Mas abre una vía sin salida para la consulta

El Parlament aprueba pedir al Congreso la competencia para celebrar referendos
La votación, con 87 votos a favor y 43 en contra, fractura de nuevo al PSC

Miquel Noguer / Àngels Piñol
Barcelona, El País
El Parlamento catalán dio ayer un paso más en el plan soberanista que impulsan Convergència i Unió, Esquerra, Iniciativa y la CUP, un proyecto que está causando estragos en el PSC y que no tiene visos de prosperar en las Cortes. La Cámara autónoma votó por una mayoría de casi dos tercios (87 diputados sobre un total de 135) una proposición de ley para pedir al Congreso de los Diputados la delegación de la competencia para celebrar un referéndum de independencia. La petición es una vía prevista en el artículo 150.2 de la Constitución pero no tiene ninguna posibilidad de éxito, ya que PP, PSOE y UPyD (con más del 85% de diputados en la cámara baja) se oponen a la celebración de cualquier tipo de referéndum de autodeterminación en Cataluña.


PP, Ciutadans y PSC rechazaron la iniciativa (43 votos) aunque los socialistas sufrieron una traumática jornada al alinearse tres de sus diputados con la mayoría soberanista. La CUP se abstuvo al defender que es innecesario pedir ese permiso al Congreso.

La votación de ayer no tendrá efectos prácticos a corto plazo. No será hasta marzo o comienzos de abril que el Congreso debata la propuesta catalana y los votos en contra de PP, PSOE y UPyD auguran un severo revolcón a la demanda del Parlamento catalán. Es decir, el bloque soberanista sabe que esta propuesta conduce a ninguna parte porque será rechazada. Sin embargo, las cuatro fuerzas partidarias de la consulta defendieron la actuación con ahínco porque entienden que es un paso legal necesario para constatar la voluntad de los catalanes de votar en un referéndum de independencia y que se evidencie la negativa del Gobierno a autorizarlo. “Hoy no hablamos de qué futuro político debe tener Cataluña, sino de cómo hacer posible que los ciudadanos lo decidan”, dijo el portavoz de CiU, Jordi Turull.

La dirección del PSC niega la mayor. Ve la consulta inviable si no hay un acuerdo previo entre Gobierno y Generalitat. Y con ese argumento rechazaron la propuesta de los partidos soberanistas y su portavoz, Maurici Lucena, pasó de puntillas por las discrepancias internas que ayer se visualizaron con toda su crudeza. Pero también obvió otra realidad: que la consulta también sería inviable si gobernara el PSOE.

Una parte sensible de las intervenciones de los defensores del referéndum soberanista se centraron en criticar al PSC y en elogiar a sus tres diputados críticos que acabaron por desmarcarse.
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En cualquier caso, fue uno de los días que los independentistas consideran “históricos” y que en los últimos meses se han sucedido con inusitada frecuencia en Cataluña. Toda la bancada nacionalista acogió la votación con un largo aplauso, de varios minutos, dirigiendo especialmente la mirada hacia los tres diputados que acaban de consumar la enésima crisis del PSC: Marina Geli, que se quedó en pie, conmocionada, observando la escena, y los miembros de la corriente Avancem, Joan Ignasi Elena y Nuria Ventura, exalcaldes de Vilanova (Barcelona) y Ulldecona (Tarragona), respectivamente. Al pleno, acudieron, además de los diputados, el expresidente de la Generalitat Jordi Pujol y alcaldes como el de Barcelona, Xavier Trias.

La jornada estaba señalada por los nacionalistas en rojo porque, como dijo la secretaria general de ERC, Marta Rovira, el Parlamento abandonó la política “declarativa” para “pasar a ejercer el derecho a decidir”.

Sin embargo, las cosas no salieron tan al gusto de los nacionalistas como estos habían previsto meses atrás. En primer lugar porque el bloque soberanista no logró el apoyo del PSC, si bien tres de sus 19 diputados presentes (faltó Ángel Ros, aún no sustituido) sí votaron favorablemente a la iniciativa. En segundo lugar porque los tres diputados de la CUP acabaron por abstenerse al considerar que el Parlamento catalán no debe pedir permiso para celebrar una consulta, sino que debe ir por la vía de los hechos consumados.

Todo esto hizo que, si bien la votación fue claramente favorable al soberanismo, no se logró la mayoría de dos tercios necesaria, entre otras cosas, para impulsar una modificación del Estatuto catalán. Esta situación hizo aflorar mensajes de contrariedad dentro de Convergència i Unió. “Pese a que la ilusión sea grande, no nos podemos olvidar de que la unidad parlamentaria que había pedido el presidente Mas no ha sido posible. Es una lástima”, dijo en un comunicado la fundación CatDem, vinculada a Convergència. Artur Mas optó por un papel absolutamente secundario. Dejó todo el protagonismo al portavoz de su grupo en la Cámara autonómica, Jordi Turull. Lo mismo hizo el líder de ERC, Oriol Junqueras, que delegó en Marta Rovira. Tampoco Pere Navarro, líder del PSC, ni Joan Herrera (ICV) intervinieron en el pleno. Sí que, sin embargo, asumieron el protagonismo los dos máximos representantes del bloque constitucionalista: la popular Alicia Sánchez-Camacho —que reiteró que el Gobierno de Rajoy no aceptará ni “chantajes” ni “imposiciones”— y el presidente de Ciutadans, Albert Rivera.

Desde Iniciativa, Dolors Camats, aseguró que en Cataluña se está reclamando un cambio profundo: “La mayoría de los catalanes no aceptan el actual marco estatutario y constitucional”. Así, reivindicó la consulta sin defender específicamente la independencia y aseguró que es “una oportunidad para España”. Y agregó que es “legítimo” solicitarla pese a saber que será tumbada en el Congreso.

El bloque constitucionalista, integrado por PP y Ciutadans, coincidió en su estrategia de instigar a Mas para que no sea “cobarde” e imite al exlehendakari Juan José Ibarretxe y acuda al Congreso a proponer el referéndum. Sánchez-Camacho y Rivera plantearon, de hecho, un conflicto de legitimidad democrática al interpelar a Mas si asumiría o no el resultado de la votación de las Cortes de la misma forma que él pide que se acepte el del Parlament.

CiU no piensa ni por asomo aceptar ese desafío ni que Mas se someta a esa “humillación”. El cisma socialista favorece de rebote al PP, que ve con cierto regocijo como puede convertirse en la tercera fuerza de la Cámara, por delante del PSC, si sus tres diputados son expulsados (el PP suma 19 escaños y el PSC, 20). La carambola beneficiaría a los populares en un momento en que las encuestas no le son propicias. Justo lo contrario de lo que le ocurre a Ciutadans, disparado en los sondeos. Rivera fue, de hecho, el único que pidió a Mas que convoque elecciones anticipadas y hasta anunció el sentido de su voto: sí a Cataluña, a España y a la Unión Europea.

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