El triunfo de la reconciliación
El relevo femenino ucraniano de biatlón guarda da un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la revuelta tras dar el primer oro a su país en 20 años
Amaya Iríbar
Sochi, El País
Antes de las preguntas, el silencio. Las cuatro biatletas de Ucrania, que dieron el viernes por la noche el primer oro de su país en unos Juegos de invierno desde hace 20 años, pidieron guardar un minuto de silencio por las víctimas de la revuelta política que vive su país antes de contestar a los periodistas. La sala se puso en pie y dicen los que estaban allí que el legendario Sergéi Bubka, ahora presidente del Comité Olímpico Ucraniano, tenía lágrimas en los ojos. “Queremos dedicar esta victoria a Ucrania”, dijo una de las cuatro componentes del relevo.
“Este es un mensaje por un futuro mejor”, afirmó luego Bubka. “¿Qué mensaje puede ser mejor para la gente? Necesitamos este tipo de cosas”. Un día antes la esquiadora Bogdana Masostka había decidido no competir en Sochi después de que se supiera que varias decenas de personas habían muerto y hasta 500 habían resultado heridas en los enfrentamientos en las calles entre la policía y los manifestantes que piden el fin del Gobierno de Yanukóvich. Pero el resto de los 43 deportistas que Ucrania inscribió en los Juegos se mantuvieron en sus puestos, como deseaban las autoridades deportivas.
El triunfo del relevo ucraniano fue una sorpresa porque no estaba entre los favoritos y supone el primer oro en unos Juegos de invierno de este país desde Lilehammer 1994, cuando Oksana Bayul ganó el patinaje sobre hielo. Hay quien quiso ver un gesto político en el hecho de que Pidhrushna, la última relevista no cogiera la bandera azul y amarilla de su país nada más cruzar la meta, pero ella lo negó: “Estaba demasiado cansada”.
Pidhrushna, que cruzó la meta 1h 10m 2,5s de que saliera su primera compañera y que no falló un solo tiro, está casada con Alexie Kayda, un miembro de la oposición en el Parlamento ucraniano. Cuando le preguntaron si le había afectado la situación durante la competición contestó: “Tuve algunas dudas después de las primeras carreras. Hablé con él y me dijo que no sabía cómo apoyarme y hacerme sentir mejor. Solo quiero darle las gracias por intentar aislarme de todo lo que está pasando en casa. Solo sabemos una mínima parte y creo que es bueno porque solo estábamos pensando en lo que teníamos que hacer aquí”.
Las campeonas no querían hablar de política, sino disfrutar de un momento histórico. Del segundo oro olímpico blanco de su país. Y brindárselo a Ucrania.
Amaya Iríbar
Sochi, El País
Antes de las preguntas, el silencio. Las cuatro biatletas de Ucrania, que dieron el viernes por la noche el primer oro de su país en unos Juegos de invierno desde hace 20 años, pidieron guardar un minuto de silencio por las víctimas de la revuelta política que vive su país antes de contestar a los periodistas. La sala se puso en pie y dicen los que estaban allí que el legendario Sergéi Bubka, ahora presidente del Comité Olímpico Ucraniano, tenía lágrimas en los ojos. “Queremos dedicar esta victoria a Ucrania”, dijo una de las cuatro componentes del relevo.
“Este es un mensaje por un futuro mejor”, afirmó luego Bubka. “¿Qué mensaje puede ser mejor para la gente? Necesitamos este tipo de cosas”. Un día antes la esquiadora Bogdana Masostka había decidido no competir en Sochi después de que se supiera que varias decenas de personas habían muerto y hasta 500 habían resultado heridas en los enfrentamientos en las calles entre la policía y los manifestantes que piden el fin del Gobierno de Yanukóvich. Pero el resto de los 43 deportistas que Ucrania inscribió en los Juegos se mantuvieron en sus puestos, como deseaban las autoridades deportivas.
El triunfo del relevo ucraniano fue una sorpresa porque no estaba entre los favoritos y supone el primer oro en unos Juegos de invierno de este país desde Lilehammer 1994, cuando Oksana Bayul ganó el patinaje sobre hielo. Hay quien quiso ver un gesto político en el hecho de que Pidhrushna, la última relevista no cogiera la bandera azul y amarilla de su país nada más cruzar la meta, pero ella lo negó: “Estaba demasiado cansada”.
Pidhrushna, que cruzó la meta 1h 10m 2,5s de que saliera su primera compañera y que no falló un solo tiro, está casada con Alexie Kayda, un miembro de la oposición en el Parlamento ucraniano. Cuando le preguntaron si le había afectado la situación durante la competición contestó: “Tuve algunas dudas después de las primeras carreras. Hablé con él y me dijo que no sabía cómo apoyarme y hacerme sentir mejor. Solo quiero darle las gracias por intentar aislarme de todo lo que está pasando en casa. Solo sabemos una mínima parte y creo que es bueno porque solo estábamos pensando en lo que teníamos que hacer aquí”.
Las campeonas no querían hablar de política, sino disfrutar de un momento histórico. Del segundo oro olímpico blanco de su país. Y brindárselo a Ucrania.