Acaba la cumbre de paz de Siria sin logros ni compromisos del régimen
El mediador de la ONU convoca a las partes de nuevo el 10 de febrero
Los grupos observadores aseguran que han muerto 1.870 sirios durante las negociaciones
David Alandete
Jerusalén, El País
Sin cambiar un ápice su discurso, y con la misma actitud desafiante que mostró desde el principio, la delegación del régimen de Bachar el Asad puso este viernes en suspenso la continuación de la cumbre de Ginebra II, al término de la primera ronda de negociaciones. A pesar de que el mediador de Naciones Unidas para Siria, Lakhdar Brahimi, convocó a las partes de nuevo el 10 de febrero, los representantes del gobierno sirio respondieron que deben consultar antes con Damasco, sin comprometerse a mantener vivo un diálogo que de momento no ha ofrecido un solo resultado.
El ministro de Exteriores sirio, Wallid al Muallem, acusó este viernes en una rueda de prensa a los opositores de “falta de madurez y seriedad” y les ridiculizó por hospedarse en “hoteles de cinco estrellas en el extranjero, sin saber qué sucede de verdad” en las zonas de guerra. “Querían venir y que en una hora les entregáramos todo el poder”, añadió en su comparecencia. “Viven una ilusión”.
Mientras, durante los siete días que duraron las negociaciones, 1.870 sirios murieron en el conflicto, al menos 40 por falta de alimento y medicamentos en las zonas asediadas por el régimen, según denunció este viernes el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, afiliado a la oposición. De esos fallecidos, 498 eran civiles.
En un principio se esperaba del régimen que mostrara en Ginebra II una actitud prudente y mesurada, en su intento de ganar legitimidad en la escena internacional tras una serie de avances en el campo de batalla.
Al contrario, desde el inicio de la cumbre de paz en la pequeña localidad de Montreux y su continuación en Ginebra, los enviados de El Asad mostraron una agresividad exasperada, con los participantes e incluso con los dirigentes de la ONU que les habían convocado. Trataron de denigrar a los opositores con los que negocian al llamarles “traidores” y “agentes a sueldo del enemigo”; acusaron a Turquía y Arabia Saudí de “amparar el terrorismo” por apoyar a los rebeldes, y, finalmente, este viernes, culparon a Estados Unidos del fracaso de las negociaciones por sus “injerencias”, según dijo en su rueda de prensa el ministro Al Muallem.
Por su parte, la oposición representada en Ginebra II ha logrado, al menos, que los medios oficiales sirios les muestren dialogando con los emisarios de El Asad, con una actitud mucho más sobria y mesurada que la del régimen. Evitando las estridencias de su contraparte, el presidente de la Coalición Nacional Siria, Ahmad Jarba, dijo este viernes que el régimen nunca estuvo a favor de un “compromiso serio”. “El hecho de que haya aceptado sentarse en la mesa de negociaciones será el principio de su final”, dijo Jarba en un comunicado que leyó ante los medios.
El Grupo de Amigos de Siria, una amalgama de potencias occidentales y árabes —entre las que se encuentran EE UU, Arabia Saudí y Turquía— que apoyan a los opositores moderados, acusó al régimen de “ser responsable de la falta de avances en esta primera ronda de negociaciones”, según dijo en un comunicado tras una reunión de sus delegados en Ginebra este viernes.
Uno de los puntos que se han tratado en Ginebra II ha sido el del terrorismo islamista. Numerosas milicias yihadistas combaten no sólo al régimen, sino también a los opositores moderados del Ejército Libre Sirio. Sin embargo no ha habido ningún punto de acuerdo porque el régimen insiste en clasificar a todos los rebeldes de terroristas, sin distinciones.
El único y tenue logro de la conferencia de paz ha sido de momento la promesa del régimen de permitir la salida de 500 familias atrapadas durante más de 18 meses en el asediado centro de la ciudad de Homs. Y de momento queda incumplida porque, según dijo este viernes Al Muallem, hay grupos armados en esa localidad siria que quieren crear corredores humanitarios “para salir con sus armas a otras ciudades”.
Brahimi, el mediador de la ONU, admitió este viernes tras los siete días de negociaciones directas que no tenía resultados que presentar. “Es un inicio muy modesto”, dijo. El único logro fue, según explicó, “que ambas partes se acostumbren a sentarse en una misma sala, a detallar sus posiciones y escuchar al otro”. No es demasiado, en un conflicto que dura casi tres años y se ha cobrado las vidas de al menos 130.000 personas.
