River y Vélez aburrieron y siguen en deuda
Buenos Aires, Clarín
Tanto Vélez como River sufrieron un duro golpe en la semana con la eliminación de la Copa Sudamericana, el único objetivo que a ambos les quedaba para lo que resta del semestre. Claro, lejos en la pelea por el Torneo Inicial, la Copa era mucho más que un premio consuelo. Sin embargo, el estadio Amalfitani encontró a dos equipos fuera de todo tipo de pelea, tanto en el ámbito local como en el internacional. Y, lo que es más preocupante, los encontró sin mostrar signos de recuperación tras la eliminación.
El empate resultó lógico, aunque resultó todavía más lógico que fuera sin goles, ya que ni uno ni otro tuvo ideas para quebrar a su rival. Ramón Díaz tomó nota tras la caída a manos de Lanús e introdujo seis cambios en el equipo. Del otro lado, Ricardo Gareca prefirió no tocar nada con respecto a los once que perdieron ante Ponte Preta. Estilos de juego y cambios tácticos al margen, a lo largo de los primeros 45 minutos seguramente ninguno de los dos entrenadores vio plasmada la idea que originalmente tenían para el partido. Es que tanto Vélez como River se contagiaron uno de otro y fueron imprecisos cuando tuvieron la pelota y, lo que es peor, carentes de ideas cuando el escenario podía llegar a ser favorable para realizar una jugada en ataque. No extrañó, entonces, que el primer tiempo resultara, lisa y llanamente, aburrido, con muy pocas situaciones de gol.
En este pobre contexto el que salió mejor parado fue el local, simplemente por el hecho de mostrar un poco más de iniciativa. Los dirigidos por Gareca fueron los que tuvieron más tiempo la pelota, aunque en ningún momento supieron lastimar a su rival. Lo del visitante, en tanto, fue casi lo contrario: sin el balón, la idea fue ser más directo cuando se lo recuperara. El desenlace, no obstante, fue el mismo que el de Vélez: River tampoco lastimó. No se trataron de jugadas de peligro las que tuvieron, sino más bien acercamientos al arco rival, que tanto para uno como para el otro llegaron a los ponchazos, a través de jugadas sucias. A los nueve minutos, un rebote le cayó a Héctor Canteros, pero su remate se desvió y se fue al córner. Menos de 60 segundos después lo tuvo Téofilo Gutiérrez de contraataque, aunque su débil remate fue controlado por Sebastián Sosa. Una situación similar se dio a los 18, cuando Rodrigo Mora jugó rápidamente un tiro libre, y otra vez el arquero uruguayo respondió ante el disparo del colombiano. Y, sobre el final del primer tiempo, Lucas Pratto intentó desde lejos pero encontró la resistencia de Marcelo Barovero.
En la segunda parte el panorama no cambió. Lo que es peor: el juego cayó aún más en nivel. Con el paso de los minutos los espacios se achicaron, y en consecuencia las emociones nunca aparecieron. Vélez continuó con un poco más de iniciativa, pero se quedó en una simple intención. River, como a lo largo de sus últimos partidos, prolongó su bajo nivel colectivo e individual. Tanto para uno como para el otro era la oportunidad para reencontrarse con su juego y darle una alegría a su gente tras la eliminación de la Copa. Sin embargo, Vélez y River evidenciaron que tienen secuelas del duro golpe.
Tanto Vélez como River sufrieron un duro golpe en la semana con la eliminación de la Copa Sudamericana, el único objetivo que a ambos les quedaba para lo que resta del semestre. Claro, lejos en la pelea por el Torneo Inicial, la Copa era mucho más que un premio consuelo. Sin embargo, el estadio Amalfitani encontró a dos equipos fuera de todo tipo de pelea, tanto en el ámbito local como en el internacional. Y, lo que es más preocupante, los encontró sin mostrar signos de recuperación tras la eliminación.
El empate resultó lógico, aunque resultó todavía más lógico que fuera sin goles, ya que ni uno ni otro tuvo ideas para quebrar a su rival. Ramón Díaz tomó nota tras la caída a manos de Lanús e introdujo seis cambios en el equipo. Del otro lado, Ricardo Gareca prefirió no tocar nada con respecto a los once que perdieron ante Ponte Preta. Estilos de juego y cambios tácticos al margen, a lo largo de los primeros 45 minutos seguramente ninguno de los dos entrenadores vio plasmada la idea que originalmente tenían para el partido. Es que tanto Vélez como River se contagiaron uno de otro y fueron imprecisos cuando tuvieron la pelota y, lo que es peor, carentes de ideas cuando el escenario podía llegar a ser favorable para realizar una jugada en ataque. No extrañó, entonces, que el primer tiempo resultara, lisa y llanamente, aburrido, con muy pocas situaciones de gol.
En este pobre contexto el que salió mejor parado fue el local, simplemente por el hecho de mostrar un poco más de iniciativa. Los dirigidos por Gareca fueron los que tuvieron más tiempo la pelota, aunque en ningún momento supieron lastimar a su rival. Lo del visitante, en tanto, fue casi lo contrario: sin el balón, la idea fue ser más directo cuando se lo recuperara. El desenlace, no obstante, fue el mismo que el de Vélez: River tampoco lastimó. No se trataron de jugadas de peligro las que tuvieron, sino más bien acercamientos al arco rival, que tanto para uno como para el otro llegaron a los ponchazos, a través de jugadas sucias. A los nueve minutos, un rebote le cayó a Héctor Canteros, pero su remate se desvió y se fue al córner. Menos de 60 segundos después lo tuvo Téofilo Gutiérrez de contraataque, aunque su débil remate fue controlado por Sebastián Sosa. Una situación similar se dio a los 18, cuando Rodrigo Mora jugó rápidamente un tiro libre, y otra vez el arquero uruguayo respondió ante el disparo del colombiano. Y, sobre el final del primer tiempo, Lucas Pratto intentó desde lejos pero encontró la resistencia de Marcelo Barovero.
En la segunda parte el panorama no cambió. Lo que es peor: el juego cayó aún más en nivel. Con el paso de los minutos los espacios se achicaron, y en consecuencia las emociones nunca aparecieron. Vélez continuó con un poco más de iniciativa, pero se quedó en una simple intención. River, como a lo largo de sus últimos partidos, prolongó su bajo nivel colectivo e individual. Tanto para uno como para el otro era la oportunidad para reencontrarse con su juego y darle una alegría a su gente tras la eliminación de la Copa. Sin embargo, Vélez y River evidenciaron que tienen secuelas del duro golpe.