Hijísimos del poder
Los bancos occidentales contratan a los descendientes de la ‘aristocracia roja’ para avanzar en el mercado financiero chino
FREDERIK OBERMAIER (SÜDDEUTSCHE ZEITUNG
El correo electrónico llegó por la noche y su contenido era lúgubre. Un empleado del banco JP Morgan en Hong Kong lloraba sus penas a un compañero: “Hemos perdido una operación a favor del Deutsche Bank”. En su opinión, la causa era evidente: el competidor alemán había contratado a la “hija del presidente”, en clara referencia a la hija de un alto cargo del Partido en China. A cambio, la operación se adjudicó al Deutsche Bank. La gente de JP Morgan afirmaba que no era la primera vez, y coincidía en que algo habría que cambiar. De lo contrario, en China tendrían las de perder durante mucho tiempo. Pero, ¿cómo hacerlo? En caso necesario, se dice en un correo electrónico citado por The New York Times, habría que imitar las estratagemas de la competencia; las del Deutsche Bank, desde luego, pero a lo mejor también las de Credit Suisse y USB, que no son muy diferentes.
Las tres entidades europeas aparecen en los datos de Chinaleaks; las tres han ayudado a un gran número de chinos a crear empresas en paraísos fiscales: por ejemplo, en la isla de Samoa, en el Pacífico, pero sobre todo en el Caribe, en las Islas Vírgenes Británicas. Solo el Deutsche Bank, desde sus sucursales de Singapur y Hong Kong, ha fundado un número de dos cifras de empresas de este tipo; empresas con nombres tan elocuentes como Double Fortune Group Limited, es decir, “Grupo de Duplicación de Fortunas”.
El Deutsche Bank y sus competidores suizos ya hace décadas que trabajan en el tema. Credit Suisse tiene oficinas en tres ciudades de la República Popular, USB en cinco, y el Deutsche Bank en seis. Sin embargo, las entidades occidentales no pueden organizar una red de filiales propia como las que mantienen los bancos estatales chinos; las leyes en ese país son estrictas. Cada año se puede añadir a la explotación como máximo dos ciudades nuevas. Dado que en China hay más de cien ciudades con más de un millón de habitantes, llevaría décadas erigir una densa red de filiales. Para hacer negocios en ese país, tienen que participar en uno de los más de 20 bancos de propiedad estatal. Y eso es algo lucrativo.
Por una parte, de este modo las entidades occidentales también obtienen ganancias de los ahorradores. Por otra, pueden asumir las funciones típicas de los bancos de inversiones: preparar ofertas públicas, financiar adquisiciones, realizar operaciones de venta de acciones. Los bancos estatales chinos carecen de los conocimientos necesarios para ello, así como de oficinas en Londres, Fráncfort y Nueva York. Pero, ¿cómo acceden los bancos occidentales a los clientes? ¿Y a los gerentes de los grupos estatales o a los dirigentes locales del partido? Si se da crédito a los correos electrónicos de JP Morgan, la cosa no funciona sin contactos especiales. Los chinos les llaman guanxi, “relaciones”. Si no hay una red, si no se tienen contactos, nada funciona en China.
Y aquí entra en juego la aristocracia roja: los descendientes de la élite política china. Según la experiencia de sus empleadores, ellos abren puertas que, de lo contrario, permanecerían cerradas. En otras palabras: lo que desee el jefe del chico, papá lo va a conseguir. Un banco occidental ha puesto en marcha el programa interno llamado “Hijos e hijas”, específicamente destinado a este fin.
En realidad, da igual de qué banco se trate, ya sea JP Morgan, Goldman Sachs, Citigroup, Deutsche Bank, Credit Suisse o UBS; prácticamente todos han empleado, antes o después, a hijos de dirigentes del partido. Por ejemplo, según los medios de comunicación, Morgan Stanley reclutó a la hija del director del Banco de Desarrollo de China, y el Deutsche Bank tuvo en nómina a la del viceprimer ministro Wang Yang por lo menos durante un tiempo. El banco no ha querido confirmar si todavía trabaja allí. ¿Y qué hay de Credit Suisse? Para ellos trabajó Wen Runchun, hija del exprimer ministro Wen Jiabao.
