El PP se instala en el escándalo permanente
Los casos de corrupción y las maniobras en las cajas golpean al partido
Rajoy cena con los ministros en La Moncloa sin mencionar el registro de la sede
Carlos E. Cué / Francesco Manetto
Madrid, El País
Tenía que haber sido una semana de festejos. Mariano Rajoy cumplía este sábado dos años de presidente del Gobierno. La prima de riesgo ya no aprieta tanto y el presidente quiere ver todos los días la luz al final del túnel. Pero no fue así. Los diputados y ministros del PP se van de vacaciones navideñas —habrá consejo el 27, pero no el día 3 de enero, y el Parlamento descansa una temporada— con el susto en el cuerpo tras una semana de escándalo permanente. De hecho, algunos transmiten en privado la sensación de que ese es el lugar en el que se ha instalado el PP, el escándalo permanente, en el que una noticia tapa a la otra sin que ninguna de ellas tenga ninguna consecuencia política.
En los pasillos del Congreso y en el Gobierno se percibe un ambiente de hastío y agotamiento. En la misma semana, han quedado muy tocados el presidente de honor, José María Aznar, el presidente de Madrid, Ignacio González, y el corazón del PP, la sede de Génova 13, donde por primera vez en su historia entró la policía para registrar durante 14 horas los documentos de la contabilidad del partido. Y por si fuera poco en la misma semana también la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, ha declarado como testigo en el caso Gürtel.
Pero además de los escándalos de corrupción o maniobras políticas en las cajas, la semana ha concluido con el Gobierno dividido y muy alterado por su guerra con las eléctricas, que nadie sabe cómo acabará, y una nueva ley del aborto que abre una batalla larguísima —casi un año puede durar la tramitación— que puede acabar definitivamente con la imagen pública de Alberto Ruiz-Gallardón, que ha pasado de gran valor político del PP a uno de los ministros peor valorados.
Casi nadie se libra de la quema. María Dolores de Cospedal está en el centro de muchas de las críticas internas. Todo el mundo admite que ella está sufriendo el coste por cosas que pasaron cuando ella aún no mandaba, y le reconocen que ha sido quien con más dureza se enfrentó a Luis Bárcenas. Pero, pese a eso, se ha convertido en el parachoques de Rajoy en el caso Bárcenas y sobre todo, en la secretaria general del día en el que el PP fue registrado por la policía, algo que no sucedió ni siquiera con el escándalo del caso Naseiro. Algunos interpretaron como un golpe a Cospedal y su equipo las palabras de Rajoy del viernes: “Vamos a colaborar con la justicia, esas son las instrucciones que he dado, y es lo que se está haciendo”. El auto del juez dice lo contrario, que el PP no ha facilitado todos los papeles, y por eso Pablo Ruz mandó a la policía a requisarlos.
Es Cospedal, con el abogado del PP, Alberto Durán, quien dirige sin consultar con nadie la estrategia frente al caso Bárcenas-Gürtel. Y si ya fue muy criticado internamente el borrado de los ordenadores, esta nueva estrategia de atacar a la policía y al juez por su último auto también está sufriendo un importante rechazo. “Enfadar a un juez de la Audiencia Nacional muy respetado como Ruz no es lo más inteligente que se puede hacer”, resume uno de ellos. En el entorno de Cospedal, sin embargo, siguen diciendo que el juez se equivoca, que el PP entregó todos los papeles que tenía que dar en agosto, y que todo está en orden y no hay ningún pago en b de la obra de la sede. Y no lo dicen solo en público y en comunicados. También se lo cuentan a los pocos dirigentes que se animan a preguntar.
El PP sigue paralizado, y justo ahora vienen unas elecciones europeas que servirán de termómetro. De momento ni siquiera hay candidato, aunque todos los consultados están convencidos de que Rajoy aprovechará las Navidades para tomar una decisión. Miguel Arias Cañete sigue siendo uno de los más probables, aunque ahora que el PP se ha embarcado en un intento por recuperar a su electorado más conservador, con leyes como la de seguridad ciudadana, la reforma del Código Penal y en especial la del aborto, nadie descarta del todo a Jaime Mayor. De hecho, fue ese motivo, el de contentar a su electorado conservador, el que llevó a Rajoy a ponerle en 2009. Ahora ambos están mucho más distanciados que entonces, pero el pragmatismo del presidente es conocido.
“Llevamos dos años en los que solo pensábamos en evitar el rescate. Primum vivere, deinde philosophari [primero vivir, después hacer filosofía]. Ahora podemos dedicarnos a la política y empezar a cumplir nuestro programa electoral, dar alguna satisfacción a los nuestros, que están muy enfadados. Es cierto que el caso Bárcenas nos complica todo, pero creemos que ya no tiene más recorrido”, resume un ministro.
