Los ataques aéreos del Ejército sirio arrasan la provincia de Alepo
Beirut, EP
Más de 300 personas han fallecido en los últimos siete días en la provincia siria de Alepo y localidades circundantes por los ataques aéreos efectuados por el Ejército sirio con barriles explosivos, un arma criticada por grupos pro derechos humanos por su falta de precisión y exagerado poder destructivo.
Entre los 301 fallecidos que se han registrado en estas operaciones desde el 15 de diciembre, se encuentran 87 niños y 30 mujeres, según informó hoy el director del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, Rami Abdulrahman. Muchas de las víctimas murieron por las llamadas "bombas de barril" lanzadas desde helicópteros, dijo el Observatorio, que tiene su sede en Londres pero cuenta con fuentes en el interior del país.
El grupo de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) ha condenado el uso de las bombas improvisadas -barriles de crudo o cilindros que son llenados con explosivos y metralla y a menudo lanzados desde el aire- como una forma indiscriminada de bombardeo. "La fuerza aérea siria es o criminalmente incompetente, o no le importa si mata a decenas de civiles o ataca objetivos civiles deliberadamente", dijo el destacado investigador del grupo HRW Ole Solvang en el informe.
Las fuerzas de Assad han recuperado territorio al sur de la ciudad en las últimas semanas y se han asegurado el control de varios barrios de Damasco, antes de las conversaciones de paz previstas para el mes próximo que buscan poner fin a los tres años de conflicto sirio.
Parece improbable que el Ejército pueda recapturar unas importantes zonas de Alepo antes de las conversaciones que comenzarán el 22 de enero en Suiza. Pero Abdulrahman estimó que los ataques aéreos podían estar destinados a poner al resto de los habitantes contra los rebeldes, mostrando que los insurgentes no pueden proteger a los civiles.
El Observatorio estima de que más de 125.000 personas han muerto en la guerra civil de Siria, que también ha forzado a dos millones de personas a buscar refugio en el extranjero y expulsado de sus hogares a más de un tercio de sus 23 millones de habitantes.
Más de 300 personas han fallecido en los últimos siete días en la provincia siria de Alepo y localidades circundantes por los ataques aéreos efectuados por el Ejército sirio con barriles explosivos, un arma criticada por grupos pro derechos humanos por su falta de precisión y exagerado poder destructivo.
Entre los 301 fallecidos que se han registrado en estas operaciones desde el 15 de diciembre, se encuentran 87 niños y 30 mujeres, según informó hoy el director del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, Rami Abdulrahman. Muchas de las víctimas murieron por las llamadas "bombas de barril" lanzadas desde helicópteros, dijo el Observatorio, que tiene su sede en Londres pero cuenta con fuentes en el interior del país.
El grupo de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) ha condenado el uso de las bombas improvisadas -barriles de crudo o cilindros que son llenados con explosivos y metralla y a menudo lanzados desde el aire- como una forma indiscriminada de bombardeo. "La fuerza aérea siria es o criminalmente incompetente, o no le importa si mata a decenas de civiles o ataca objetivos civiles deliberadamente", dijo el destacado investigador del grupo HRW Ole Solvang en el informe.
Las fuerzas de Assad han recuperado territorio al sur de la ciudad en las últimas semanas y se han asegurado el control de varios barrios de Damasco, antes de las conversaciones de paz previstas para el mes próximo que buscan poner fin a los tres años de conflicto sirio.
Parece improbable que el Ejército pueda recapturar unas importantes zonas de Alepo antes de las conversaciones que comenzarán el 22 de enero en Suiza. Pero Abdulrahman estimó que los ataques aéreos podían estar destinados a poner al resto de los habitantes contra los rebeldes, mostrando que los insurgentes no pueden proteger a los civiles.
El Observatorio estima de que más de 125.000 personas han muerto en la guerra civil de Siria, que también ha forzado a dos millones de personas a buscar refugio en el extranjero y expulsado de sus hogares a más de un tercio de sus 23 millones de habitantes.