Alemania impone su criterio a Bruselas en el mecanismo para liquidar bancos
Las disensiones obligan a convocar otra reunión de ministros la próxima semana
Guindos destaca el acuerdo logrado por los cinco grandes países del euro
Luis Doncel
Bruselas, El País
Los 28 ministros de Economía se han devanado los sesos hasta la medianoche para buscar una solución a los problemas que llevan semanas estudiando. Pese a los avances que todos destacaban, han sido incapaces de cerrar un acuerdo total y convocarán una reunión extraordinaria del Ecofin el próximo día 18. Para entonces, ya se sabrá si los socialdemócratas alemanes habrán dado el sí al Gobierno de gran coalición; y si Wolfgang Schäuble volverá a Bruselas como todopoderoso ministro de Finanzas.
“Estamos muy cerca de crear un fondo y un mecanismo de resolución único. Tenemos un acuerdo general del que habrá que cerrar los detalles”, señaló el ministro de Economía, Luis de Guindos, a la salida de la reunión. La cuestión es cómo llegar a esa meta. De momento, las tesis alemanas se imponen.
12 de diciembre de 2012. Pasadas las cuatro de la madrugada, los ministros de Economía de la UE llegan a un acuerdo in extremis para impulsar la unión bancaria. Sus jefes, los presidentes y primeros ministros, lo rematarán tan solo unas horas más tarde en la última cumbre del año. Esto ocurrió el año pasado, pero todo apunta a que la historia se va a repetir, prácticamente idéntica, en 2013. Entonces se trataba de regular el supervisor único de la banca europea; ahora, del mecanismo para cerrar, separar o liquidar las entidades en ruinas. En ambas ocasiones, Alemania se oponía a los demás prácticamente en solitario. El año pasado logró mucho de sus propósitos. Ahora, a falta de conocer los detalles la semana próxima, también. El preacuerdo al que llegaron los cinco países más importantes de la zona euro recogía casi todas las exigencias de Berlín.
Pese a las muchas reuniones celebradas en estos días y a las constantes menciones de que se están acercando posturas, los puntos conflictivos no han variado. Básicamente se resumen en dos preguntas. ¿Quién tendrá el poder para liquidar un banco? ¿Y quién pondrá el dinero?
A la primera pregunta, una gran mayoría de países respondía que la Comisión; pero Alemania era reacia. El preacuerdo al que han llegado los cincos grandes —Alemania, Francia, Italia, España y Holanda— otorga a la Comisión un papel secundario: deberá dar su aprobación final, pero el organismo que decidirá en primera instancia será un consejo de nueva creación formado por representantes de los Gobiernos y en los que la Comisión solo estará como observador. Bruselas no dispondrá pues del superpoder que pretendía atribuirse para asegurar que la decisión de cerrar un banco se tomara de forma ágil y fuera de la batalla política de los países. El comisario Michel Barnier mostró ayer su frustración por el resultado. Primera victoria alemana.
La segunda pregunta es aún más compleja. Habrá fondo común, sí. Pero solo al final del proceso para dotar un fondo que sufrague los rescates bancarios. Mientras tanto, como quería Alemania, será cada país el que pagará los desperfectos en su sistema financiero. “Va a haber un periodo transitorio en el que los fondos nacionales irán perdiendo importancia y el fondo único la irá ganando”, explicó Guindos. Habrá que esperar diez años para ver el fondo único que Francia y otros países se marcaban como requisito sine qua non para firmar. Será necesario que llegue 2026 para estar ante un auténtico fondo único europeo. Segunda victoria de Merkel y los suyos.
Los triunfos germanos no acaban aquí. Tal y como ocurrió con el mecanismo de supervisión, Alemania insistía en que el brazo liquidador de bancos afectara solo a las entidades más grandes y transnacionales; y dejar así a salvo de injerencias europeas sus cajas regionales. Schäuble logró su propósito con el supervisor único, y lo ha hecho ahora con el mecanismo de resolución. Este tendrá la última palabra para ejecutar las más de 130 entidades supervisadas por el Banco Central Europeo, aunque este punto aún no está claro. Si hay que cerrar una caja alemana, será la autoridad nacional la que lo decida, siempre y cuando no recurra al dinero europeo. Enésima victoria: se adelanta dos años (de 2018 a 2016) la entrada en vigor de las normas por la que los accionistas, preferentistas y bonistas junior tendrán que afrontar pérdidas si sus entidades entran en proceso liquidador.
Si los ministros dan su visto bueno la próxima semana, Europa habrá construido la segunda pata de la unión bancaria. Tras la supervisión única, se comienza a construir el mecanismo de liquidación. Falta abordar la tercera pata: un fondo de garantía único para los bancos europeos. Es cierto que el principio de acuerdo alcanzado ayer dista mucho de las expectativas de la Comisión Europea. Pero, como señaló Barnier poco antes de la una de la madrugada, se ha recorrido un largo camino. “No está todo resuelto. Todavía no hemos llegado al final”, zanjó.
