Saviola hace doblete y mete a Olympiakos en octavos
Atenas, As
El Olympiakos dependía de sí mismo para clasificarse para octavos de final de la Liga de Campeones. A pesar de ello, no tenía todo a favor: su gran estrella, Kostas Mitroglou, el héroe que catapultó a Grecia al Mundial de Brasil, acababa de pasar por el quirófano y será baja hasta después de Navidad. Míchel encomendó su papel a Javier Saviola, que se implicó en todas las jugadas de ataque y culminó su actuación con un doblete valedero de la clasificación.
Los de Míchel empezaron pisando el césped con fuerza, no en vano estaban los octavos de la Champions en juego. Les valía con calcar el resultado que sacara el Benfica ante el Paris Saint-Germain en Lisboa, pero los primeros minutos dieron la impresión de que los griegos querían evitar sustos y asegurarse el pase lo antes posible.
Las sensaciones iniciales se evaporaron pronto. El Olympiakos bajó el ritmo y no porque se acrecentara el del Anderlecht, que no se jugaba nada. El partido entró en una dinámica lenta, como si los dos conjuntos esperasen agazapados a ver quién era el primero que se atrevía a asomarse. Lo intentaron los locales y los belgas les frenaron a golpe de falta. Esas jugadas a balón parado fueron todo un pinchazo de oxígeno para el Olympiakos, que se encontraba espeso en ataque y escaso de ideas en el centro del campo.
Mientras los griegos tanteaban, el Anderlecht se limitó a esperar plantado en el césped. Si acaso, tiraban alguna contra suelta para recordar a los rivales que tenían visita.
Pasados los mejores (escasos) minutos del Olympiakos, los de Míchel parecían encerrados en un laberinto del que no encontraban la salida. Hasta que vieron que el balón podía correr más rápido, lo que dio lugar a la ocasión más clara del partido hasta entonces (min.33). Fuster le dio un gran pase de primeras a Saviola y el argentino cruzó el balón, que se fue desviado por poco.
El fútbol pocas veces ofrece segundas oportunidades. Saviola la tuvo. En una posición calcada a la jugada anterior, el ex del Málaga colocó el balón en la red. El Olympiakos veía los octavos muy cerca, con el marcador de su lado y el Benfica sin hacerle un gol al PSG.
Con todo a favor, los locales no cambiaron el chip y se mantuvieron apáticos y condescendientes. Y, esta vez sí, tuvieron su castigo. El Anderlecht no había hecho estirarse a Roberto en lo que iba de partido, pero, en un buen contragolpe, Gillet le regaló a Kljestan el empate en el minuto 39.
A pesar de la mala noticia, los griegos respìraban: Cavani había adelantado al PSG. Por poco tiempo. Al filo del descanso, el Olympiakos no había reaccionado, pero sí el Benfica: Lima puso el 1-1 de penalti.
Saviola tenía la responsabilidad de sustituir a Mitroglou. De él dependía el potencial goleador del conjunto griego y, en su actuación, hubo luces y sombras. En la segunda parte dejó patentes esos claroscuros. Consciente de su papel, intervino en la mayoría de las jugadas de su equipo. Pero, cuando tenía todo a su favor para firmar la clasificación del Olympiakos, falló un penalti en el minuto 48. La pena máxima era clara: Kouyate había desviado un diparo a puerta con la mano y vio la segunda amarilla.
El silencio del Karaiskakis no tardó en inundarse de gritos de regocijo. El protagonista, el mismo. Tras una jugada de enredos, Saviola fue el más listo, el que está donde debe cuando debe. Así fue como logró el 2-1 y la clasificación de los locales. No importó que el Benfica marcara justo a continuación. Ni que Weiss fallara otro penalti ni que el portero del Anderlecht, Proto, tuviera su noche. Tampoco que los de Míchel jugaran con fuego, dando a los belgas unas comodidades inauditas (a pesar de que su rival acabó jugando con ocho y con Mitrovic haciendo de portero tras la expulsión de Proto). Saviola había hecho su trabajo: con su doblete metió el papelito del Olympiakos en el bombo de los octavos de final. En el 94', Domínguez puso la guinda transformado, esta vez sí, el tercer penalti de la noche para los locales.
