Una economía fuerte pero desigual

La nueva presidenta hereda un país en el que se prevé una leve caída del crecimiento
Bachelet propone una reforma fiscal para fomentar la igualdad

Rocío Montes / Waldo Díaz
Santiago de Chile, El País
La economía chilena goza de buena salud y el Gobierno, la clase política y expertos de diferentes tendencias concuerdan en que es abierta, musculosa, eficiente y competitiva en casi todos los sectores. Desde 2010, el año en que asumió el presidente de derecha Sebastián Piñera, el crecimiento medio del PIB ha sido del 5,5%. El Ejecutivo presume de tener una inflación controlada y que en el último año se crearon 150.000 puestos de trabajo, lo que fija el desempleo en un 5,7%. La campaña presidencial y parlamentaria, sin embargo, ha coincidido con signos de desaceleración, lo que se explica sobre todo por factores externos.


La nueva administración, que debutará el próximo 11 de marzo, deberá lidiar con un menor crecimiento. El oficialismo pronostica que llegará a un 4,9% en 2014, pero la oposición asegura que será menor, entre el 4% y el 4,2%. “Vamos a tener un año más flojo. Hemos venido desde el segundo trimestre de este año desacelerándonos de a poco”, afirma Felipe Morandé, economista y encargado programático de la candidata de la derecha, Evelyn Matthei.

El frenazo de la economía china reducirá los precios del petróleo y de los minerales que salen de Latinoamérica. La caída de la demanda asiática hará resentir las arcas fiscales de este país sudamericano: Chile sigue dependiendo altamente del cobre, cuyo precio podría descender de 3,3 dólares la libra a 3,05. Alejandro Micco, miembro del equipo económico de la candidata Michelle Bachelet, explica que también influirá que la Reserva Federal de EE UU abandone su política monetaria expansiva: “Eso hará que suban los activos financieros en EE UU y que menos gente esté dispuesta a invertir en los países emergentes como Chile”.

El Banco Central, a través de su encuesta de expectativas, la semana pasada entregó una señal nítida: corrigió las proyecciones de crecimiento de un 4,4% a un 4,1%, la menor en cuatro años. También existe un escenario fiscal restrictivo, con un crecimiento del gasto público de 2,1% en la ley de Presupuesto de 2014, el menor en una década. Las proyecciones indican que el consumo bajará el próximo año y que la creación de empleos será menor a raíz de la desaceleración. Los expertos estiman que las exportaciones de bienes y servicios decaerán de un 4% a un 3,3% y las importaciones de 5,6% a 4,5%.

No hay acuerdo, sin embargo, respecto de la profundidad y extensión de esta fatiga económica: “Yo no soy de los que piensan que se acaba una época de bonanza por el precio del cobre y que de aquí en adelante empezaremos un período de vacas flacas”, agrega Morandé, exministro del presidente Sebastián Piñera.

Las buenas cifras de Chile y su alto crecimiento, pese al escenario mundial, esconden el talón de Aquiles de la economía chilena: la deficiente distribución del ingreso. El 5% más rico de la población gana 257 veces más que el 5% más pobre, de acuerdo a la Fundación Sol.

Los nueve candidatos a la Presidencia propusieron medidas para mitigar las inequidades. Bachelet, que fundamentó su programa en la lucha contra la desigualdad, pretende superarla con una reforma tributaria profunda: elevará la tasa de impuesto a las empresas del 20% al 25% en cuatro años. La discusión política y económica de los últimos meses se ha centrado, justamente, en el impacto económico del cambio impositivo. La derecha cree que frenará el crecimiento: “No podemos ponernos a repartir riqueza si no la creamos (…) Le va a hacer daño al país. Eso es seguro”, señaló Hernán Büchi, exministro de Hacienda de Pinochet. La oposición, sin embargo, rechaza las críticas. Para Alberto Arenas, encargado del programa de la expresidenta y su mano derecha en temas económicos, “este debate tiene que ver con algo más ideológico que con la realidad”.

La apertura comercial ha sido uno de los pilares de la política económica chilena. Desde mediados de los años 70, durante la dictadura de Pinochet, Chile abrió sus mercados al exterior, privatizó empresas del Estado y permitió la provisión privada de bienes y servicios que en otras economías suelen estar en manos del sector público, como la educación, las pensiones y la salud.

Los Gobiernos democráticos, desde 1990, mantuvieron el modelo promercado. La Concertación de centroizquierda, sin embargo, a través del gasto intentó compensar los déficits sociales que se arrastraban y optó por seguir abriéndose a los mercados internacionales. El comercio exterior de Chile se ha multiplicado por más de ocho durante los últimos 20 años.

Entradas populares