desde que llegó a la presidencia del Gobierno de Italia, hace ahora nueve meses, ha vivido cada día como si fuese el último, consciente de que eran muchos los que desde el principio pusieron precio a su cabeza, empezando por el inefable Silvio Berlusconi, al que logró torcer la mano como solo los democristianos saben hacerlo, y terminando por su compañero Matteo Renzi, el nuevo secretario del Partido Democrático (PD), quien en los últimos días parecía decidido a arrebatarle el sillón. Una maniobra que Letta intentó conjurar ayer presentando un nuevo programa de Gobierno y desafiando públicamente a Renzi: “Si alguno quiere ocupar mi puesto, que lo diga”.
La guerra no ha terminado, por cuanto la reunión de la dirección del PD convocada para hoy tiene previsto debatir sobre el futuro del Gobierno, pero Enrico Letta –del que algunos medios italianos ya se repartían su túnica publicando los nombres del hipotético nuevo Gobierno de Renzi— ha logrado llevar el agua al molino de la responsabilidad: “Yo soy un hombre de las instituciones. Y en mi ADN no está romper el compromiso de servicio que contraje con el país. Yo quiero claridad, como la quieren los italianos. Las dimisiones no se deben producir por maniobras de palacio, sino a campo abierto. Esta es mi propuesta y también el intento de que la discusión sobre el Gobierno se centre en las cuestiones y no en los personalismos”, dijo Letta enarbolando un documento de 57 páginas llamado Impegno Italia (Compromiso Italia) 2014.
Desde que Renzi se hizo, hace ahora dos meses, con la dirección del PD, su acoso a Letta ha sido sistemático. El alcalde de Florencia se ha esforzado en transmitir que el Gobierno —sostenido por su partido, el Nuevo Centroderecha de Angelino Alfano y los centristas de Scelta Civica— era lento e inoperante. La presión en los últimos días se redobló hasta el punto de que muchos daban por finiquitado el actual equipo de Gobierno y señalaban tres salidas posibles: una gran restructuración del Ejecutivo manteniendo al primer ministro; una operación de relevo en la figura de Renzi —como en el pasado se produjo entre Massimo D’Alema y Romano Prodi, de nefastas consecuencias— o una nueva convocatoria de elecciones. Una opción esta última que ayer rechazó de plano el presidente de la República, Giorgio Napolitano: “No digamos tonterías”, zanjó.
El éxito de la maniobra de Letta, que apoyó su nuevo programa en la lucha contra el desempleo y la consolidación del aún muy débil crecimiento económico, depende, no obstante, de lo que decida hoy la dirección del PD. Será ahí donde Renzi decida si cobrar la pieza ya o mantenerla aún con vida.
Pablo Ordaz
Roma, El País
Dice Enrico Letta que desde que llegó a la presidencia del Gobierno de Italia, hace ahora nueve meses, ha vivido cada día como si fuese el último, consciente de que eran muchos los que desde el principio pusieron precio a su cabeza, empezando por el inefable Silvio Berlusconi, al que logró torcer la mano como solo los democristianos saben hacerlo, y terminando por su compañero Matteo Renzi, el nuevo secretario del Partido Democrático (PD), quien en los últimos días parecía decidido a arrebatarle el sillón. Una maniobra que Letta intentó conjurar ayer presentando un nuevo programa de Gobierno y desafiando públicamente a Renzi: “Si alguno quiere ocupar mi puesto, que lo diga”.
La guerra no ha terminado, por cuanto la reunión de la dirección del PD convocada para hoy tiene previsto debatir sobre el futuro del Gobierno, pero Enrico Letta –del que algunos medios italianos ya se repartían su túnica publicando los nombres del hipotético nuevo Gobierno de Renzi— ha logrado llevar el agua al molino de la responsabilidad: “Yo soy un hombre de las instituciones. Y en mi ADN no está romper el compromiso de servicio que contraje con el país. Yo quiero claridad, como la quieren los italianos. Las dimisiones no se deben producir por maniobras de palacio, sino a campo abierto. Esta es mi propuesta y también el intento de que la discusión sobre el Gobierno se centre en las cuestiones y no en los personalismos”, dijo Letta enarbolando un documento de 57 páginas llamado Impegno Italia (Compromiso Italia) 2014.
Desde que Renzi se hizo, hace ahora dos meses, con la dirección del PD, su acoso a Letta ha sido sistemático. El alcalde de Florencia se ha esforzado en transmitir que el Gobierno —sostenido por su partido, el Nuevo Centroderecha de Angelino Alfano y los centristas de Scelta Civica— era lento e inoperante. La presión en los últimos días se redobló hasta el punto de que muchos daban por finiquitado el actual equipo de Gobierno y señalaban tres salidas posibles: una gran restructuración del Ejecutivo manteniendo al primer ministro; una operación de relevo en la figura de Renzi —como en el pasado se produjo entre Massimo D’Alema y Romano Prodi, de nefastas consecuencias— o una nueva convocatoria de elecciones. Una opción esta última que ayer rechazó de plano el presidente de la República, Giorgio Napolitano: “No digamos tonterías”, zanjó.
El éxito de la maniobra de Letta, que apoyó su nuevo programa en la lucha contra el desempleo y la consolidación del aún muy débil crecimiento económico, depende, no obstante, de lo que decida hoy la dirección del PD. Será ahí donde Renzi decida si cobrar la pieza ya o mantenerla aún con vida.