«No hay ni una mala palabra, ni una indirecta, entre Casillas y Diego López»

Madrid, ABC
Es tranquilo y duro. No cede, intercede. Reparte esfuerzos porque es lo mejore para tener a sus jugadores frescos, no lo hace para serenar a los suplentes. Hay mucho desconocimiento sobre la forma de trabajar de Carlo Ancelotti. Ahora empieza a ser comprendido. «No es diplomático, es psicólogo, que no es lo mismo», ensalzan en el Real Madrid». Cuando el 16 de agosto comunicó a Casillas que Diego López sería el portero titular en la Liga, se rompieron algunos moldes prefabricados sobre este entrenador. Muchos creían que sería un «apagafuegos». Decían los incrédulos: «Pondrá de nuevo a Íker y se acabó el problema». Pues no. Ya no estaba Mourinho. Y el italiano «tuvo la personalidad de mantener» al guardameta gallego en su puesto. Vecchi, el preparador de porteros, le expuso que era de justicia. Y Carlo habló con los dos. Les dio sus razones. Es lo que ha hecho desde entonces. Con todos, con los porteros y con el resto de futbolistas.


Su forma de ir de frente, con serenidad, sin generar enfrentamientos, ha calado en la plantilla. Y especialmente en los cancerberos. «Les ha explicado por qué juega cada uno», señalan desde el cuerpo técnico. Y Casillas y Diego López han mantenido «la deportividad» que provoca su jefe.

«No era fácil tomar esa decisión» con el capitán de España y del Real Madrid, subrayan los profesionales del club. «Ancelotti fue franco». Y ha suscitado «una bonita competencia entre ambos que ha conseguido el máximo nivel de los dos».

Dos semanas después de dar la titularidad a Diego López en la Liga decidió que Casillas sería el titular en la Champions y en la Copa. Y se lo dijo. Los dos han trabajado más que nunca para mantener su puesto. Y el cuerpo técnico a alucinado con su comportamiento. «Se saludan, se respetan, no dudan en estar juntos en diversos momentos de las concentraciones».

Cuando Íker «salvó» a Diego. «Ofrecen el ambiente ideal para triunfar», resalta Ancelotti. El equipo disfruta del mejor Diego López y del mejor Casillas. Y el cuadro técnico señala la personalidad de ambos. «Viven su mejor momento de forma, baten sus récords de imbatibilidad y se felicitan por ello, por su grandeza. Se admiran. Y saben que el gran rendimiento de uno provoca aún más el mejor rendimiento del otro».

La plantilla se centra en su cordialidad: «Son grandes porque están en plenitud de forma, se conocen bien y son amigos». El entrenador rubrica esta realidad: «Son un ejemplo a imitar. No hay ni una palabra mala, ni una indirecta entre ellos, todo es respeto».

En la casa blanca no olvidan que el portero madrileño elogió al lucense por su alto nivel cuando era silbado en el Bernabéu en aquella radicalización de posturas que generó el final de la era Mourinho. «Para Diego López no está siendo fácil y lo está haciendo muy bien», adujo Íker. Ahora, hace una semana, no aprovechó un encuentro con la prensa para volver a jugar con su futuro. «Todo, por respeto al equipo y a Diego López», explican en la entidad.

Gran ambiente interno. La verdad de esta competitividad sana es que «el Real Madrid vive un gran ambiente interno. Se sabía que Íker no protagonizaría nada negativo». El resultado es que el equipo ha mejorado mucho en defensa, lucha por todos los títulos y ha igualado su plusmarca histórica de imbatibilidad, siete partidos, que mañana puede aumentar a ocho en el duelo copero frente al Español.

En el seno del club reina esta opinión. «Ancelotti no era un soplagaitas del presidente, como decían los críticos. Venía a ganar títulos. Y para conseguirlo solo hará lo mejor para él, porque será lo mejor para el Real Madrid. Y para él, lo mejor es que Diego sea titular en Liga y Casillas en la Champions. Los mantiene tensos a los dos».

Cornellá jaleó a Íker, y Diego López ovacionó a esa afición. Doce de enero. El Madrid jugaba frente al Español en Cornellá la última jornada de la primera vuelta liguera. Los miles de seguidores blancos ovacionaron a Casillas cuando salió a calentar como suplente. Diego López, el titular, escuchó algunos silbidos. Ganó el Madrid (0-1). Cuando el árbitro señaló el final, Diego López se dirigió a esa afición blanca y la aplaudió por su apoyo. Ya no hubo ni un solo pito. Los desarmó.

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