Un año de incansable campaña pro-Casillas en los medios
Madrid, AGencias
Alexis Martín-Tamayo, colaborador entre otros en 'AS', reconoció ser “de Iker” tras presentar estadísticas con relevante intención: naturalizando la manipulación
Pronto hace un año del fichaje de Diego López: un año de cifras mareadas, promedios retocados y portadas teledirigidas tras pachangas a cero con Casillas
Fernando Burgos, amigo íntimo del portero, agredió a un compañero por desdecirle: pero lo que “no se puede permitir”, según él, es que Casillas sea suplente de Diego.
“YO SOY DE CASILLAS”, aclaró –por si a alguien le quedaba alguna duda- Alexis Martín-Tamayo el otro día en su cuenta de Twitter, y siguió respirando con normalidad.
Su llana explosión de franqueza habría pasado por algo espontáneo y sin maldad añadida de no ser porque lo publicó cinco minutos después de cruzar las estadísticas de Diego López con las de su ídolo, unos números expuestos sin grado pero con obvia intencionalidad –como confirmó su confesión posterior- de destacar la capacidad de Iker de levantar y mantener una barrera mágica ante los rivales y dejar a cero su portería. En otras palabras: con su “yo soy de Casillas”, Alexis Martín-Tamayo reconoció que, si no manipuló, al menos lo intentó conscientemente. Desvelando cartón.
¿Cómo tomar en serio, desde ese momento, cualquier cosa que Alexis pueda publicar sobre Casillas, y más si es en comparación con Diego López, el hombre que le ha ganado la titularidad en el Real Madrid y con dos entrenadores diferentes, que suman entre ellos cuatro Champions? Se hace difícil no imaginarse esa misma noche a toda la logia casillista recriminándole su requiebro sobre la campaña: “Se suponía que debíamos disimular”, vendría a ser un poco el leit-motiv. Aunque disimular, lo que es disimular, todavía se le resiste a más de uno -y de una-: desde que finalizara la Copa Confederaciones (que se perdió con Casillas de titular), el ritmo de esas comparaciones intencionadas se ha disparado de forma bestial.
Casillas nunca ha salido públicamente a desligarse de quienes han hablado por él
Es interesante acudir al germen. En su propia biografía, presentada a finales de 2011, hay un párrafo en el que cuenta cómo en su día (hace ya más de diez años), el por entonces capitán del Real Madrid, Fernando Hierro, cuyas relaciones con la prensa fueron generalmente más ásperas, ya censuraba a un todavía joven Iker que compartiera parte de su tiempo con los periodistas: “Mira cómo está el equipo de mal y tu haciendo reportajes (…) nos vas a arruinar”, referenciaba. Desde aquello, Casillas se hizo grande sobre el campo, y todos los amigos que hizo en la prensa en sus inicios, no tan fáciles, los ha sabido conservar hasta el momento en el que le han hecho falta. Y es más: nunca, públicamente, ha salido a desligarse de quienes han hablado por él.
No apunto lo de hablar por él gratuitamente. No hace mucho que el mismísimo Fernando Hierro se dejó caer por Onda Cero, para opinar que Casillas “tendría que haber puesto las cosas en su sitio hace bastante tiempo, haber hablado antes”, y con “las cosas” se refería a su relación con José Mourinho, que fue el sparring de todos durante demasiado tiempo.
Iker Casillas / Getty
Iker Casillas / Getty
Alberto Mendo, que es quien firma la reseña de la entrevista, añadió después de “tenía que haber hablado antes”, sin entrecomillar, un enigmático “…en vez de dejar que otros lo hicieran por él”. Si el periodismo deportivo de a pie da tan por hecho, en los propios medios, que hay compañeros rendidos a causas particulares –a saber a cambio de qué-, ¿no chirrían, definitivamente, esos profesionales que reconocen que intentan manipular, y que gracias a dios o a quien sea conocemos con nombres y apellidos? Porque la batalla, parece, ha llegado a un punto de no retorno.
El debate no discurre, como se cree erróneamente, sobre si es más o menos lícito que Iker Casillas tenga amigos en la prensa que han llegado a reconocer en abierto que les ha filtrado información, eso ya no tiene remedio: sino más bien, sobre qué ha quedado después de eso.
