El conflicto de la calle en Venezuela también se libra en los medios
La policía peina puertos y aeropuertos para capturar al líder opositor, Leopoldo López
Ewald Scharfenberg
Caracas, El País
Tras el brote de violencia —tres muertos y 76 heridos— que cerró las masivas manifestaciones estudiantiles del miércoles, este viernes persistían focos de protesta en diversas ciudades de Venezuela y se batían puertos y aeropuertos en busca de un líder opositor, Leopoldo López.
El Gobierno de Nicolás Maduro no ha perdido tiempo para vincular los disturbios con una trama conspirativa que se estaría urdiendo para derrocarlo. Aunque numerosos testimonios y materiales gráficos dan fe de la presencia de personal armado de la policía política y de “colectivos” —milicias informales de la base chavista— durante la represión de las marchas, la versión oficial busca endosar la cuenta de muertos y destrozos a la dirigencia opositora.
Autoridades policiales trataban este viernes de capturar a Leopoldo López, líder del opositor partido Voluntad Popular (VP), a quien atribuyen la organización de lo que el relato gubernamental denomina como “violencia fascista”. La Guardia Nacional ha visitado los principales puertos y aeropuertos en busca del político. “Pronto tendrá que conocer la cárcel por sus crímenes. Llueva, truene o relampaguee, el prófugo fascista debe ir preso”, advirtió el presidente Maduro el jueves por la noche.
En ese momento, también, se quebró el camino de buena parte de las versiones alternativas sobre los sucesos del miércoles, Twitter. Los usuarios de la red social notaron que desde Venezuela resultaba imposible subir anexos de fotografía y vídeo, o verlos. Se trataba de un ensayo de bloqueo que el Gobierno no ha admitido. La telefónica estatal CANTV controla cerca del 90% del tráfico de Internet.
Para imponer su visión, el Gobierno ha recurrido a una herramienta de control: su renovada ascendencia sobre los medios audiovisuales. El miércoles, prácticamente ningún canal de televisión transmitió imágenes de la movilización opositora; algunos ni siquiera la nombraron. La presión sobre los medios desquició a algunas redacciones. En Globovisión, canal 24 horas que otrora fue un reducto de la oposición, pero adquirido en 2013 por capitales cercanos al chavismo, el silenciamiento en caliente de los disturbios provocó la renuncia de al menos cinco de sus reporteras.
La única cobertura continua de los sucesos estuvo a cargo del canal NTN24, una señal internacional originada en Colombia y que en Venezuela se conseguía a través de algunos sistemas de televisión de pago. Pero desapareció la misma noche del miércoles. Posteriormente, el presidente Maduro reconoció que esto se debió a “una decisión de Estado”. En la misma intervención, durante un Consejo de Ministros televisado por cadena nacional, el presidente venezolano criticó la cobertura de la crisis que realiza la agencia francesa AFP. “He pedido a la ministra de Comunicación e Información que le hable claro a esos corresponsales”, advirtió.
Las cabeceras de la prensa escrita enfrentan sus propias tribulaciones. En la Cadena Capriles, uno de los grupos editoriales más importantes del país, los redactores emitieron un comunicado en protesta contra la jerarquización de los títulos en la portada del tabloide Últimas Noticias, el de mayor tirada de la empresa. Las primeras páginas de jueves y viernes reflejaron de manera privilegiada las versiones del Gobierno. “Antes éramos el diario del pueblo, ahora nos quieren convertir en el diario del Gobierno”, dice el documento de los trabajadores. La cadena está en manos de una empresa controlada, según algunas fuentes, por el banquero Víctor Vargas —suegro de Luis Alfonso de Borbón—, quien ha visto prosperar sus negocios durante el gobierno chavista.
Entretanto, el diario El Nacional, férreo crítico del Gobierno, anunció que desde el sábado dispondrá de menos espacio para sus contenidos. Como otros diarios, se ahoga poco a poco en la escasez de papel de imprenta, cuya importación depende de la autorización que el Gobierno concede para el acceso a divisas extranjeras. Por otra parte, tres informadores detenidos en los desórdenes aun siguen arrestados.
