Berlín se plantea un giro en política militar internacional

La ministra de Defensa quiere que Alemania asuma mayores responsabilidades globales de seguridad

ANDREA RIZZI (ENVIADO ESPECIAL)
Múnich, El País
El lustro transcurrido desde el estallido de la crisis financiera en Europa ha dado lugar a la entronización de Alemania como indiscutida potencia hegemónica en la política económica. La metamorfosis de Berlín —de coprotagonista a director— en este sector no ha sin embargo afectado la política exterior y de seguridad. Alemania ha mantenido hasta ahora su discreto segundo plano; su reluctancia a asumir responsabilidades militares o diplomáticas, como muestra la abstención en el voto sobre la intervención en Libia. Pero, en este dominio también, hay síntomas de cambio.


La nueva ministra de Defensa, la democristiana Ursula von der Leyen, plasmó este viernes en la Conferencia de Seguridad de Múnich el cambio de actitud que gana terreno en la política alemana. “La indiferencia no es una opción para Alemania. Aquellos que tienen medios, tienen responsabilidades. Tenemos la obligación de contribuir a la búsqueda de soluciones a crisis y conflictos. Tenemos la responsabilidad de proteger y el interés, como potencia económica, a que se mantenga la paz y la estabilidad”, dijo la ministra en el foro, que reúne en la capital bávara a unos 50 ministros de Defensa y Exteriores (entre ellos el español Pedro Morenés), una quincena de jefes de Estado y Gobierno y centenares de expertos del sector.

Leyen, un valor político en alza en Berlín, encabeza el impulso para que Alemania se distancie de la pasividad tradicional desde la posguerra y asuma un mayor protagonismo internacional dentro de una óptica de mantenimiento de la paz y estabilidad. “Reforzaremos nuestra presencia en Malí; respaldamos una misión en República Centroafricana; cooperaremos en la eliminación de las armas químicas sirias”, dijo la ministra, quien precisó que esa disponibilidad no equivale a utilizar “todo el espectro de las capacidades militares”.

Antes que ella, el presidente Joachim Gauck, abogó de forma aún más explícita por ese giro. “Durante seis décadas hemos vivido en paz con los vecinos, en democracia y en el respeto de los derechos humanos. Ya podemos confiar en nosotros mismos; los demás pueden confiar en nosotros. Creo que es hora de que asumamos responsabilidades más sustanciales; de que demos pasos más decididos para preservar el orden y los valores en los que creemos; de que en lugar de huir de los desafíos, los enfrentemos”, dijo Gauck, inaugurando la 50 edición de la conferencia.

El ministro de Exteriores, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, también trabaja en un cambio de rumbo con respecto a la línea de su predecesor, el liberal Guido Westerwelle, y parece en cierta sintonía con Leyen.

En esa perspectiva, la ministra de Defensa apuesta por una mayor cooperación militar europea, un proyecto que tradicionalmente despierta suspicacias en la OTAN. La mayor disponibilidad alemana es vista con interés como herramienta para compensar la escasez de recursos en tiempos de recortes, pero también con recelo, sobre todo en París, ante el reequilibrio de poder que supondría a escala europea.

En cualquier caso, quedan serios obstáculos para que este impulso político se convierta en un giro real: una encuesta publicada este viernes por la cadena ARD apunta a que un 60% de los alemanes se opone a una mayor participación de sus Fuerzas Armadas en misiones internacionales, y solo el 30% lo apoya. Conocedora de ese sentimiento colectivo y apegada a su proverbial prudencia política, la canciller Angela Merkel se yergue como un probable freno al cambio del que hablan su presidente y su ministra de Defensa.

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