La previsibilidad de sus adláteres es manifiesta. Fernando Burgos, quien ha llegado a trabajar con una camiseta de Casillas puesta, agredió a Siro López -¡compañero de profesión!- el pasado mes de mayo por, presuntamente, poner en entredicho a Iker, y desde ese extremo incidente se teje y comprende todo lo demás: incluso, como estamos aburridos de ver esta temporada, el ninguneo al ya mencionado Diego López, quien aguanta estoicamente en una portería sobre la que llevábamos una década sin debatir. “Esto no se puede permitir”, opina Burgos, pero no de agredir a otros compañeros, sino del affaire de la portería y la suplencia de su amigo en particular.
Un gesto tan simple como una foto de los dos futbolistas juntos subida a sus redes sociales habría resuelto muchas suspicacias
El diario AS ha sido uno de los que más ha insistido en enfrentar a ambos, que nunca han posado juntos en ninguna de las cientos de fotos que los futbolistas tienden a subir a sus redes sociales. Un gesto muy simple que habría resuelto muchas suspicacias, si bien los dos –especialmente el gallego, que parece el daño colateral de la campaña-, han sido luego prudentes en sus declaraciones sobre sus situaciones respecto al otro.
En AS redacta Carmen Colino, a cuya boda acudió Casillas, y cuya hermana pulula por Twitter, donde llegó a insultar un día precisamente a Diego López. En plena campaña, el AS no ha perdido la oportunidad de destacar, quizá con ayuda de Mister Chip –quien ha colaborado con ellos- cuántos goles recibía Diego a comienzos de temporada, y qué pocos Iker. Sin descanso y sin ahondar en el contexto.
El “yo soy de Casillas” de Alexis lo refrendarían decenas de periodistas en activo en España, justo tras firmar algo que beneficiara potencialmente al mostoleño frente a Diego, quien por cierto, como Iker, es español y canterano, virtudes new age para un grueso destacado de las redacciones. Eso tiene un nombre: propaganda. Y sí, puede que esto sea en definitiva periodismo de periodistas, la vertiente que la prensa rechaza a la voz de ‘vade retro’; pero al menos no es, aunque quizá por ello me esté perdiendo algo, periodismo de porteros. La próxima semana se cumple un año del fichaje de Diego López –un año de campaña, que diría Queipo- tiempo en el que ha encajado poco más de un gol por partido. Como Casillas –cuya mejor marca de imbatibilidad la logró con Mourinho- desde su bendecido debut en 1999.
Alexis Martín-Tamayo, colaborador entre otros en 'AS', reconoció ser “de Iker” tras presentar estadísticas con relevante intención: naturalizando la manipulación
Pronto hace un año del fichaje de Diego López: un año de cifras mareadas, promedios retocados y portadas teledirigidas tras pachangas a cero con Casillas
Fernando Burgos, amigo íntimo del portero, agredió a un compañero por desdecirle: pero lo que “no se puede permitir”, según él, es que Casillas sea suplente de Diego.
“YO SOY DE CASILLAS”, aclaró –por si a alguien le quedaba alguna duda- Alexis Martín-Tamayo el otro día en su cuenta de Twitter, y siguió respirando con normalidad.
Su llana explosión de franqueza habría pasado por algo espontáneo y sin maldad añadida de no ser porque lo publicó cinco minutos después de cruzar las estadísticas de Diego López con las de su ídolo, unos números expuestos sin grado pero con obvia intencionalidad –como confirmó su confesión posterior- de destacar la capacidad de Iker de levantar y mantener una barrera mágica ante los rivales y dejar a cero su portería. En otras palabras: con su “yo soy de Casillas”, Alexis Martín-Tamayo reconoció que, si no manipuló, al menos lo intentó conscientemente. Desvelando cartón.
¿Cómo tomar en serio, desde ese momento, cualquier cosa que Alexis pueda publicar sobre Casillas, y más si es en comparación con Diego López, el hombre que le ha ganado la titularidad en el Real Madrid y con dos entrenadores diferentes, que suman entre ellos cuatro Champions? Se hace difícil no imaginarse esa misma noche a toda la logia casillista recriminándole su requiebro sobre la campaña: “Se suponía que debíamos disimular”, vendría a ser un poco el leit-motiv. Aunque disimular, lo que es disimular, todavía se le resiste a más de uno -y de una-: desde que finalizara la Copa Confederaciones (que se perdió con Casillas de titular), el ritmo de esas comparaciones intencionadas se ha disparado de forma bestial.
