Bianchi, con muchas incógnitas
Boca y Carlos Bianchi comenzaron el año con las expectativas renovadas. Replantear los caminos para acercarse a los objetivos y no repetir los errores del semestre pasado eran las premisas en este arranque de 2014. Pero el verano le dio un cachetazo tras otro al club y al técnico más ganador de su historia.
Las dos derrotas consecutivas ante River, tras un primer empate en Mar del Plata ante el adversario de siempre, y la falta de respuestas del equipo dejan pésimas sensaciones en el mundo Boca para lo que viene en el futuro inmediato. Más allá del nuevo esquema que propuso Bianchi, el 4-2-3-1 no trajo soluciones. Los problemas defensivos se mantuvieron y Juan Forlín ni Hernán Grana, los refuerzos que llegaron justamente para intentar darle mayor solidez al equipo, no mostraron en estos amistosos algo muy distinto a sus antecesores en el puesto.
Para el DT, el problema es la eficacia.
“Boca jugó mejor que River, pero los partidos no se pueden ganar sin marcar goles. Hoy ya no es suficiente jugar mejor, hay que convertir”. Y con respecto al esquema, el Virrey sostuvo que los muchachos se adaptaron bien, estoy satisfecho. Hicieron un buen partidos y así van a ser más victorias que derrotas”.
Sin embargo, las desconcentraciones en la última línea fueron una constante. Tres de los cinco goles que sufrió ante el Millonario en el verano llegaron por la misma vía: desborde por derecha y centro. Extrañamente, Boca no encontró el antídoto para ese tipo de jugadas.
La esperanza para Bianchi y los hinchas están puestas, otra vez, en Juan Román Riquelme.
Que el 10 regrese sano y le aporte su calidad y juego al equipo parece ser la única alternativa para soñar con pelear el campeonato.
Así se fue un verano que sólo trajo dolores de cabeza en Boca.
Y no sólo por cuestiones futbolísticas y las derrotas ante el clásico rival. La difusión del contrato de Bianchi abrió una herida que todavía no cierra en el seno de un club donde algunos dirigentes miran de reojo la permanencia del entrenador.