En el PP se escuchan estos días en privado muchas críticas a los jueces y sobre todo a un sistema de instrucción interminable. Así como en su día el PSOE se quejaba de la instrucción inagotable del caso Filesa, ahora el PP reclama a Ruz que acabe cuanto antes su trabajo. “Hay que asumirlo”, resume un miembro del Comité Ejecutivo Nacional, que recuerda que “todo lo relacionado con la mala imagen del partido tiene que ver con un tipo que está en la cárcel, un impresentable”, en referencia al extesorero de la formación Luis Bárcenas.
En este ambiente, el Ejecutivo ni siquiera ha organizado ningún acto por los dos años de la toma de posesión (el 21 Rajoy, el 22 los ministros). Al menos no en público. El viernes por la noche, el presidente invitó a cenar en La Moncloa a sus ministros, en una forma de celebrar el aniversario. Y el ambiente fue muy agradable, según algunos de ellos. Los escándalos no formaron parte de las conversaciones, y el discurso de Rajoy se centró en la economía y en agradecerles que hayan resistido estos dos años durísimos. “Han sido dos años pero nos han parecido 20”, resume uno de ellos.
Aunque esa cena no era propicia para hablar de asuntos delicados —estaban invitadas las parejas de los ministros y ministras— es significativo que el presidente no dijera allí una palabra sobre el registro de la sede que había concluido esa misma mañana, lo que da idea de su intento por borrar el caso Bárcenas de su agenda pública y privada. Todo se lo ha dejado a Cospedal, es ella la que asume la gestión y el coste político. Tampoco se habló de cambios, algo que el presidente no comenta con nadie. “Este es un Gobierno totalmente de confianza del presidente, más que ningún otro en democracia. Lo ha hecho él, sin equilibrios territoriales, somos su gente. Por eso para él será muy fácil prescindir de quien quiera, no va a haber resistencias”, explica uno de ellos. Aunque nadie ve ambiente de cambio salvo lo imprescindible si algún ministro va en la lista europea.
Rajoy apenas tiene presencia pública estos días -salvo el tradicional saludo a las tropas españolas- hasta que el viernes 27 ofrezca su tradicional rueda de prensa de fin de año, que será la única de este tipo en La Moncloa en todo 2013 porque la habitual de julio se canceló.
La formación sigue paralizada, sin candidato a las europeas
Al margen del caso Gürtel, que sí afecta directamente al PP y por tanto a la dirección, los marianistas ven con estupor y un cierto regusto de venganza cómo se hunde la imagen de algunos rivales políticos del presidente. Por una parte, José María Aznar, uno de los que más daño ha hecho con sus críticas abiertas a la gestión de Rajoy. “Con los correos de Blesa la imagen de Aznar ha quedado por los suelos, y la de Blesa también. Pero no creo que eso afecte tanto a la marca PP como al propio expresidente. Está siendo muy duro para él porque además le han tocado a la familia”.
El otro gran frente abierto es el PP de Madrid. Rajoy nunca ha conseguido controlarlo, es una de sus grandes frustraciones. El presidente ha ido controlando relevos en las autonomías hasta lograr un equipo de barones bastante fieles, con altibajos. Pero no en Madrid. Y esta semana, que empezó con Esperanza Aguirre declarando como testigo por los contratos de su Administración con la red Gürtel, ha visto cómo quedaba imputada por blanqueo de capitales Lourdes Cavero, esposa de Ignacio González, sucesor de Aguirre en la Comunidad de Madrid e históricamente enfrentado a Rajoy, aunque ahora ese choque estaba pacificado. Los marianistas intentaron montar una operación el año pasado para que González no sucediera a Aguirre. Pero Rajoy no se animó al ver que González controlaba férreamente el partido y el grupo parlamentario. Ahora el PP tiene un problema serio: está instalada la idea de que ni González, menos ahora con sus problemas judiciales, ni Ana Botella pueden ganar las elecciones de 2015 con mayoría absoluta. En la cena del PP de Madrid, el miércoles, Rajoy evitó cualquier palabra de aliento a González. Dirigentes presentes comentan que había un ambiente frío y que muchos tenían la sensación de que el cambio de ciclo en Madrid está llegando y Rajoy tendrá que tomar decisiones drásticas en unos meses.
En cualquier caso otros dirigentes recuerdan que en el PP ya se han acostumbrado a que todo esté patas arriba y nunca pase nada. “Rajoy dice que es cuestión de esperar y tiene razón. Una noticia borra a la otra, y al cabo de pocos días todo se olvida. ¿Alguien habla ya de los SMS con Bárcenas que tanto lío armaron en julio? Nadie. A Rajoy le basta con esperar y eso lo hace mejor que nadie. No va a pasar nada”, resume uno. “Cambios no va a haber. Pero no es que no pase nada. Mira lo que dice el CIS: nos hemos convertido en el principal problema de los españoles después del paro. Y va a peor”, matiza otro.