En general, los descendientes de los funcionarios tienen una buena formación. A diferencia de los hijos de los campesinos de las provincias chinas, han podido ir a escuelas y universidades privadas caras en el extranjero. Es el caso de Wen Runchun, que ha estudiado en Estados Unidos. ¿Y solo por ser la hija de un político influyente tiene que ser incompetente como banquera?
China no es Alemania, pero supongamos que una empresa extranjera quiere entrar en el mercado alemán, y resulta que el acceso está regulado por la autoridades. Estas pueden autorizar a una sociedad y concederle adjudicaciones multimillonarias sin concurso, o no. Y entonces, esa empresa contrata a una hija de la canciller federal. Poco después, es la primera empresa extranjera en obtener el codiciado acceso al mercado, y al poco ayuda al hijo de la canciller a fundar una sociedad fantasma en las Islas Vírgenes Británicas. Una sociedad, por cierto, cuyo director y único accionista es mantenido en secreto.
Algo parecido ocurrió en el caso de Credit Suisse. El banco empleó durante un año y medio a Wen Runchun en su oficina de Pekín. Tres años más tarde, Credit Suisse fundó una empresa conjunta con el banco chino ICBC y consiguió ser el primer banco extranjero en introducirse en el negocio de gestión de activos de China. Puede ser casualidad. O el resultado de una astuta política de contratación. El banco no se pronuncia al respecto.
En 2006, más o menos un año y medio después del turbulento trato con ICBC, Wen Yunsong, hijo de Wen Jiabao y hermano de Wen Ruchun, fundó la empresa Trend Gold Consultants Limited en las Islas Vírgenes Británicas. Este tipo de empresas se suele constituir para ocultar los flujos de caja. El intermediario de Wen, que le ayudó a conseguir los documentos necesarios, era Credit Suisse. ¿Por qué razón montó Wen Yunsong la empresa Trend Gold? ¿A qué empresas asesoró en calidad de “consultor”? Wen dejó numerosas preguntas sin contestar. A los dos vástagos del político les precede su fama: en una ocasión, los diplomáticos estadounidenses señalaron que podrían “facilitar cosas” a cambio de dinero. Y cabe la posibilidad de que los bancos quieran que las cosas se les faciliten en China.
En ese país, el tema de los hijos de los funcionarios es delicado. Lo normal es que las noticias sobre ellos sean censuradas. Las empresas afectadas se muestran reservadas. UBS y Credit Suisse, por ejemplo, se negaron a pronunciarse en detalle al ser preguntados sobre el tema. El Deutsche Bank —empleador, al menos temporal, de la hija de Wang Yang, y quizá también de otros hijos de la aristocracia roja— comunicaba que las prácticas de contratación están sometidas a control. “De acuerdo con el estado actual de las investigaciones, podemos afirmar que no hemos seleccionado ni contratado a colaboradores en función de su procedencia familiar, sino de sus capacidades y de su cualificación técnica”.
Según los medios de comunicación de Estados Unidos, la SEC, el supervisor bursátil de ese país, actualmente está investigando las prácticas de UBS, Deutsche Bank y Credit Suisse. Pero también de JP Morgan. Es cierto que el banco estadounidense hace tiempo que no contrata al hijo de ningún funcionario, pero en cambio sí que contrató durante un periodo a una pequeña empresa asesora. Por 900.000 dólares anuales, dice The New York Times. Se llamaba Fullmark Consultants Limited, y detrás de ella estaban Wen Runchun, la hija de Wen Jiabao, y su marido. Cuando se le preguntó al respecto, no hubo respuesta.
