Buscan restaurar imagen de seguridad en Egipto
El Cairo, AP
Después de que el estallido de una bomba sacudiera un edificio de seguridad en una ciudad ubicada en el delta del Nilo en Egipto, las llamadas saturaron un número telefónico de emergencia administrado por diversos organismos de vigilancia.
Se trataba de personas que denunciaban la presencia en sus barrios de supuestos miembros de la Hermandad Musulmana. En las semanas posteriores, fueron dados a conocer números telefónicos de emergencia en cintillos que aparecían en la parte inferior de diversos noticiarios.
Este es un indicio de cómo la Agencia de Seguridad Nacional está reclamando un importante papel en momentos en que se ha desatado la oleada de violencia extremista y de represión gubernamental a gran escala contra la Hermandad desde julio, cuando fue destituido el presidente islamista Mohammed Morsi.
La agencia de seguridad se había granjeado en algún momento el odio generalizado de la ciudadanía porque la consideraba pilar de la policía estatal del presidente derrocado Hosni Mubarak.
Algunos activistas temen que una autocracia al estilo de Mubarak esté regresando con el nuevo gobierno, que tiene el apoyo de los militares, tres años después de la revuelta en la que el dictador fuera depuesto con la expectativa de que Egipto se convirtiera en un país democrático.
El énfasis en los números telefónicos de emergencia, advierten los activistas, aumenta la posibilidad de que el vecino se vuelva contra el vecino en momentos en que el gobierno acusa de organizar la violencia a la Hermandad Musulmana, su principal rival político.
Según funcionarios de la agencia, las pistas que han dado los ciudadanos han contribuido a reconstruir las fuentes de inteligencia del organismo, el cual quedó profundamente dañado después de tres años de agitación.
Entre los factores adversos figuran las infracciones de seguridad habidas durante el año en el que Morsi estuvo en la presidencia porque la Hermandad tuvo acceso a los archivos de la agencia, dijeron.
Los teléfonos de emergencia también tienen el propósito de poner a un número mayor de ciudadanos del lado del organismo mientras éste intenta restaurar su imagen.
Un funcionario de la agencia dijo que los teléfonos de emergencia contribuyen a cambiar una "norma cultural" entre los egipcios, que era la de no cooperar con la policía.
"Algunos creen que quienes hagan una denuncia resultarán al final acusados en el caso. Algunos temen delatar a los suyos. Otros consideran agentes a los que hacen denuncias ante la policía", dijo el funcionario, que se encuentra en El Cairo. "Queremos cambiar esta situación", apuntó.
Este funcionario y otro de la agencia, destacados en una oficina provincial, solicitaron el anonimato para hacer declaraciones sobre el particular.
Durante el régimen de Mubarak, el organismo, conocido entonces como Agencia de Seguridad del Estado, era famoso por sus abusos y casos de tortura cuando perseguía a oponentes políticos, en particular islamistas.
La agencia mantuvo amordazada a la disidencia y participó en el arreglo de elecciones para garantizar las victorias del partido gobernante.
Esta agencia y otros organismos de seguridad internos mantenían un poderoso control sobre la sociedad egipcia, supervisaban la prensa y determinaban quienes ocuparían cargos importantes, desde los puestos de rectores universitarios a los de directores de las industrias estatales.
Después de que el estallido de una bomba sacudiera un edificio de seguridad en una ciudad ubicada en el delta del Nilo en Egipto, las llamadas saturaron un número telefónico de emergencia administrado por diversos organismos de vigilancia.
Se trataba de personas que denunciaban la presencia en sus barrios de supuestos miembros de la Hermandad Musulmana. En las semanas posteriores, fueron dados a conocer números telefónicos de emergencia en cintillos que aparecían en la parte inferior de diversos noticiarios.
Este es un indicio de cómo la Agencia de Seguridad Nacional está reclamando un importante papel en momentos en que se ha desatado la oleada de violencia extremista y de represión gubernamental a gran escala contra la Hermandad desde julio, cuando fue destituido el presidente islamista Mohammed Morsi.
La agencia de seguridad se había granjeado en algún momento el odio generalizado de la ciudadanía porque la consideraba pilar de la policía estatal del presidente derrocado Hosni Mubarak.
Algunos activistas temen que una autocracia al estilo de Mubarak esté regresando con el nuevo gobierno, que tiene el apoyo de los militares, tres años después de la revuelta en la que el dictador fuera depuesto con la expectativa de que Egipto se convirtiera en un país democrático.
El énfasis en los números telefónicos de emergencia, advierten los activistas, aumenta la posibilidad de que el vecino se vuelva contra el vecino en momentos en que el gobierno acusa de organizar la violencia a la Hermandad Musulmana, su principal rival político.
Según funcionarios de la agencia, las pistas que han dado los ciudadanos han contribuido a reconstruir las fuentes de inteligencia del organismo, el cual quedó profundamente dañado después de tres años de agitación.
Entre los factores adversos figuran las infracciones de seguridad habidas durante el año en el que Morsi estuvo en la presidencia porque la Hermandad tuvo acceso a los archivos de la agencia, dijeron.
Los teléfonos de emergencia también tienen el propósito de poner a un número mayor de ciudadanos del lado del organismo mientras éste intenta restaurar su imagen.
Un funcionario de la agencia dijo que los teléfonos de emergencia contribuyen a cambiar una "norma cultural" entre los egipcios, que era la de no cooperar con la policía.
"Algunos creen que quienes hagan una denuncia resultarán al final acusados en el caso. Algunos temen delatar a los suyos. Otros consideran agentes a los que hacen denuncias ante la policía", dijo el funcionario, que se encuentra en El Cairo. "Queremos cambiar esta situación", apuntó.
Este funcionario y otro de la agencia, destacados en una oficina provincial, solicitaron el anonimato para hacer declaraciones sobre el particular.
Durante el régimen de Mubarak, el organismo, conocido entonces como Agencia de Seguridad del Estado, era famoso por sus abusos y casos de tortura cuando perseguía a oponentes políticos, en particular islamistas.
La agencia mantuvo amordazada a la disidencia y participó en el arreglo de elecciones para garantizar las victorias del partido gobernante.
Esta agencia y otros organismos de seguridad internos mantenían un poderoso control sobre la sociedad egipcia, supervisaban la prensa y determinaban quienes ocuparían cargos importantes, desde los puestos de rectores universitarios a los de directores de las industrias estatales.