Rajoy cena con los ministros en La Moncloa sin mencionar el registro de la sede
Carlos E. Cué / Francesco Manetto
Madrid, El País
Tenía que haber sido una semana de festejos. Mariano Rajoy cumplía este sábado dos años de presidente del Gobierno. La prima de riesgo ya no aprieta tanto y el presidente quiere ver todos los días la luz al final del túnel. Pero no fue así. Los diputados y ministros del PP se van de vacaciones navideñas —habrá consejo el 27, pero no el día 3 de enero, y el Parlamento descansa una temporada— con el susto en el cuerpo tras una semana de escándalo permanente. De hecho, algunos transmiten en privado la sensación de que ese es el lugar en el que se ha instalado el PP, el escándalo permanente, en el que una noticia tapa a la otra sin que ninguna de ellas tenga ninguna consecuencia política.
En los pasillos del Congreso y en el Gobierno se percibe un ambiente de hastío y agotamiento. En la misma semana, han quedado muy tocados el presidente de honor, José María Aznar, el presidente de Madrid, Ignacio González, y el corazón del PP, la sede de Génova 13, donde por primera vez en su historia entró la policía para registrar durante 14 horas los documentos de la contabilidad del partido. Y por si fuera poco en la misma semana también la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, ha declarado como testigo en el caso Gürtel.
Pero además de los escándalos de corrupción o maniobras políticas en las cajas, la semana ha concluido con el Gobierno dividido y muy alterado por su guerra con las eléctricas, que nadie sabe cómo acabará, y una nueva ley del aborto que abre una batalla larguísima —casi un año puede durar la tramitación— que puede acabar definitivamente con la imagen pública de Alberto Ruiz-Gallardón, que ha pasado de gran valor político del PP a uno de los ministros peor valorados.
Casi nadie se libra de la quema. María Dolores de Cospedal está en el centro de muchas de las críticas internas. Todo el mundo admite que ella está sufriendo el coste por cosas que pasaron cuando ella aún no mandaba, y le reconocen que ha sido quien con más dureza se enfrentó a Luis Bárcenas. Pero, pese a eso, se ha convertido en el parachoques de Rajoy en el caso Bárcenas y sobre todo, en la secretaria general del día en el que el PP fue registrado por la policía, algo que no sucedió ni siquiera con el escándalo del caso Naseiro. Algunos interpretaron como un golpe a Cospedal y su equipo las palabras de Rajoy del viernes: “Vamos a colaborar con la justicia, esas son las instrucciones que he dado, y es lo que se está haciendo”. El auto del juez dice lo contrario, que el PP no ha facilitado todos los papeles, y por eso Pablo Ruz mandó a la policía a requisarlos.
Es Cospedal, con el abogado del PP, Alberto Durán, quien dirige sin consultar con nadie la estrategia frente al caso Bárcenas-Gürtel. Y si ya fue muy criticado internamente el borrado de los ordenadores, esta nueva estrategia de atacar a la policía y al juez por su último auto también está sufriendo un importante rechazo. “Enfadar a un juez de la Audiencia Nacional muy respetado como Ruz no es lo más inteligente que se puede hacer”, resume uno de ellos. En el entorno de Cospedal, sin embargo, siguen diciendo que el juez se equivoca, que el PP entregó todos los papeles que tenía que dar en agosto, y que todo está en orden y no hay ningún pago en b de la obra de la sede. Y no lo dicen solo en público y en comunicados. También se lo cuentan a los pocos dirigentes que se animan a preguntar.
El PP sigue paralizado, y justo ahora vienen unas elecciones europeas que servirán de termómetro. De momento ni siquiera hay candidato, aunque todos los consultados están convencidos de que Rajoy aprovechará las Navidades para tomar una decisión. Miguel Arias Cañete sigue siendo uno de los más probables, aunque ahora que el PP se ha embarcado en un intento por recuperar a su electorado más conservador, con leyes como la de seguridad ciudadana, la reforma del Código Penal y en especial la del aborto, nadie descarta del todo a Jaime Mayor. De hecho, fue ese motivo, el de contentar a su electorado conservador, el que llevó a Rajoy a ponerle en 2009. Ahora ambos están mucho más distanciados que entonces, pero el pragmatismo del presidente es conocido.
“Llevamos dos años en los que solo pensábamos en evitar el rescate. Primum vivere, deinde philosophari [primero vivir, después hacer filosofía]. Ahora podemos dedicarnos a la política y empezar a cumplir nuestro programa electoral, dar alguna satisfacción a los nuestros, que están muy enfadados. Es cierto que el caso Bárcenas nos complica todo, pero creemos que ya no tiene más recorrido”, resume un ministro.
