El verdadero reto de Messi

La Pulga, que ya ha ganado todo a nivel individual y colectivo con la camiseta azulgrana, se mide al reto del Mundial
Bosnia, Irán y Nigeria completan un grupo asequible para la albiceleste



Jordi Quixano, El País
Las lesiones musculares del último semestre han señalado a Leo Messi, hasta el punto de que se le ha acusado de cierta desidia en la preparación porque apenas ha participado del fútbol del Barcelona, más en el gimnasio y la rebotica que sobre el césped. No son pocos los que ya no le consideran como el gran favorito para el cetro del Balón de Oro, que se lo discuten Ribèry y Cristiano Ronaldo, por más que nadie pone en duda que es el mejor y que solo depende de él seguir siéndolo. La cita del Mundial, sin embargo, es el mejor de los alicientes para el 10, conquistador de todos los galardones individuales y colectivos posibles a excepción del trofeo de Jules Rimet. "Es su ocasión de ser único y mejor que Maradona, de proclamarse como el mejor futbolista de la historia", deslizan desde la entidad azulgrana, tranquilos porque saben que regresará la mejor versión de La Pulga. Esa es su gran ambición, su reto universal. Así, clasificada la selección argentina cinco fechas antes de que se diera carpetazo a la fase de grupos -solo conoció dos derrotas, ante Venezuela y Uruguay-, ahora aguarda al pistoletazo oficial en Brasil, donde se tendrá que medir con Bosnia, Irán y Nigeria, todos encuadrados en el grupo F.

Caída Argentina en la Copa América de 2011 en los cuartos de final ante Uruguay, Sergio Batista renunció al banquillo. El testigo lo recogió Alejandro Sabella, que entregó las estrellas y galones a La Pulga, capitán y voz de la albiceleste desde entonces. Y, rodeado de sus amigos -como el Kun Agüero o Lavezzi-, Messi se expresa mejor que nunca para un país que al principio le tenía tirria y que ahora le abraza sin complejos porque saben que con él en la cancha todo es posible. Toda una necesidad para Argentina, campeón en 1978 y 1986, segundo en Italia 90, sin pasar de los cuartos de final en las últimas cinco ediciones. Con el discutido Romero bajo los palos -no juega en el Mónaco porque Rainieri prefiera a Subasic-, la zaga albiceleste presenta ciertas dudas por ser la línea más débil, con Zabaleta (City) y Rojo (Sporting de Portugal) de laterales, comandados por los centrales Federico Fernández (Nápoles) y Garay (Benfica). Coge color el equipo en la medular, con Mascherano en el eje, casi siempre acompañado por Banega y Di María, por más que Gago y Biglia también pidan turno. Con los tres de arriba (juega 4-3-3), sin embargo, sobra dinamita, con Leo de falso 9, acompañado por el Kun e Higuaín, con Lavezzi y Palacio de actores secundarios. Un equipo que tiene de todo siempre y cuando no se rompan las líneas, como evidenció Alemania en el pasado Mundial (4-0), cuando Maradona perdió su crédito como técnico y Messi se juró que volvería para ganar. De momento, su grupo es amable.

Bosnia, su primera parada, ha alcanzado Brasil por méritos propios; superó a Grecia en la fase de clasificación tras firmar ocho triunfos, un empate y una única derrota frente a Eslovaquia. Todo un éxito para esta bisoña selección, que debuta en un evento de tal calado; todo un trabajo bien llevado por el técnico Safec Susic -considerado como uno de los mejores futbolistas de su historia-, que ha impuesto el orden defensivo y se ha fiado de dos delanteros que no perdonan. Así, los guantes los lleva Begovic, habitual en el Stoke; la zaga queda ordenada por Spahic (Leverkusen); y el talento lo pone Misimovic (Dinamo Moscú) en la medular, bien secundado por Zahirovic (Bochum) y el siempre presente Pjanic (Roma), ejecutor de cualquier jugada a balón parado; el gol, en cualquier caso, corre por cuenta del zancudo Dzeko (City) y el oportunista Ibisevic (Stuttgart).

El tercer contendiente del grupo es Irán, dirigida por el experimentado Carlos Queiroz, exentrenador del Madrid y segundo de Alex Ferguson en el Manchester United. "Los jugadores supieron responder al desafío", constató Queiroz, clasificado el equipo después de jugárselo todo a cara o cruz contra Corea del Sur. Ahora, sin embargo, la meta es rebasar la fase de grupos, tope de la selección en sus tres anteriores participaciones (1978, 1998 y 2006). Aunque sus futbolistas son desconocidos -Ghoochannejhad, del Standard de Lieja, es el remate del equipo-, ha regresado a la selección un viejo conocido de la Liga y Osasuna, el ingenioso y técnico Nekounam, ahora en Esteghlal iraní. En teoría, el rival más débil del grupo.

Por último, Argentina se las verá con Nigeria, selección persistente en los últimos tiempos, dado que han participado en cinco de las seis últimas ediciones —falló en Alemania 2006—. Para llegar a Brasil, las Águilas Verdes solventaron la última ronda frente a Etiopía, que solo le puso en apuros en el duelo de ida. Ya en Addis Abeba, el equipo se apoderó del esférico y del resultado, sellado por Víctor Moses (Liverpool), de penalti, y una falta de Obinna (Lokomotiv Moscú) que el portero se tragó.Ya no es un equipo repleto de filigraneros que entendían el fútbol de forma alegre, como ocurría en los Mundiales de 1994 y 1998 con los pases de Okocha, los regates de Kanu y Finidi, y los disparos de Yekini. Ahora, además de Moses, destaca el delantero Emenike (Fenerbahçe), todo un punzón, y el medio Obi Mikel (Chelsea), físico y disciplinado. No tienen tanto caché como sus predecesores, pero son compactos -solo han recibido cuatro goles en la fase de clasificación- y fiables; por algo no han perdido partido alguno.

Un grupo, en definitiva, que no entraña demasiadas complicaciones para Argentina, que tiene a Messi como bandera y quiere conquistar el territorio enemigo por excelencia.

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