Los grupos observadores aseguran que han muerto 1.870 sirios durante las negociaciones
David Alandete
Jerusalén, El País
Sin cambiar un ápice su discurso, y con la misma actitud desafiante que mostró desde el principio, la delegación del régimen de Bachar el Asad puso este viernes en suspenso la continuación de la cumbre de Ginebra II, al término de la primera ronda de negociaciones. A pesar de que el mediador de Naciones Unidas para Siria, Lakhdar Brahimi, convocó a las partes de nuevo el 10 de febrero, los representantes del gobierno sirio respondieron que deben consultar antes con Damasco, sin comprometerse a mantener vivo un diálogo que de momento no ha ofrecido un solo resultado.
El ministro de Exteriores sirio, Wallid al Muallem, acusó este viernes en una rueda de prensa a los opositores de “falta de madurez y seriedad” y les ridiculizó por hospedarse en “hoteles de cinco estrellas en el extranjero, sin saber qué sucede de verdad” en las zonas de guerra. “Querían venir y que en una hora les entregáramos todo el poder”, añadió en su comparecencia. “Viven una ilusión”.
Mientras, durante los siete días que duraron las negociaciones, 1.870 sirios murieron en el conflicto, al menos 40 por falta de alimento y medicamentos en las zonas asediadas por el régimen, según denunció este viernes el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, afiliado a la oposición. De esos fallecidos, 498 eran civiles.
En un principio se esperaba del régimen que mostrara en Ginebra II una actitud prudente y mesurada, en su intento de ganar legitimidad en la escena internacional tras una serie de avances en el campo de batalla.
Al contrario, desde el inicio de la cumbre de paz en la pequeña localidad de Montreux y su continuación en Ginebra, los enviados de El Asad mostraron una agresividad exasperada, con los participantes e incluso con los dirigentes de la ONU que les habían convocado. Trataron de denigrar a los opositores con los que negocian al llamarles “traidores” y “agentes a sueldo del enemigo”; acusaron a Turquía y Arabia Saudí de “amparar el terrorismo” por apoyar a los rebeldes, y, finalmente, este viernes, culparon a Estados Unidos del fracaso de las negociaciones por sus “injerencias”, según dijo en su rueda de prensa el ministro Al Muallem.
Por su parte, la oposición representada en Ginebra II ha logrado, al menos, que los medios oficiales sirios les muestren dialogando con los emisarios de El Asad, con una actitud mucho más sobria y mesurada que la del régimen. Evitando las estridencias de su contraparte, el presidente de la Coalición Nacional Siria, Ahmad Jarba, dijo este viernes que el régimen nunca estuvo a favor de un “compromiso serio”. “El hecho de que haya aceptado sentarse en la mesa de negociaciones será el principio de su final”, dijo Jarba en un comunicado que leyó ante los medios.
El Grupo de Amigos de Siria, una amalgama de potencias occidentales y árabes —entre las que se encuentran EE UU, Arabia Saudí y Turquía— que apoyan a los opositores moderados, acusó al régimen de “ser responsable de la falta de avances en esta primera ronda de negociaciones”, según dijo en un comunicado tras una reunión de sus delegados en Ginebra este viernes.
Uno de los puntos que se han tratado en Ginebra II ha sido el del terrorismo islamista. Numerosas milicias yihadistas combaten no sólo al régimen, sino también a los opositores moderados del Ejército Libre Sirio. Sin embargo no ha habido ningún punto de acuerdo porque el régimen insiste en clasificar a todos los rebeldes de terroristas, sin distinciones.
El único y tenue logro de la conferencia de paz ha sido de momento la promesa del régimen de permitir la salida de 500 familias atrapadas durante más de 18 meses en el asediado centro de la ciudad de Homs. Y de momento queda incumplida porque, según dijo este viernes Al Muallem, hay grupos armados en esa localidad siria que quieren crear corredores humanitarios “para salir con sus armas a otras ciudades”.
Brahimi, el mediador de la ONU, admitió este viernes tras los siete días de negociaciones directas que no tenía resultados que presentar. “Es un inicio muy modesto”, dijo. El único logro fue, según explicó, “que ambas partes se acostumbren a sentarse en una misma sala, a detallar sus posiciones y escuchar al otro”. No es demasiado, en un conflicto que dura casi tres años y se ha cobrado las vidas de al menos 130.000 personas.