Benedicto XVI cumple hoy un año de su renuncia al pontificado: “Seré un simple peregrino”
Ciudad del Vaticano, EFE
El papa emérito Benedicto XVI cumple hoy un año de su renuncia al pontificado, retirado en un convento en el Vaticano donde lee, escribe, medita, pasea, reza y recibe contadas visitas como las de Francisco.
Alejado del cónclave que elegiría a su sucesor, Benedicto XVI fue trasladado en helicóptero desde el Vaticano a la residencia estival de los pontífices de Castel Gandolfo, a unos 30 kilómetros de Roma.
Allí, ataviado con sencilla sotana blanca, Benedicto XVI se despidió como papa poco antes de las 20.00 horas del 28 de febrero de 2013, desde el balcón de la villa pontificia ante los vecinos del pueblo.
“No seré más el sumo pontífice de la Iglesia Católica a las ocho de esta tarde. Seré un simple peregrino, que inicia la última etapa de su peregrinación en esta tierra”, dijo el teólogo alemán.
En la villa pontificia permaneció hasta el 1 de mayo, cuando se trasladó al Vaticano para comenzar su retiro en el convento Mater Ecclesiae, que quiso erigir Juan Pablo II para disponer en el Vaticano de “un centro de silencio, de penitencia y de oración”, confiado por turnos a diversas órdenes contemplativas de monjas.
Desde entonces Benedicto XVI vive en el convento junto a su fiel secretario-discípulo, el arzobispo Georg Ganswein, y las cuatro laicas consagradas de la comunidad “Memores Domini” que se ocupan de su aposento, de su correspondencia y de recibir sus escasas y discretas visitas.
“No seré más el sumo pontífice de la Iglesia Católica a las ocho de esta tarde. Seré un simple peregrino, que inicia la última etapa de su peregrinación en esta tierra”, dijo.
Además de escuchar e interpretar al piano a sus clásicos preferidos como Bach, Beethoven o Mozart, Ratzinger, de 86 años, ha elegido una vida de clausura que raramente rompe.
Hasta el pasado 22 de febrero, cuando apareció en el Basílica de San Pedro entre cardenales para asistir a la creación de 19 purpurados por el papa Francisco, quien nada más llegar a la nave central se fundió en un abrazo con Benedicto XVI.
Se trataba de la primera vez que dos papas, uno en ejercicio y otro emérito, se encontraban en la misma ceremonia en la Basílica de San Pedro y Benedicto XVI se quitó el solideo como muestra de respeto hacia Francisco.
Durante este año se ha encontrado cinco veces con Francisco “oficialmente”; algunas fotos le han inmortalizado paseando por el jardín con Ganswein, que aún le llama “Su Santidad”, y también con su hermano Georg durante un concierto de una banda musical en los jardines vaticanos.
El convento dispone de una habitación a disposición de su hermano, de 90 años, que prácticamente vive con él.
Precisamente, el papa emérito visitó discretamente el pasado 4 de enero a su hermano en el hospital policlínico Gemelli de Roma, donde fue ingresado para someterse a unos controles médicos.
Benedicto XVI, que en abril próximo cumplirá 87 años, llegó al policlínico a bordo de un coche de cristales tintados y permaneció en todo momento junto a la cabecera de la cama de su hermano.
El pasado agosto declinó una invitación brindada por Bergoglio para que pasara sus vacaciones en su querido Castel Gandolfo, pero la rechazó para evitar “el clamor” de sus gentes, que tanto lo aman, según explicó él mismo.
Sin embargo, el tímido y concienzudo Ratzinger llegó de incógnito a Castel Gandolfo el día 18 de agosto y allí permaneció durante tres horas escuchando un concierto.
Benedicto XVI sigue una vida austera. Se levanta a las 5,30 de la mañana, oficia una misa y la mañana la dedica a la lectura.
El que fuera secretario de Estado durante su pontificado, Tarcisio Bertone, visitó al papa emérito el 26 diciembre y dijo encontrarlo en “perfecta forma y con una memoria prodigiosa”.
Benedicto XVI sigue una vida austera. Se levanta a las 5,30 de la mañana, oficia una misa y la mañana la dedica a la lectura de los padres de la Iglesia y a sus relaciones epistolares.
Tras la comida, una pequeña siesta, para luego darse una paseo con su secretario por los jardines del convento, después el rezo del rosario y al atardecer, regresa a la biblioteca para continuar con sus estudios teológicos.