Casillas nunca ha salido públicamente a desligarse de quienes han hablado por él
Es interesante acudir al germen. En su propia biografía, presentada a finales de 2011, hay un párrafo en el que cuenta cómo en su día (hace ya más de diez años), el por entonces capitán del Real Madrid, Fernando Hierro, cuyas relaciones con la prensa fueron generalmente más ásperas, ya censuraba a un todavía joven Iker que compartiera parte de su tiempo con los periodistas: “Mira cómo está el equipo de mal y tu haciendo reportajes (…) nos vas a arruinar”, referenciaba. Desde aquello, Casillas se hizo grande sobre el campo, y todos los amigos que hizo en la prensa en sus inicios, no tan fáciles, los ha sabido conservar hasta el momento en el que le han hecho falta. Y es más: nunca, públicamente, ha salido a desligarse de quienes han hablado por él.
No apunto lo de hablar por él gratuitamente. No hace mucho que el mismísimo Fernando Hierro se dejó caer por Onda Cero, para opinar que Casillas “tendría que haber puesto las cosas en su sitio hace bastante tiempo, haber hablado antes”, y con “las cosas” se refería a su relación con José Mourinho, que fue el sparring de todos durante demasiado tiempo.
Iker Casillas / Getty
Iker Casillas / Getty
Alberto Mendo, que es quien firma la reseña de la entrevista, añadió después de “tenía que haber hablado antes”, sin entrecomillar, un enigmático “…en vez de dejar que otros lo hicieran por él”. Si el periodismo deportivo de a pie da tan por hecho, en los propios medios, que hay compañeros rendidos a causas particulares –a saber a cambio de qué-, ¿no chirrían, definitivamente, esos profesionales que reconocen que intentan manipular, y que gracias a dios o a quien sea conocemos con nombres y apellidos? Porque la batalla, parece, ha llegado a un punto de no retorno.
El debate no discurre, como se cree erróneamente, sobre si es más o menos lícito que Iker Casillas tenga amigos en la prensa que han llegado a reconocer en abierto que les ha filtrado información, eso ya no tiene remedio: sino más bien, sobre qué ha quedado después de eso.
La previsibilidad de sus adláteres es manifiesta. Fernando Burgos, quien ha llegado a trabajar con una camiseta de Casillas puesta, agredió a Siro López -¡compañero de profesión!- el pasado mes de mayo por, presuntamente, poner en entredicho a Iker, y desde ese extremo incidente se teje y comprende todo lo demás: incluso, como estamos aburridos de ver esta temporada, el ninguneo al ya mencionado Diego López, quien aguanta estoicamente en una portería sobre la que llevábamos una década sin debatir. “Esto no se puede permitir”, opina Burgos, pero no de agredir a otros compañeros, sino del affaire de la portería y la suplencia de su amigo en particular.
Un gesto tan simple como una foto de los dos futbolistas juntos subida a sus redes sociales habría resuelto muchas suspicacias
El diario AS ha sido uno de los que más ha insistido en enfrentar a ambos, que nunca han posado juntos en ninguna de las cientos de fotos que los futbolistas tienden a subir a sus redes sociales. Un gesto muy simple que habría resuelto muchas suspicacias, si bien los dos –especialmente el gallego, que parece el daño colateral de la campaña-, han sido luego prudentes en sus declaraciones sobre sus situaciones respecto al otro.
En AS redacta Carmen Colino, a cuya boda acudió Casillas, y cuya hermana pulula por Twitter, donde llegó a insultar un día precisamente a Diego López. En plena campaña, el AS no ha perdido la oportunidad de destacar, quizá con ayuda de Mister Chip –quien ha colaborado con ellos- cuántos goles recibía Diego a comienzos de temporada, y qué pocos Iker. Sin descanso y sin ahondar en el contexto.
El “yo soy de Casillas” de Alexis lo refrendarían decenas de periodistas en activo en España, justo tras firmar algo que beneficiara potencialmente al mostoleño frente a Diego, quien por cierto, como Iker, es español y canterano, virtudes new age para un grueso destacado de las redacciones. Eso tiene un nombre: propaganda. Y sí, puede que esto sea en definitiva periodismo de periodistas, la vertiente que la prensa rechaza a la voz de ‘vade retro’; pero al menos no es, aunque quizá por ello me esté perdiendo algo, periodismo de porteros. La próxima semana se cumple un año del fichaje de Diego López –un año de campaña, que diría Queipo- tiempo en el que ha encajado poco más de un gol por partido. Como Casillas –cuya mejor marca de imbatibilidad la logró con Mourinho- desde su bendecido debut en 1999.