Un grupo de niños frena la ley que limita el trabajo infantil en Bolivia
El presidente Evo Morales pospone la aprobación de la norma después de reunirse con menores trabajadores
Mabel Azcui
La Paz, El País
Ninguno de ellos había imaginado siquiera conocer la Casa de Gobierno y, mucho menos, compartir un desayuno con el Jefe del Estado Plurinacional de Bolivia. Sin embargo, frente al grupo de jóvenes estaba Evo Morales, con bolígrafo y cuaderno como alumno diligente, para apuntar los argumentos de los menores a favor del trabajo infantil y juvenil.
El lunes muy temprano, algo más de 30 niños y adolescentes, con la cara brillante y el cabello bien peinado pero con manos resecas, miraban aún con sorpresa al presidente y el lugar donde se encontraban: el comedor del Palacio Quemado.
Apenas tres días antes, la Policía les disparó gases lacrimógenos para dispersarlos cuando intentaban celebrar una manifestación frente a la Asamblea Legislativa, lo que originó una ola de críticas y condenas ciudadanas a la Unidad Táctica de Operaciones de la Policía. Los jóvenes pedían un diálogo con los asambleístas para discutir el proyecto de ley que limita el trabajo infantil, pero la Policía se lo impidió.
Morales dijo, al término del desayuno, que el trabajo de los niños y jóvenes no puede eliminarse, aunque eso no signifique que se vaya a permitir la explotación laboral. “Eliminar el trabajo infantil es eliminar la conciencia social”, declaró el presidente.
La Unión de Niños y Adolescentes Trabajadores de Bolivia ha rechazado el proyecto del Código de la Niñez y Adolescencia que pretende prohibir el trabajo a menores de 14 años, con el fin de garantizar el derecho de los pequeños a estudiar, a divertirse y a tener acceso a los servicios de salud, entre otros. La aspiración es loable, empero, no tiene relación con la dramática realidad que vive un numeroso grupo de bolivianos, obligados a salir a las calles –o a vivir en ellas- para llevar algo a la boca de los suyos.
El trabajo infantil no se puede eliminar por ley porque, “como dicen los niños, se va a crear el trabajo clandestino”, explicó Morales al comentar que los menores le explicaron casos concretos. El de un pequeño menor de 14 años, por ejemplo, que mantiene a su hermanita: “Mi papa nos ha abandonado”. O el de huérfanos que viven con la abuela y tienen que salir a buscar medios de ingreso para sostener a todos en un núcleo familiar.
“Otro niño clefero (inhalador de pegamento) me dice: 'me he rehabilitado con mi trabajo' y, otro huérfano pregunta: 'si no trabajo quién me va a mantener”, contó el presidente Morales tras su acercamiento a los representantes de los niños trabajadores.
El Ministerio de Trabajo ha difundido un estudio sobre este segmento de la población que está plenamente incorporado a la fuerza laboral del país. Son 848.000 niños y niñas, con edades entre cinco y 14 años, que trabajan en el país, muchos de ellos en una veintena de actividades que se consideran peligrosas para los menores de edad.
El estudio menciona que hay niños trabajadores en la zafra de caña y de nuez amazónica, en la minería, fabricación de ladrillos, pesca, recolección de basura, limpieza de hospitales, expendio de bebidas alcohólicas y comercio nocturno en las calles, cuidador de vehículos, peón en la construcción o en carpinterías, entre otras.
Una industria azucarera acaba de sacar su producción, la primera en la que ningún pequeño ha participado en la zafra, como una forma de mostrar la inquietud social por el trabajo riesgoso de los menores en la cosecha de caña.
En el sector minero, muchos jóvenes se ven obligados a heredar el trabajo de sus padres fallecidos para mantener a la familia, otros pasan horas en el agua, dedicados a buscar oro en los ríos del norte del país.
Tanto el estudio del Ministerio de Trabajo como el del Centro Boliviano de Acción Educativa e Investigación, que elaboró un informe para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a propósito del día dedicado al trabajo infantil y juvenil, han coincidido en destacar que la precaria situación de los pequeños trabajadores se origina en la pobreza, la desintegración familiar, el abandono, la falta de empleo para los adultos en la familia y, también, la irresponsabilidad de los padres.
El Gobierno del presidente Morales ha reducido los índices de pobreza de forma significativa, ha reconocido la Comisión Económica para América Latina y Caribe (CEPAL), pero aún hay mucho qué hacer con la población juvenil. Según este mismo organismo, el 88% de los niños y jóvenes que trabajan perciben poco más de un dólar al día y las condiciones de trabajo son deplorables, recoge el informe de 2013 del Defensor del Pueblo, y hace notar que seis de cada diez no encuentra mejor trabajo por falta de capacitación técnica o por falta de apoyo a sus emprendimientos.
La Asamblea Legislativa Plurinacional ha decidido dejar pendiente este código hasta enero y ha mostrado su disposición a dialogar con los niños y jóvenes trabajadores para debatir el proyecto de ley que, para la Unión Nacional y el Movimiento Departamental de Niños en situación de calle, no les es favorable de ninguna manera.