En el PP se escuchan estos días en privado muchas críticas a los jueces y sobre todo a un sistema de instrucción interminable. Así como en su día el PSOE se quejaba de la instrucción inagotable del caso Filesa, ahora el PP reclama a Ruz que acabe cuanto antes su trabajo. “Hay que asumirlo”, resume un miembro del Comité Ejecutivo Nacional, que recuerda que “todo lo relacionado con la mala imagen del partido tiene que ver con un tipo que está en la cárcel, un impresentable”, en referencia al extesorero de la formación Luis Bárcenas.
En este ambiente, el Ejecutivo ni siquiera ha organizado ningún acto por los dos años de la toma de posesión (el 21 Rajoy, el 22 los ministros). Al menos no en público. El viernes por la noche, el presidente invitó a cenar en La Moncloa a sus ministros, en una forma de celebrar el aniversario. Y el ambiente fue muy agradable, según algunos de ellos. Los escándalos no formaron parte de las conversaciones, y el discurso de Rajoy se centró en la economía y en agradecerles que hayan resistido estos dos años durísimos. “Han sido dos años pero nos han parecido 20”, resume uno de ellos.
Aunque esa cena no era propicia para hablar de asuntos delicados —estaban invitadas las parejas de los ministros y ministras— es significativo que el presidente no dijera allí una palabra sobre el registro de la sede que había concluido esa misma mañana, lo que da idea de su intento por borrar el caso Bárcenas de su agenda pública y privada. Todo se lo ha dejado a Cospedal, es ella la que asume la gestión y el coste político. Tampoco se habló de cambios, algo que el presidente no comenta con nadie. “Este es un Gobierno totalmente de confianza del presidente, más que ningún otro en democracia. Lo ha hecho él, sin equilibrios territoriales, somos su gente. Por eso para él será muy fácil prescindir de quien quiera, no va a haber resistencias”, explica uno de ellos. Aunque nadie ve ambiente de cambio salvo lo imprescindible si algún ministro va en la lista europea.
Rajoy apenas tiene presencia pública estos días -salvo el tradicional saludo a las tropas españolas- hasta que el viernes 27 ofrezca su tradicional rueda de prensa de fin de año, que será la única de este tipo en La Moncloa en todo 2013 porque la habitual de julio se canceló.
La formación sigue paralizada, sin candidato a las europeas
Al margen del caso Gürtel, que sí afecta directamente al PP y por tanto a la dirección, los marianistas ven con estupor y un cierto regusto de venganza cómo se hunde la imagen de algunos rivales políticos del presidente. Por una parte, José María Aznar, uno de los que más daño ha hecho con sus críticas abiertas a la gestión de Rajoy. “Con los correos de Blesa la imagen de Aznar ha quedado por los suelos, y la de Blesa también. Pero no creo que eso afecte tanto a la marca PP como al propio expresidente. Está siendo muy duro para él porque además le han tocado a la familia”.
El otro gran frente abierto es el PP de Madrid. Rajoy nunca ha conseguido controlarlo, es una de sus grandes frustraciones. El presidente ha ido controlando relevos en las autonomías hasta lograr un equipo de barones bastante fieles, con altibajos. Pero no en Madrid. Y esta semana, que empezó con Esperanza Aguirre declarando como testigo por los contratos de su Administración con la red Gürtel, ha visto cómo quedaba imputada por blanqueo de capitales Lourdes Cavero, esposa de Ignacio González, sucesor de Aguirre en la Comunidad de Madrid e históricamente enfrentado a Rajoy, aunque ahora ese choque estaba pacificado. Los marianistas intentaron montar una operación el año pasado para que González no sucediera a Aguirre. Pero Rajoy no se animó al ver que González controlaba férreamente el partido y el grupo parlamentario. Ahora el PP tiene un problema serio: está instalada la idea de que ni González, menos ahora con sus problemas judiciales, ni Ana Botella pueden ganar las elecciones de 2015 con mayoría absoluta. En la cena del PP de Madrid, el miércoles, Rajoy evitó cualquier palabra de aliento a González. Dirigentes presentes comentan que había un ambiente frío y que muchos tenían la sensación de que el cambio de ciclo en Madrid está llegando y Rajoy tendrá que tomar decisiones drásticas en unos meses.
En cualquier caso otros dirigentes recuerdan que en el PP ya se han acostumbrado a que todo esté patas arriba y nunca pase nada. “Rajoy dice que es cuestión de esperar y tiene razón. Una noticia borra a la otra, y al cabo de pocos días todo se olvida. ¿Alguien habla ya de los SMS con Bárcenas que tanto lío armaron en julio? Nadie. A Rajoy le basta con esperar y eso lo hace mejor que nadie. No va a pasar nada”, resume uno. “Cambios no va a haber. Pero no es que no pase nada. Mira lo que dice el CIS: nos hemos convertido en el principal problema de los españoles después del paro. Y va a peor”, matiza otro.