Ewald Scharfenberg
Caracas, El País
Tras el brote de violencia —tres muertos y 76 heridos— que cerró las masivas manifestaciones estudiantiles del miércoles, este viernes persistían focos de protesta en diversas ciudades de Venezuela y se batían puertos y aeropuertos en busca de un líder opositor, Leopoldo López.
El Gobierno de Nicolás Maduro no ha perdido tiempo para vincular los disturbios con una trama conspirativa que se estaría urdiendo para derrocarlo. Aunque numerosos testimonios y materiales gráficos dan fe de la presencia de personal armado de la policía política y de “colectivos” —milicias informales de la base chavista— durante la represión de las marchas, la versión oficial busca endosar la cuenta de muertos y destrozos a la dirigencia opositora.
Autoridades policiales trataban este viernes de capturar a Leopoldo López, líder del opositor partido Voluntad Popular (VP), a quien atribuyen la organización de lo que el relato gubernamental denomina como “violencia fascista”. La Guardia Nacional ha visitado los principales puertos y aeropuertos en busca del político. “Pronto tendrá que conocer la cárcel por sus crímenes. Llueva, truene o relampaguee, el prófugo fascista debe ir preso”, advirtió el presidente Maduro el jueves por la noche.
En ese momento, también, se quebró el camino de buena parte de las versiones alternativas sobre los sucesos del miércoles, Twitter. Los usuarios de la red social notaron que desde Venezuela resultaba imposible subir anexos de fotografía y vídeo, o verlos. Se trataba de un ensayo de bloqueo que el Gobierno no ha admitido. La telefónica estatal CANTV controla cerca del 90% del tráfico de Internet.
Para imponer su visión, el Gobierno ha recurrido a una herramienta de control: su renovada ascendencia sobre los medios audiovisuales. El miércoles, prácticamente ningún canal de televisión transmitió imágenes de la movilización opositora; algunos ni siquiera la nombraron. La presión sobre los medios desquició a algunas redacciones. En Globovisión, canal 24 horas que otrora fue un reducto de la oposición, pero adquirido en 2013 por capitales cercanos al chavismo, el silenciamiento en caliente de los disturbios provocó la renuncia de al menos cinco de sus reporteras.
La única cobertura continua de los sucesos estuvo a cargo del canal NTN24, una señal internacional originada en Colombia y que en Venezuela se conseguía a través de algunos sistemas de televisión de pago. Pero desapareció la misma noche del miércoles. Posteriormente, el presidente Maduro reconoció que esto se debió a “una decisión de Estado”. En la misma intervención, durante un Consejo de Ministros televisado por cadena nacional, el presidente venezolano criticó la cobertura de la crisis que realiza la agencia francesa AFP. “He pedido a la ministra de Comunicación e Información que le hable claro a esos corresponsales”, advirtió.
Las cabeceras de la prensa escrita enfrentan sus propias tribulaciones. En la Cadena Capriles, uno de los grupos editoriales más importantes del país, los redactores emitieron un comunicado en protesta contra la jerarquización de los títulos en la portada del tabloide Últimas Noticias, el de mayor tirada de la empresa. Las primeras páginas de jueves y viernes reflejaron de manera privilegiada las versiones del Gobierno. “Antes éramos el diario del pueblo, ahora nos quieren convertir en el diario del Gobierno”, dice el documento de los trabajadores. La cadena está en manos de una empresa controlada, según algunas fuentes, por el banquero Víctor Vargas —suegro de Luis Alfonso de Borbón—, quien ha visto prosperar sus negocios durante el gobierno chavista.
Entretanto, el diario El Nacional, férreo crítico del Gobierno, anunció que desde el sábado dispondrá de menos espacio para sus contenidos. Como otros diarios, se ahoga poco a poco en la escasez de papel de imprenta, cuya importación depende de la autorización que el Gobierno concede para el acceso a divisas extranjeras. Por otra parte, tres informadores detenidos en los desórdenes aun siguen arrestados.