Guindos destaca el acuerdo logrado por los cinco grandes países del euro
Luis Doncel
Bruselas, El País
Los 28 ministros de Economía se han devanado los sesos hasta la medianoche para buscar una solución a los problemas que llevan semanas estudiando. Pese a los avances que todos destacaban, han sido incapaces de cerrar un acuerdo total y convocarán una reunión extraordinaria del Ecofin el próximo día 18. Para entonces, ya se sabrá si los socialdemócratas alemanes habrán dado el sí al Gobierno de gran coalición; y si Wolfgang Schäuble volverá a Bruselas como todopoderoso ministro de Finanzas.
“Estamos muy cerca de crear un fondo y un mecanismo de resolución único. Tenemos un acuerdo general del que habrá que cerrar los detalles”, señaló el ministro de Economía, Luis de Guindos, a la salida de la reunión. La cuestión es cómo llegar a esa meta. De momento, las tesis alemanas se imponen.
12 de diciembre de 2012. Pasadas las cuatro de la madrugada, los ministros de Economía de la UE llegan a un acuerdo in extremis para impulsar la unión bancaria. Sus jefes, los presidentes y primeros ministros, lo rematarán tan solo unas horas más tarde en la última cumbre del año. Esto ocurrió el año pasado, pero todo apunta a que la historia se va a repetir, prácticamente idéntica, en 2013. Entonces se trataba de regular el supervisor único de la banca europea; ahora, del mecanismo para cerrar, separar o liquidar las entidades en ruinas. En ambas ocasiones, Alemania se oponía a los demás prácticamente en solitario. El año pasado logró mucho de sus propósitos. Ahora, a falta de conocer los detalles la semana próxima, también. El preacuerdo al que llegaron los cinco países más importantes de la zona euro recogía casi todas las exigencias de Berlín.
Pese a las muchas reuniones celebradas en estos días y a las constantes menciones de que se están acercando posturas, los puntos conflictivos no han variado. Básicamente se resumen en dos preguntas. ¿Quién tendrá el poder para liquidar un banco? ¿Y quién pondrá el dinero?
A la primera pregunta, una gran mayoría de países respondía que la Comisión; pero Alemania era reacia. El preacuerdo al que han llegado los cincos grandes —Alemania, Francia, Italia, España y Holanda— otorga a la Comisión un papel secundario: deberá dar su aprobación final, pero el organismo que decidirá en primera instancia será un consejo de nueva creación formado por representantes de los Gobiernos y en los que la Comisión solo estará como observador. Bruselas no dispondrá pues del superpoder que pretendía atribuirse para asegurar que la decisión de cerrar un banco se tomara de forma ágil y fuera de la batalla política de los países. El comisario Michel Barnier mostró ayer su frustración por el resultado. Primera victoria alemana.
La segunda pregunta es aún más compleja. Habrá fondo común, sí. Pero solo al final del proceso para dotar un fondo que sufrague los rescates bancarios. Mientras tanto, como quería Alemania, será cada país el que pagará los desperfectos en su sistema financiero. “Va a haber un periodo transitorio en el que los fondos nacionales irán perdiendo importancia y el fondo único la irá ganando”, explicó Guindos. Habrá que esperar diez años para ver el fondo único que Francia y otros países se marcaban como requisito sine qua non para firmar. Será necesario que llegue 2026 para estar ante un auténtico fondo único europeo. Segunda victoria de Merkel y los suyos.
Los triunfos germanos no acaban aquí. Tal y como ocurrió con el mecanismo de supervisión, Alemania insistía en que el brazo liquidador de bancos afectara solo a las entidades más grandes y transnacionales; y dejar así a salvo de injerencias europeas sus cajas regionales. Schäuble logró su propósito con el supervisor único, y lo ha hecho ahora con el mecanismo de resolución. Este tendrá la última palabra para ejecutar las más de 130 entidades supervisadas por el Banco Central Europeo, aunque este punto aún no está claro. Si hay que cerrar una caja alemana, será la autoridad nacional la que lo decida, siempre y cuando no recurra al dinero europeo. Enésima victoria: se adelanta dos años (de 2018 a 2016) la entrada en vigor de las normas por la que los accionistas, preferentistas y bonistas junior tendrán que afrontar pérdidas si sus entidades entran en proceso liquidador.
Si los ministros dan su visto bueno la próxima semana, Europa habrá construido la segunda pata de la unión bancaria. Tras la supervisión única, se comienza a construir el mecanismo de liquidación. Falta abordar la tercera pata: un fondo de garantía único para los bancos europeos. Es cierto que el principio de acuerdo alcanzado ayer dista mucho de las expectativas de la Comisión Europea. Pero, como señaló Barnier poco antes de la una de la madrugada, se ha recorrido un largo camino. “No está todo resuelto. Todavía no hemos llegado al final”, zanjó.