Información elaborada también por BASTIAN BRINKMANN, BASTIAN OBERMAYER Y TITUS PLATTNER
FREDERIK OBERMAIER (SÜDDEUTSCHE ZEITUNG
El correo electrónico llegó por la noche y su contenido era lúgubre. Un empleado del banco JP Morgan en Hong Kong lloraba sus penas a un compañero: “Hemos perdido una operación a favor del Deutsche Bank”. En su opinión, la causa era evidente: el competidor alemán había contratado a la “hija del presidente”, en clara referencia a la hija de un alto cargo del Partido en China. A cambio, la operación se adjudicó al Deutsche Bank. La gente de JP Morgan afirmaba que no era la primera vez, y coincidía en que algo habría que cambiar. De lo contrario, en China tendrían las de perder durante mucho tiempo. Pero, ¿cómo hacerlo? En caso necesario, se dice en un correo electrónico citado por The New York Times, habría que imitar las estratagemas de la competencia; las del Deutsche Bank, desde luego, pero a lo mejor también las de Credit Suisse y USB, que no son muy diferentes.
Las tres entidades europeas aparecen en los datos de Chinaleaks; las tres han ayudado a un gran número de chinos a crear empresas en paraísos fiscales: por ejemplo, en la isla de Samoa, en el Pacífico, pero sobre todo en el Caribe, en las Islas Vírgenes Británicas. Solo el Deutsche Bank, desde sus sucursales de Singapur y Hong Kong, ha fundado un número de dos cifras de empresas de este tipo; empresas con nombres tan elocuentes como Double Fortune Group Limited, es decir, “Grupo de Duplicación de Fortunas”.
El Deutsche Bank y sus competidores suizos ya hace décadas que trabajan en el tema. Credit Suisse tiene oficinas en tres ciudades de la República Popular, USB en cinco, y el Deutsche Bank en seis. Sin embargo, las entidades occidentales no pueden organizar una red de filiales propia como las que mantienen los bancos estatales chinos; las leyes en ese país son estrictas. Cada año se puede añadir a la explotación como máximo dos ciudades nuevas. Dado que en China hay más de cien ciudades con más de un millón de habitantes, llevaría décadas erigir una densa red de filiales. Para hacer negocios en ese país, tienen que participar en uno de los más de 20 bancos de propiedad estatal. Y eso es algo lucrativo.
Por una parte, de este modo las entidades occidentales también obtienen ganancias de los ahorradores. Por otra, pueden asumir las funciones típicas de los bancos de inversiones: preparar ofertas públicas, financiar adquisiciones, realizar operaciones de venta de acciones. Los bancos estatales chinos carecen de los conocimientos necesarios para ello, así como de oficinas en Londres, Fráncfort y Nueva York. Pero, ¿cómo acceden los bancos occidentales a los clientes? ¿Y a los gerentes de los grupos estatales o a los dirigentes locales del partido? Si se da crédito a los correos electrónicos de JP Morgan, la cosa no funciona sin contactos especiales. Los chinos les llaman guanxi, “relaciones”. Si no hay una red, si no se tienen contactos, nada funciona en China.
Y aquí entra en juego la aristocracia roja: los descendientes de la élite política china. Según la experiencia de sus empleadores, ellos abren puertas que, de lo contrario, permanecerían cerradas. En otras palabras: lo que desee el jefe del chico, papá lo va a conseguir. Un banco occidental ha puesto en marcha el programa interno llamado “Hijos e hijas”, específicamente destinado a este fin.
En realidad, da igual de qué banco se trate, ya sea JP Morgan, Goldman Sachs, Citigroup, Deutsche Bank, Credit Suisse o UBS; prácticamente todos han empleado, antes o después, a hijos de dirigentes del partido. Por ejemplo, según los medios de comunicación, Morgan Stanley reclutó a la hija del director del Banco de Desarrollo de China, y el Deutsche Bank tuvo en nómina a la del viceprimer ministro Wang Yang por lo menos durante un tiempo. El banco no ha querido confirmar si todavía trabaja allí. ¿Y qué hay de Credit Suisse? Para ellos trabajó Wen Runchun, hija del exprimer ministro Wen Jiabao.
