Conozca los 10 secretos de la Basílica de San Pedro
Roma, AFP
El portal de ABC te invita a conocer los diez secretos que son casi desconocidos por el mundo de la Basílica de San Pedro.
A continuación los diez secretos:
1- El monumento a Cristina de Suecia: al entrar en la basílica de San Pedro, el visitante gira irresistiblemente a la derecha para admirar, en la primera capilla, «La Piedad» de Miguel Angel. Después, el peregrino se para en la segunda capilla para rezar ante la tumba de Juan Pablo II. El itinerario continúa, a lo largo de la nave derecha, por la capilla del Santísimo, con el sagrario monumental de Bernini, las reliquias de Juan XXIII, la estatua de bronce de San Pedro, el baldaquino de Bernini…
Pero en esa ruta hay muchas maravillas secretas, que muy pocos saben descubrir. Como, por ejemplo, el monumento a la reina Cristina de Suecia…
2- El monumento a Matilde de Canossa: frente a la capilla de Santísimo, la hermosa mujer que sostiene las llaves de San Pedro y una triple corona papal en su mano izquierda, es la gran condesa Matilde de Canossa, la mujer que dominaba los territorios de la península italiana al norte de los Estados Pontificios a finales del siglo XI.
La espléndida escultura de Gian Lorenzo Bernini se alza sobre el sepulcro de la anfitriona del Papa Gregorio VII en su castillo del norte de Italia, al que acudió en 1077 el emperador Enrique IV para suplicar al Papa el levantamiento de la excomunión por haber reunido el año anterior en Worms un «concilio nacional» de 24 obispos alemanes y dos italianos que, para complacerle en una disputa con Roma, «depusieron» al pontífice.
3- Siete santos españoles en la nave central: las pilastras de la nave central están adornadas con gigantescas estatuas de santos fundadores o renovadores de grandes órdenes religiosas. Las del nivel inferior tienen 4,5 metros de alto, mientras que las del nivel superior llegan a los 5,5 para mantener la perspectiva.
Las estatuas monumentales de nuevos santos de impacto mundial pasaron a ocupar las grandes hornacinas del exterior de la basílica.
4- El puente de San Josemaría Escrivá: cuando se acabaron las hornacinas de la nave central, las estatuas monumentales de nuevos santos de impacto mundial pasaron a ocupar las grandes hornacinas del exterior de la basílica.
Sin necesidad de salir puede verse, desde el puente cubierto que va hacia la sacristía, la estatua de San Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975), el último gran santo español, solicitada por Juan Pablo II e inaugurada por Benedicto XVI.
Un poco más allá está la estatua de la madrileña Santa María Soledad Torres Acosta (1826-1877), fundadora de las Siervas de María Ministras de los Enfermos y canonizada por Pablo VI. Muy cerca se encuentra la de Santa Edith Stein, la filósofa judía alemana que se convirtió leyendo a Teresa de Ávila, se hizo carmelita y murió en Auschwitz en el desastre de la Shoah.
5- El Papa y el astrónomo que reformaron el calendario: en la pilastra siguiente a la capilla del Santísimo se encuentra la tumba monumental de Gregorio XIII (1572-1585), el Papa que reformó en 1582 el calendario universal utilizado desde la época de Julio César. Con el paso de los años, el «día más largo» no era el 21 de junio, ni el más corto era el 21 de diciembre.
La tarea de hacer los cálculos desde el observatorio astronómico, visible todavía hoy sobre la enorme mole de los Museos Vaticanos, recayó en el jesuita alemán Christoph Clavius.
6- El monumento de los últimos Estuardo: en la nave lateral izquierda, unos ángeles desnudos esculpidos en 1829 por Antonio Canova llaman la atención sobre el monumento a los tres últimos Estuardo: el rey Jaime III de Inglaterra y VIII de Escocia, fallecido en 1766, a quien acompañan sus hijos Carlos Eduardo, conde de Albano, y Enrique, duque de York y posteriormente cardenal de Frascati. La tumba común de los tres se encuentra debajo, en la Grutas Vaticanas.
7- La cátedra… de Carlos el Calvo: en el ábside de la basílica, los peregrinos pueden admirar dos grandiosos monumentos escultóricos: la Cátedra de San Pedro en bronce y, sobre ella, la Gloria, ambos de Bernini.