El Olympiakos dependía de sí mismo para clasificarse para octavos de final de la Liga de Campeones. A pesar de ello, no tenía todo a favor: su gran estrella, Kostas Mitroglou, el héroe que catapultó a Grecia al Mundial de Brasil, acababa de pasar por el quirófano y será baja hasta después de Navidad. Míchel encomendó su papel a Javier Saviola, que se implicó en todas las jugadas de ataque y culminó su actuación con un doblete valedero de la clasificación.
Los de Míchel empezaron pisando el césped con fuerza, no en vano estaban los octavos de la Champions en juego. Les valía con calcar el resultado que sacara el Benfica ante el Paris Saint-Germain en Lisboa, pero los primeros minutos dieron la impresión de que los griegos querían evitar sustos y asegurarse el pase lo antes posible.
Las sensaciones iniciales se evaporaron pronto. El Olympiakos bajó el ritmo y no porque se acrecentara el del Anderlecht, que no se jugaba nada. El partido entró en una dinámica lenta, como si los dos conjuntos esperasen agazapados a ver quién era el primero que se atrevía a asomarse. Lo intentaron los locales y los belgas les frenaron a golpe de falta. Esas jugadas a balón parado fueron todo un pinchazo de oxígeno para el Olympiakos, que se encontraba espeso en ataque y escaso de ideas en el centro del campo.
Mientras los griegos tanteaban, el Anderlecht se limitó a esperar plantado en el césped. Si acaso, tiraban alguna contra suelta para recordar a los rivales que tenían visita.
Pasados los mejores (escasos) minutos del Olympiakos, los de Míchel parecían encerrados en un laberinto del que no encontraban la salida. Hasta que vieron que el balón podía correr más rápido, lo que dio lugar a la ocasión más clara del partido hasta entonces (min.33). Fuster le dio un gran pase de primeras a Saviola y el argentino cruzó el balón, que se fue desviado por poco.
El fútbol pocas veces ofrece segundas oportunidades. Saviola la tuvo. En una posición calcada a la jugada anterior, el ex del Málaga colocó el balón en la red. El Olympiakos veía los octavos muy cerca, con el marcador de su lado y el Benfica sin hacerle un gol al PSG.
Con todo a favor, los locales no cambiaron el chip y se mantuvieron apáticos y condescendientes. Y, esta vez sí, tuvieron su castigo. El Anderlecht no había hecho estirarse a Roberto en lo que iba de partido, pero, en un buen contragolpe, Gillet le regaló a Kljestan el empate en el minuto 39.
A pesar de la mala noticia, los griegos respìraban: Cavani había adelantado al PSG. Por poco tiempo. Al filo del descanso, el Olympiakos no había reaccionado, pero sí el Benfica: Lima puso el 1-1 de penalti.
Saviola tenía la responsabilidad de sustituir a Mitroglou. De él dependía el potencial goleador del conjunto griego y, en su actuación, hubo luces y sombras. En la segunda parte dejó patentes esos claroscuros. Consciente de su papel, intervino en la mayoría de las jugadas de su equipo. Pero, cuando tenía todo a su favor para firmar la clasificación del Olympiakos, falló un penalti en el minuto 48. La pena máxima era clara: Kouyate había desviado un diparo a puerta con la mano y vio la segunda amarilla.
El silencio del Karaiskakis no tardó en inundarse de gritos de regocijo. El protagonista, el mismo. Tras una jugada de enredos, Saviola fue el más listo, el que está donde debe cuando debe. Así fue como logró el 2-1 y la clasificación de los locales. No importó que el Benfica marcara justo a continuación. Ni que Weiss fallara otro penalti ni que el portero del Anderlecht, Proto, tuviera su noche. Tampoco que los de Míchel jugaran con fuego, dando a los belgas unas comodidades inauditas (a pesar de que su rival acabó jugando con ocho y con Mitrovic haciendo de portero tras la expulsión de Proto). Saviola había hecho su trabajo: con su doblete metió el papelito del Olympiakos en el bombo de los octavos de final. En el 94', Domínguez puso la guinda transformado, esta vez sí, el tercer penalti de la noche para los locales.