En general, los descendientes de los funcionarios tienen una buena formación. A diferencia de los hijos de los campesinos de las provincias chinas, han podido ir a escuelas y universidades privadas caras en el extranjero. Es el caso de Wen Runchun, que ha estudiado en Estados Unidos. ¿Y solo por ser la hija de un político influyente tiene que ser incompetente como banquera?
China no es Alemania, pero supongamos que una empresa extranjera quiere entrar en el mercado alemán, y resulta que el acceso está regulado por la autoridades. Estas pueden autorizar a una sociedad y concederle adjudicaciones multimillonarias sin concurso, o no. Y entonces, esa empresa contrata a una hija de la canciller federal. Poco después, es la primera empresa extranjera en obtener el codiciado acceso al mercado, y al poco ayuda al hijo de la canciller a fundar una sociedad fantasma en las Islas Vírgenes Británicas. Una sociedad, por cierto, cuyo director y único accionista es mantenido en secreto.
Algo parecido ocurrió en el caso de Credit Suisse. El banco empleó durante un año y medio a Wen Runchun en su oficina de Pekín. Tres años más tarde, Credit Suisse fundó una empresa conjunta con el banco chino ICBC y consiguió ser el primer banco extranjero en introducirse en el negocio de gestión de activos de China. Puede ser casualidad. O el resultado de una astuta política de contratación. El banco no se pronuncia al respecto.
En 2006, más o menos un año y medio después del turbulento trato con ICBC, Wen Yunsong, hijo de Wen Jiabao y hermano de Wen Ruchun, fundó la empresa Trend Gold Consultants Limited en las Islas Vírgenes Británicas. Este tipo de empresas se suele constituir para ocultar los flujos de caja. El intermediario de Wen, que le ayudó a conseguir los documentos necesarios, era Credit Suisse. ¿Por qué razón montó Wen Yunsong la empresa Trend Gold? ¿A qué empresas asesoró en calidad de “consultor”? Wen dejó numerosas preguntas sin contestar. A los dos vástagos del político les precede su fama: en una ocasión, los diplomáticos estadounidenses señalaron que podrían “facilitar cosas” a cambio de dinero. Y cabe la posibilidad de que los bancos quieran que las cosas se les faciliten en China.
En ese país, el tema de los hijos de los funcionarios es delicado. Lo normal es que las noticias sobre ellos sean censuradas. Las empresas afectadas se muestran reservadas. UBS y Credit Suisse, por ejemplo, se negaron a pronunciarse en detalle al ser preguntados sobre el tema. El Deutsche Bank —empleador, al menos temporal, de la hija de Wang Yang, y quizá también de otros hijos de la aristocracia roja— comunicaba que las prácticas de contratación están sometidas a control. “De acuerdo con el estado actual de las investigaciones, podemos afirmar que no hemos seleccionado ni contratado a colaboradores en función de su procedencia familiar, sino de sus capacidades y de su cualificación técnica”.
Según los medios de comunicación de Estados Unidos, la SEC, el supervisor bursátil de ese país, actualmente está investigando las prácticas de UBS, Deutsche Bank y Credit Suisse. Pero también de JP Morgan. Es cierto que el banco estadounidense hace tiempo que no contrata al hijo de ningún funcionario, pero en cambio sí que contrató durante un periodo a una pequeña empresa asesora. Por 900.000 dólares anuales, dice The New York Times. Se llamaba Fullmark Consultants Limited, y detrás de ella estaban Wen Runchun, la hija de Wen Jiabao, y su marido. Cuando se le preguntó al respecto, no hubo respuesta.
Información elaborada también por BASTIAN BRINKMANN, BASTIAN OBERMAYER Y TITUS PLATTNER