La Cátedra de San Pedro es una gran silla de bronce, sostenida por cuatro padres de la Iglesia, y simboliza la tarea de magisterio del Papa.
8- La urna que no contiene las reliquias de Pedro: en el centro del crucero se alza, sobre el altar de la Confesión, el majestuoso baldaquino de Bernini, de 29 metros de altura. Por las escaleras situadas justo delante se baja hasta las Grutas Vaticanas, donde se puede ver, detrás del arco señalado como «Sepulchrum Sancti Petri Apostoli», un mosaico de Jesucristo Salvador, del siglo IX, y una misteriosa urna.
La tumba de Pedro está en un nivel inferior al de las Grutas Vaticanas, cuyo pavimento es el de la primera basílica, la construida por Constantino en el siglo IV.
La mayoría de los peregrinos piensen que la urna debe custodiar, lógicamente, las reliquias de San Pedro. En realidad contiene los palios -una especie de estola ceremonial de lana, de cinco centímetros de ancho, decorada con seis cruces negras- que el Papa entrega cada año el día 29 de junio, fiesta de San Pedro y San Pablo, a los nuevos arzobispos metropolitanos.
9- La verdadera tumba de Pedro el pescador: en realidad, la tumba de Pedro está en un nivel inferior al de las Grutas Vaticanas, cuyo pavimento es el de la primera basílica, la construida por Constantino en el siglo IV.
Para llegar hasta el verdadero lugar de la tumba del Pescador hay que hacer una reserva con bastante antelación en el «Ufficio Scavi», que administra las visitas a la Necrópolis Vaticana, situada a un nivel inferior al de las Grutas.
10- Las dos cúpulas de Miguel Angel: quien visite la basílica debe reservar tiempo, al menos un par de horas, para subir a la cúpula. Hay que fijarse bien en los letreros para identificar el acceso, a la derecha de la entrada de la basílica, donde se encuentran la taquilla y el viejo ascensor que lleva hasta el nivel de la cubierta de la nave principal.
Vale la pena ir sin prisa y, en lugar de subir inmediatamente a la cúpula, caminar sobre el templo hasta la vertical de la fachada para ver desde allí la plaza de San Pedro. La estatua de Cristo, «pequeña» vista desde la plaza, mide 7,5 metros de altura.
El portal de ABC te invita a conocer los diez secretos que son casi desconocidos por el mundo de la Basílica de San Pedro.
A continuación los diez secretos:
1- El monumento a Cristina de Suecia: al entrar en la basílica de San Pedro, el visitante gira irresistiblemente a la derecha para admirar, en la primera capilla, «La Piedad» de Miguel Angel. Después, el peregrino se para en la segunda capilla para rezar ante la tumba de Juan Pablo II. El itinerario continúa, a lo largo de la nave derecha, por la capilla del Santísimo, con el sagrario monumental de Bernini, las reliquias de Juan XXIII, la estatua de bronce de San Pedro, el baldaquino de Bernini…
Pero en esa ruta hay muchas maravillas secretas, que muy pocos saben descubrir. Como, por ejemplo, el monumento a la reina Cristina de Suecia…
2- El monumento a Matilde de Canossa: frente a la capilla de Santísimo, la hermosa mujer que sostiene las llaves de San Pedro y una triple corona papal en su mano izquierda, es la gran condesa Matilde de Canossa, la mujer que dominaba los territorios de la península italiana al norte de los Estados Pontificios a finales del siglo XI.
La espléndida escultura de Gian Lorenzo Bernini se alza sobre el sepulcro de la anfitriona del Papa Gregorio VII en su castillo del norte de Italia, al que acudió en 1077 el emperador Enrique IV para suplicar al Papa el levantamiento de la excomunión por haber reunido el año anterior en Worms un «concilio nacional» de 24 obispos alemanes y dos italianos que, para complacerle en una disputa con Roma, «depusieron» al pontífice.
3- Siete santos españoles en la nave central: las pilastras de la nave central están adornadas con gigantescas estatuas de santos fundadores o renovadores de grandes órdenes religiosas. Las del nivel inferior tienen 4,5 metros de alto, mientras que las del nivel superior llegan a los 5,5 para mantener la perspectiva.
Las estatuas monumentales de nuevos santos de impacto mundial pasaron a ocupar las grandes hornacinas del exterior de la basílica.
