Argentina asiste perpleja al bochorno de los saqueos

El Gobierno cree que la policía trata de desestabilizar al Gobierno cuando se cumplen 30 años de la democracia



Francisco Peregil
Buenos Aires, El País
Argentina se plantea estos días una pregunta muy incómoda para la que tal vez no haya ninguna respuesta sencilla: ¿Qué está sucediendo en un país para que una huelga policial de brazos caídos degenere en cientos de comercios saqueados con un muerto y decenas de heridos? Eso fue lo que sucedió en la noche del martes al miércoles en la ciudad de Córdoba, a 700 kilómetros de la capital. Esa misma madrugada, en el municipio de Glew, en la periferia de Buenos Aires, varios vecinos atracaron un supermercado propiedad de un inmigrante chino; el dueño intentó defenderse, los asaltantes le prendieron fuego al local y el comerciante murió asfixiado. Mientras tanto, los reclamos económicos se extendieron a otros policías provinciales. Muchos de ellos amenazaron con el mismo chantaje: o les subían el sueldo o dejaban las calles vacías. En la madrugada del lunes, en la localidad de Concordia (116.000 habitantes), provincia de Entre Ríos, los policías se acuartelaron, fueron asaltados decenas de comercios, murió electrocutado uno de los asaltantes y se registraron 15 heridos.


La Casa Rosada movilizó a 10.000 gendarmes nacionales para socorrer las zonas de mayor conflicto en el país. Pero el lunes la mecha de las protestas ya se había extendido a 9 de las 23 provincias. Y en otras, como Córdoba, Río Negro y Neuquén, los agentes depusieron su actitud porque lograron aumentos en los salarios bases por encima del 60%.

El peronista Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, se vio obligado a volver de urgencia el domingo desde Río de Janeiro ante la posibilidad de que se extendieran los saqueos. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, viajó el fin de semana a la provincia del Chaco, donde fue gobernador hasta hace pocas semanas, para aplacar otra protesta. “Prácticamente no hemos dormido en las últimas 72 horas”, reconoció el lunes Capitanich.

Parte de oposición y de la prensa más crítica cree que el país ha llegado a un extremo de degradación moral donde ya vale todo. Norma Morandini, senadora nacional por la provincia de Córdoba, indicó a este periódico que los saqueos han desnudado “de forma brutal” el fracaso de la política. “Justo cuando celebramos los 30 años de democracia en paz, alejados de la brutalidad represiva de la dictadura, es muy triste que la ciudadanía solo crea en el orden de los uniformados. Si un vecino que compra todas las mañanas el pan y la leche vuelve a la noche a robar a ese comercio, el desorden no pertenece sólo a los uniformados que hicieron huelga. Algo hemos hecho mal como sociedad y como políticos. Si para no robar necesitamos que nos envíen un gendarme desde la capital, mal vamos”.

El columnista Luis Majul aludió el lunes en El Cronista a la “imagen de terror” que dibuja la escena de quienes intentaron quemar viviendas de sus vecinos porque sospechaban que los delató ante la policía. “Pero la peor [imagen] de todas es la aceptación, resignada, de que un policía puede, en reclamo de un salario mejor, dejar un barrio desprotegido, una ciudad liberada, una provincia entera a la buena de Dios. No hay necesidad que justifique semejante decisión. Es como dejar a un paciente, en medio de una operación a corazón abierto, para sumarse a una reivindicación salarial y laboral, por más justa y legítima que parezca. Por supuesto, el caldo de cultivo es la inflación, el ajuste no anunciado, los nuevos aumentos de los alimentos, y la frustración de comprobar que aunque muchos trabajen todo el día, al final del año no les termina alcanzando ni para lo mínimo”, señaló Majul.

Un creativo publicitario muy crítico con el Gobierno aporta su tesis a la causa del saqueo: “La gente ve que Amado Boudou –el vicepresidente del Gobierno- se roba todo lo que quiere sin que le pase nada y se preguntan por qué no van a poder robar ellos”.

El Gobierno, sin embargo, considera que no es casual que las protestas de los policías y los saqueos se produzcan justo a las puertas del martes 10 de diciembre, cuando el país festeja los 30 años de democracia. “No es casualidad que esta caricatura de efecto autoritario pretenda socavar las bases de legitimidad democrática”, señaló Jorge Capitanich. El jefe de Gabinete observa una intención política “desestabilizadora”. Para sostener su tesis aclaró que la forma en que actuaron los policías en las distintas provincias fue muy similar. Y sobre todo: “La acción colateral estaba urdida por los grupos de protestas”. O sea: los saqueos habían sido diseñados por los propios policías.

En Córdoba, el lugar donde comenzaron los disturbios, dimitieron ayer la ministra de Seguridad, Alejandra Monteoliva, y el jefe de la policía, César Almada. De momento, son las únicas víctimas políticas de los saqueos.

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