Pulso con Bruselas por la rebaja fiscal

La Comisión Europea quiere una reforma integral del sistema tributario para favorecer el crecimiento, pero no ve apenas margen para bajar impuestos

Claudi Pérez / Carlos E. Cué
Bruselas / Madrid, El País
La política tiene razones que la economía no entiende. "No hay margen para bajar impuestos en España", espetan hasta tres fuentes distintas de la Comisión Europea. La opinión del Gobierno es radicalmente opuesta: "Hay bastantes posibilidades de acometer rebajas fiscales", asegura uno de los ministros del Gabinete de Rajoy. El Gobierno se juega las elecciones en ese tira y afloja con Bruselas, que será una especie de compás en el tablero de la política económica de los próximos y decisivos meses. El pulso ha comenzado: técnicamente, las cuentas no salen —Bruselas insiste en que hay que hacer incluso más recortes para bajar el déficit—, pero aun así España va a jugar la partida política. Ha ganado credibilidad en Europa tras la salida del rescate bancario, y es una de las historias de éxito que Bruselas necesita contar ante las complicadas elecciones europeas, por mucho que los datos sean tozudos: las coordenadas de España son esos 0% de crecimiento, 25% de paro, 50% de caída del precio de la vivienda y 100% de deuda pública para mucho tiempo.


Con una Comisión que presenta un perfil político cada vez más débil por el calendario electoral, La Moncloa sabe que el tiempo está a su favor. Bruselas reclama un nuevo modelo tributario desde hace tiempo, y la agencia fiscal independiente emitirá en marzo un primer dictamen; los comicios europeos son en mayo, y para cuando la reforma se incluya en los presupuestos electorales de 2015 —en octubre—, la Comisión estará prácticamente de salida y es poco probable que se atreva a dar uno de esos papirotazos que han sido la norma para España en el último año y medio. Al cabo, pese a que los técnicos de Bruselas niegan tres veces, el viento en los despachos de las plantas altas ha empezado a cambiar. "España puede modificar su modelo fiscal para conseguir un sistema que incentive la creación de empleo y favorezca el crecimiento", explica con calculada ambigüedad el siempre ortodoxo vicepresidente Olli Rehn —que quiere liderar a los liberales en las europeas— a la pregunta de si el Gobierno tiene margen para bajar impuestos.

En realidad, cuando se escarba un poco, las respuestas son parecidas en Madrid y Bruselas; la melodía es similar. La Comisión cree que España no va a arriesgarse a perder la credibilidad que tanto le costó recuperar con apuestas radicales que no puede permitirse. Madrid es consciente de que su escaso margen depende de que la recuperación se asiente en España y de que no haya sobresaltos en la eurozona. En esas condiciones, las fuentes consultadas apuestan por una reforma que incluya rebajas selectivas en algunos impuestos y para algunos colectivos, pero que a la postre tenga lo que se denomina un efecto neutro. "Habrá bajadas de los tipos impositivos y aumentos de las bases imponibles, por ejemplo con la eliminación de deducciones, de manera que la recaudación, al menos en teoría, no caiga ni un céntimo", aventuran fuentes próximas al FMI.

Eso implica una especie de ejercicio de ventriloquia: vender bajadas en clave interna y neutralidad fiscal en el exterior. La cuadratura del círculo: cumplir con aquello de "bajar los impuestos en el plazo de un año" (Rajoy, a finales de agosto) y asegurar que España "sigue comprometida con la austeridad" (Guindos, cada vez que aparece por Bruselas). Una reforma más ambiciosa es políticamente factible, pero económicamente muy peligrosa. España presenta uno de los déficits más elevados de la UE y una deuda pública que avanza imparable hacia el 100% del PIB. Y necesita 35.000 millones más para cuadrar las cuentas públicas de los tres próximos años, según un cálculo de la Comisión que se presentó hace un par de semanas como una suerte de antídoto contra posibles locuras fiscales. En suma: técnicamente, no hay nada que hacer y la clave será cómo vender rebajas con efecto neutro; políticamente, Rajoy agotará todas sus bazas para conseguir algo más a sabiendas de que Bruselas, a medida que avance el año, se convertirá en la versión europea del pato cojo estadounidense (la etapa final de las presidencias, en la que los líderes no tienen margen).

Las últimas recomendaciones de Bruselas son inequívocas: España necesita más ingresos. La Comisión quiere una reforma integral para solucionar un viejo fracaso: comparativamente, España tiene una de las menores recaudaciones de la UE, pese a que los dos últimos Gobiernos han puesto en marcha fuertes subidas fiscales. Los ingresos fiscales están en torno al 37% del PIB (de los más bajos de Europa), y los gastos están en el 43% (zona media-baja). La receta histórica de Bruselas y del FMI era y es reducir la fiscalidad directa (IRPF y sociedades) y elevar la indirecta (IVA y especiales). Pero la Comisión ha ido más al detalle con el rescate a España: recomienda eliminar deducciones en sociedades, limitar la lista de productos que se benefician del IVA reducido y aumentar los impuestos medioambientales. Y en el IRPF, rebajar los tipos máximos, pero a su vez eliminar deducciones como la de los planes de pensiones y elevar la tributación sobre el ahorro. "No hay nada decidido, pero lo que pretende el Gobierno no es muy diferente de lo que pide Bruselas", dice un ministro.

Rajoy cree que la recuperación le va a dar margen. Ha remachado todos los clavos posibles para que el déficit de 2013 se acerque al objetivo. Y sus ideas fiscales, efectivamente, se parecen a las de Bruselas: bajada del IRPF, simplificación de sociedades con la supresión de deducciones (las mayores empresas del Ibex pagan un tipo efectivo del 5%) e implantación de tributos ambientales. A lo que se niega Cristóbal Montoro, pese a la presión de Bruselas y de Guindos, es a retocar el IVA.

La reforma tributaria es la reedición de una vieja batalla interna: en abril, Guindos quería bajar el IRPF en 2014 a cambio de más recortes. Montoro se impuso y eso se dejó para 2015. Ahora Rajoy busca algo de aire para aplicar la rebaja del IRPF en la segunda mitad de 2014. De momento no parece haberlo encontrado. De hecho, en La Moncloa preocupa el frenazo en las economías más importantes de Europa, especialmente en Francia, a la que se suma una reactivación española que nace con el motor gripado. El propio Rajoy señalaba el viernes que el Gobierno quiere ver cómo acaba el año y cómo arranca 2014 para saber qué espacio fiscal va a tener. "Entre poco y ninguno", cierra una fuente europea.

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