4- El puente de San Josemaría Escrivá: cuando se acabaron las hornacinas de la nave central, las estatuas monumentales de nuevos santos de impacto mundial pasaron a ocupar las grandes hornacinas del exterior de la basílica.
Sin necesidad de salir puede verse, desde el puente cubierto que va hacia la sacristía, la estatua de San Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975), el último gran santo español, solicitada por Juan Pablo II e inaugurada por Benedicto XVI.
Un poco más allá está la estatua de la madrileña Santa María Soledad Torres Acosta (1826-1877), fundadora de las Siervas de María Ministras de los Enfermos y canonizada por Pablo VI. Muy cerca se encuentra la de Santa Edith Stein, la filósofa judía alemana que se convirtió leyendo a Teresa de Ávila, se hizo carmelita y murió en Auschwitz en el desastre de la Shoah.
5- El Papa y el astrónomo que reformaron el calendario: en la pilastra siguiente a la capilla del Santísimo se encuentra la tumba monumental de Gregorio XIII (1572-1585), el Papa que reformó en 1582 el calendario universal utilizado desde la época de Julio César. Con el paso de los años, el «día más largo» no era el 21 de junio, ni el más corto era el 21 de diciembre.
La tarea de hacer los cálculos desde el observatorio astronómico, visible todavía hoy sobre la enorme mole de los Museos Vaticanos, recayó en el jesuita alemán Christoph Clavius.
6- El monumento de los últimos Estuardo: en la nave lateral izquierda, unos ángeles desnudos esculpidos en 1829 por Antonio Canova llaman la atención sobre el monumento a los tres últimos Estuardo: el rey Jaime III de Inglaterra y VIII de Escocia, fallecido en 1766, a quien acompañan sus hijos Carlos Eduardo, conde de Albano, y Enrique, duque de York y posteriormente cardenal de Frascati. La tumba común de los tres se encuentra debajo, en la Grutas Vaticanas.
7- La cátedra… de Carlos el Calvo: en el ábside de la basílica, los peregrinos pueden admirar dos grandiosos monumentos escultóricos: la Cátedra de San Pedro en bronce y, sobre ella, la Gloria, ambos de Bernini.
La Cátedra de San Pedro es una gran silla de bronce, sostenida por cuatro padres de la Iglesia, y simboliza la tarea de magisterio del Papa.
8- La urna que no contiene las reliquias de Pedro: en el centro del crucero se alza, sobre el altar de la Confesión, el majestuoso baldaquino de Bernini, de 29 metros de altura. Por las escaleras situadas justo delante se baja hasta las Grutas Vaticanas, donde se puede ver, detrás del arco señalado como «Sepulchrum Sancti Petri Apostoli», un mosaico de Jesucristo Salvador, del siglo IX, y una misteriosa urna.
La tumba de Pedro está en un nivel inferior al de las Grutas Vaticanas, cuyo pavimento es el de la primera basílica, la construida por Constantino en el siglo IV.
La mayoría de los peregrinos piensen que la urna debe custodiar, lógicamente, las reliquias de San Pedro. En realidad contiene los palios -una especie de estola ceremonial de lana, de cinco centímetros de ancho, decorada con seis cruces negras- que el Papa entrega cada año el día 29 de junio, fiesta de San Pedro y San Pablo, a los nuevos arzobispos metropolitanos.
9- La verdadera tumba de Pedro el pescador: en realidad, la tumba de Pedro está en un nivel inferior al de las Grutas Vaticanas, cuyo pavimento es el de la primera basílica, la construida por Constantino en el siglo IV.
Para llegar hasta el verdadero lugar de la tumba del Pescador hay que hacer una reserva con bastante antelación en el «Ufficio Scavi», que administra las visitas a la Necrópolis Vaticana, situada a un nivel inferior al de las Grutas.
10- Las dos cúpulas de Miguel Angel: quien visite la basílica debe reservar tiempo, al menos un par de horas, para subir a la cúpula. Hay que fijarse bien en los letreros para identificar el acceso, a la derecha de la entrada de la basílica, donde se encuentran la taquilla y el viejo ascensor que lleva hasta el nivel de la cubierta de la nave principal.
Vale la pena ir sin prisa y, en lugar de subir inmediatamente a la cúpula, caminar sobre el templo hasta la vertical de la fachada para ver desde allí la plaza de San Pedro. La estatua de Cristo, «pequeña» vista desde la plaza, mide 7,5 metros de altura.