El Atlético, a cuartos de la Copa del Rey


Madrid, As
Cuando parece escasear la gasolina, al Atleti le quedan dos recursos de supervivencia que apenas gastan: el portero y el balón parado. En una eliminatoria muy igualada ante un Valencia que compitió de igual a igual los 180 minutos, la diferencia entre Courtois y Guaita fue como pasar de un gran reserva al calimocho. Mientras el belga continuó su exhibición de Mestalla con otras tres grandes paradas, el valenciano repitió su error de la ida al salir a cazar gamusinos en el primer gol rojiblanco. Así era imposible.


Más aún ante un equipo temible en cada córner. Simeone mandó que el debutante Sosa comenzara lanzándolos, pero el argentino parecía obsesionado en que los rematara un topo en el primer palo: todos cortos. Cuando Gabi asumió esa misión, cambió el panorama. Godín y Raúl García marcaron de cabeza en sendos saques de esquina del capitán, que ya había puesto otro en la cabeza del navarro en la ida para el tanto de la ida. Tres goles, tres córners de Gabi, tres cabezazos... Queda claro que no es un accidente.

Pero mientras el balón rodó, las diferencias fueron mínimas. Dos equipos más intensos que precisos con fobia al pase horizontal. Así, la primera parte fue un ir y venir en el que todo el mundo corría mucho sin pensar dónde iba. En ese guirigai se vio cómodo a Sosa, que a los 30 segundos intentó aprovechar una salida alocada de Guaita con un disparo desde lejísimos y ponía el balón en el área cada vez que recibía. Que allí hubiera un compañero o no, le parecía secundario. La pone bien, pero le faltó pausa.

El tanteo se prolongó hasta el descanso, con un corte providencial de Mathieu cuando Raúl García ya se relamía y un disparo seco de Bernat (mano de reflejos de Courtois) como mejores ocasiones. Pero al poco de reanudarse el juego, cambió el partido. Godín cabeceó un córner de Gabi y su remate picado se iba alto cuando Guaita metió innecesariamente la mano. El árbitro dio córner mientras el portero aseguraba que no había tocado. Sí parece rozar el balón, aunque el debate es si está ya fuera. El caso es que Gabi volvió a sacar, Guaita cantó y Godín está vez no falló.

Obligado a dar un paso al frente, el Valencia se encontró con el mismo problema que en Mestalla: Courtois. Después de que Raúl García rozase la puntilla con un gran disparo al palo, el belga tuvo su minuto de magia enlazando dos grandes paradas a Postiga y Míchel, de reflejos una y de tener alas la otra. El chico es un portento.

Ahí murió el Valencia, pues Miranda y Godín decidieron que se acabó lo que se daba. El Calderón, que ha sufrido tantos años en los que cualquier balón al área era un infarto, vive ahora una extraña placidez cuando los rivales atacan: sabe que de ahí nacen más ocasiones propias que ajenas. Muerden sus mediocentros (estupendos otra vez Tiago y Gabi), cortan sus centrales y, en dos segundos, Arda y Diego Costa están causando estragos. Meterle un gol al Atleti es una prueba de Asterix.

Así el partido se deslizó plácido hacia el final hasta que, en el último instante, la cabeza sagrada de Raúl García sentenció. Ya saben: córner, Gabi, testarazo, gol. Lo habitual. Parejo, frustrado, vio la segunda amarilla por una tontería y el Valencia se fue enfadado y con la sensación de que no había estado tan lejos de eliminar al campeón. Es habitual entre sus rivales, pero si deciden los detalles, nadie los cuida como el Atleti.

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