Mabel Azcui
La Paz, El País
Ninguno de ellos había imaginado siquiera conocer la Casa de Gobierno y, mucho menos, compartir un desayuno con el Jefe del Estado Plurinacional de Bolivia. Sin embargo, frente al grupo de jóvenes estaba Evo Morales, con bolígrafo y cuaderno como alumno diligente, para apuntar los argumentos de los menores a favor del trabajo infantil y juvenil.
El lunes muy temprano, algo más de 30 niños y adolescentes, con la cara brillante y el cabello bien peinado pero con manos resecas, miraban aún con sorpresa al presidente y el lugar donde se encontraban: el comedor del Palacio Quemado.
Apenas tres días antes, la Policía les disparó gases lacrimógenos para dispersarlos cuando intentaban celebrar una manifestación frente a la Asamblea Legislativa, lo que originó una ola de críticas y condenas ciudadanas a la Unidad Táctica de Operaciones de la Policía. Los jóvenes pedían un diálogo con los asambleístas para discutir el proyecto de ley que limita el trabajo infantil, pero la Policía se lo impidió.
Morales dijo, al término del desayuno, que el trabajo de los niños y jóvenes no puede eliminarse, aunque eso no signifique que se vaya a permitir la explotación laboral. “Eliminar el trabajo infantil es eliminar la conciencia social”, declaró el presidente.
La Unión de Niños y Adolescentes Trabajadores de Bolivia ha rechazado el proyecto del Código de la Niñez y Adolescencia que pretende prohibir el trabajo a menores de 14 años, con el fin de garantizar el derecho de los pequeños a estudiar, a divertirse y a tener acceso a los servicios de salud, entre otros. La aspiración es loable, empero, no tiene relación con la dramática realidad que vive un numeroso grupo de bolivianos, obligados a salir a las calles –o a vivir en ellas- para llevar algo a la boca de los suyos.
El trabajo infantil no se puede eliminar por ley porque, “como dicen los niños, se va a crear el trabajo clandestino”, explicó Morales al comentar que los menores le explicaron casos concretos. El de un pequeño menor de 14 años, por ejemplo, que mantiene a su hermanita: “Mi papa nos ha abandonado”. O el de huérfanos que viven con la abuela y tienen que salir a buscar medios de ingreso para sostener a todos en un núcleo familiar.
“Otro niño clefero (inhalador de pegamento) me dice: 'me he rehabilitado con mi trabajo' y, otro huérfano pregunta: 'si no trabajo quién me va a mantener”, contó el presidente Morales tras su acercamiento a los representantes de los niños trabajadores.
El Ministerio de Trabajo ha difundido un estudio sobre este segmento de la población que está plenamente incorporado a la fuerza laboral del país. Son 848.000 niños y niñas, con edades entre cinco y 14 años, que trabajan en el país, muchos de ellos en una veintena de actividades que se consideran peligrosas para los menores de edad.
El estudio menciona que hay niños trabajadores en la zafra de caña y de nuez amazónica, en la minería, fabricación de ladrillos, pesca, recolección de basura, limpieza de hospitales, expendio de bebidas alcohólicas y comercio nocturno en las calles, cuidador de vehículos, peón en la construcción o en carpinterías, entre otras.
Una industria azucarera acaba de sacar su producción, la primera en la que ningún pequeño ha participado en la zafra, como una forma de mostrar la inquietud social por el trabajo riesgoso de los menores en la cosecha de caña.
En el sector minero, muchos jóvenes se ven obligados a heredar el trabajo de sus padres fallecidos para mantener a la familia, otros pasan horas en el agua, dedicados a buscar oro en los ríos del norte del país.
Tanto el estudio del Ministerio de Trabajo como el del Centro Boliviano de Acción Educativa e Investigación, que elaboró un informe para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a propósito del día dedicado al trabajo infantil y juvenil, han coincidido en destacar que la precaria situación de los pequeños trabajadores se origina en la pobreza, la desintegración familiar, el abandono, la falta de empleo para los adultos en la familia y, también, la irresponsabilidad de los padres.
El Gobierno del presidente Morales ha reducido los índices de pobreza de forma significativa, ha reconocido la Comisión Económica para América Latina y Caribe (CEPAL), pero aún hay mucho qué hacer con la población juvenil. Según este mismo organismo, el 88% de los niños y jóvenes que trabajan perciben poco más de un dólar al día y las condiciones de trabajo son deplorables, recoge el informe de 2013 del Defensor del Pueblo, y hace notar que seis de cada diez no encuentra mejor trabajo por falta de capacitación técnica o por falta de apoyo a sus emprendimientos.
La Asamblea Legislativa Plurinacional ha decidido dejar pendiente este código hasta enero y ha mostrado su disposición a dialogar con los niños y jóvenes trabajadores para debatir el proyecto de ley que, para la Unión Nacional y el Movimiento Departamental de Niños en situación de calle, no les es favorable de ninguna manera.