Benedicto XVI no se pierde el telediario de las ocho y dos horas más tarde se va ya a reposar.
El papa emérito Benedicto XVI cumple hoy un año de su renuncia al pontificado, retirado en un convento en el Vaticano donde lee, escribe, medita, pasea, reza y recibe contadas visitas como las de Francisco.
Alejado del cónclave que elegiría a su sucesor, Benedicto XVI fue trasladado en helicóptero desde el Vaticano a la residencia estival de los pontífices de Castel Gandolfo, a unos 30 kilómetros de Roma.
Allí, ataviado con sencilla sotana blanca, Benedicto XVI se despidió como papa poco antes de las 20.00 horas del 28 de febrero de 2013, desde el balcón de la villa pontificia ante los vecinos del pueblo.
“No seré más el sumo pontífice de la Iglesia Católica a las ocho de esta tarde. Seré un simple peregrino, que inicia la última etapa de su peregrinación en esta tierra”, dijo el teólogo alemán.
En la villa pontificia permaneció hasta el 1 de mayo, cuando se trasladó al Vaticano para comenzar su retiro en el convento Mater Ecclesiae, que quiso erigir Juan Pablo II para disponer en el Vaticano de “un centro de silencio, de penitencia y de oración”, confiado por turnos a diversas órdenes contemplativas de monjas.
Desde entonces Benedicto XVI vive en el convento junto a su fiel secretario-discípulo, el arzobispo Georg Ganswein, y las cuatro laicas consagradas de la comunidad “Memores Domini” que se ocupan de su aposento, de su correspondencia y de recibir sus escasas y discretas visitas.
“No seré más el sumo pontífice de la Iglesia Católica a las ocho de esta tarde. Seré un simple peregrino, que inicia la última etapa de su peregrinación en esta tierra”, dijo.
Además de escuchar e interpretar al piano a sus clásicos preferidos como Bach, Beethoven o Mozart, Ratzinger, de 86 años, ha elegido una vida de clausura que raramente rompe.
Hasta el pasado 22 de febrero, cuando apareció en el Basílica de San Pedro entre cardenales para asistir a la creación de 19 purpurados por el papa Francisco, quien nada más llegar a la nave central se fundió en un abrazo con Benedicto XVI.
Se trataba de la primera vez que dos papas, uno en ejercicio y otro emérito, se encontraban en la misma ceremonia en la Basílica de San Pedro y Benedicto XVI se quitó el solideo como muestra de respeto hacia Francisco.
Durante este año se ha encontrado cinco veces con Francisco “oficialmente”; algunas fotos le han inmortalizado paseando por el jardín con Ganswein, que aún le llama “Su Santidad”, y también con su hermano Georg durante un concierto de una banda musical en los jardines vaticanos.
El convento dispone de una habitación a disposición de su hermano, de 90 años, que prácticamente vive con él.
Precisamente, el papa emérito visitó discretamente el pasado 4 de enero a su hermano en el hospital policlínico Gemelli de Roma, donde fue ingresado para someterse a unos controles médicos.
Benedicto XVI, que en abril próximo cumplirá 87 años, llegó al policlínico a bordo de un coche de cristales tintados y permaneció en todo momento junto a la cabecera de la cama de su hermano.
El pasado agosto declinó una invitación brindada por Bergoglio para que pasara sus vacaciones en su querido Castel Gandolfo, pero la rechazó para evitar “el clamor” de sus gentes, que tanto lo aman, según explicó él mismo.
Sin embargo, el tímido y concienzudo Ratzinger llegó de incógnito a Castel Gandolfo el día 18 de agosto y allí permaneció durante tres horas escuchando un concierto.
Benedicto XVI sigue una vida austera. Se levanta a las 5,30 de la mañana, oficia una misa y la mañana la dedica a la lectura.
El que fuera secretario de Estado durante su pontificado, Tarcisio Bertone, visitó al papa emérito el 26 diciembre y dijo encontrarlo en “perfecta forma y con una memoria prodigiosa”.
Benedicto XVI sigue una vida austera. Se levanta a las 5,30 de la mañana, oficia una misa y la mañana la dedica a la lectura de los padres de la Iglesia y a sus relaciones epistolares.
Tras la comida, una pequeña siesta, para luego darse una paseo con su secretario por los jardines del convento, después el rezo del rosario y al atardecer, regresa a la biblioteca para continuar con sus estudios teológicos.
Benedicto XVI no se pierde el telediario de las ocho y dos horas más tarde se va ya a reposar.