Riquelme y Verón, ídolos en deuda
Buenos Aire, Espn
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra ídolo como "una persona o cosa amada o admirada con exaltación". Sin dudas, Juan Román Riquelme y Juan Sebastián Verón entran en esta categoría. Verdaderos emblemas para la gente, los dos alcanzaron la gloria en los clubes de los que son hinchas. Hoy, sin embargo, aunque no son cuestionados de manera pública cuando salen a la cancha, están lejos del nivel que los hizo indiscutidos.
Los dos tomaron en los últimos tiempos la decisión de volver a jugar al fútbol cuando habían dejado la práctica profesional. Riquelme dijo adiós luego de perder la final de la Libertadores con el Corinthians, en julio de 2012. Pasó seis meses lejos de las canchas y de los entrenamientos, y aunque tuvo ofertas del país y del exterior para seguir su carrera, se negó a volver a jugar hasta el regreso de Carlos Bianchi al club xeneize, en enero de este año. La Bruja colgó los botines en junio de 2012, en su caso por motivos más claros: las lesiones.
Está claro que el cariño incondiconal de la gente, a veces, puede ser un arma de doble filo. Y tal vez lo fue para Román y la Bruja, quienes pegaron la vuelta con la certeza de tener un amplio margen de apoyo de sus respectivas hinchadas. ¿Quién se va a animar a criticarlos?
La pregunta es: ¿hicieron bien en volver a jugar?
Riquelme (35 años) disputó nueve de los 14 partidos de Boca en el presente Torneo Inicial. Pero sólo pudo terminar cuatro completos. En los 746 minutos que lleva en cancha (de un total de 1.260 disputados), anotó dos goles. Y si bien es cierto que facilitó algunos para sus compañeros, su nivel está muy lejos del esperado para un futbolista de su talla.
En el Inicial pocas veces pudo destacarse por la que es su virtud principal: la tenencia del balón. El Riquelme versión 2013, a diferencia del de otros años, no aguanta la pelota de espaldas al arco rival, no es una rueda de auxilio para sus compañeros. Suele perder la pelota demasiado rápido, y eso genera situaciones propicias de contra para el adversario.
Los rivales le hacen sentir como nunca el rigor físico: ya no tiene la velocidad mental ni la presición que lo hicieron distinto. Tampoco puede explotar otro de sus fuertes: la pelota parada. Por temor a una lesión o por no estar al 100 % de su condición física, muchos tiros libres o tiros de esquina son ejecutados por sus compañeros.
La Bruja (38 años), por su parte, tiene menos presencias que Román: siete partidos de titular, donde sólo en dos completó un match; no marcó tantos en los 490 minutos que estuvo en cancha. Y su nivel fue decreciendo con el correr de las fechas, cuando el cuerpo le empezó a pasar factura.
Es que luego de un buen arranque ante Arsenal y All Boys, donde se lo vio preciso en los pases, haciendo gala de su excelente pegada, con mucha movilidad y con resto para hacer jugar a sus compañeros, se lesionó: no jugó frente a Lanús, Boca y Newell's. Y recién dio el presente nuevamente ante Belgrano, por la sexta fecha.
Otra lesión lo dejó afuera de las canchas dos choques más tarde, nada menos que en el clásico contra Gimnasia, donde sólo pudo jugar 29 minutos. Recién volvió luego de cinco partidos, en el 1 a 0 ante Quilmes, más recordado por el enojo que mostró al ser reemplazado por Mauricio Pellegrino que por el aporte futbolístico.
Los dos fueron grandes jugadores, de eso no hay dudas. Pero, ¿cuál es el valor agregado que le dan hoy a sus equipos? ¿Sirven dentro del vestuario como líderes? ¿Cómo son vistos por sus compañeros cuando se enojan porque son reemplazados? Para los técnicos, tenerlos en el plantel es un arma de doble filo. Aportan desde la experiencia, pero exigen un trato de "estrellas" que les suele generar internas, enfrentamientos y problemas de vestuario.
Da la sensación de que tanto Riquelme como Verón jugarán en Boca y en Estudiantes hasta que ellos lo decidan. Sólo resta saber si sabrán dar el paso al costado a tiempo, o se irán por la puerta de atrás y peleados con la dirigencia, como tantos otros ídolos dentro de la historia del fútbol argentino.
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra ídolo como "una persona o cosa amada o admirada con exaltación". Sin dudas, Juan Román Riquelme y Juan Sebastián Verón entran en esta categoría. Verdaderos emblemas para la gente, los dos alcanzaron la gloria en los clubes de los que son hinchas. Hoy, sin embargo, aunque no son cuestionados de manera pública cuando salen a la cancha, están lejos del nivel que los hizo indiscutidos.
Los dos tomaron en los últimos tiempos la decisión de volver a jugar al fútbol cuando habían dejado la práctica profesional. Riquelme dijo adiós luego de perder la final de la Libertadores con el Corinthians, en julio de 2012. Pasó seis meses lejos de las canchas y de los entrenamientos, y aunque tuvo ofertas del país y del exterior para seguir su carrera, se negó a volver a jugar hasta el regreso de Carlos Bianchi al club xeneize, en enero de este año. La Bruja colgó los botines en junio de 2012, en su caso por motivos más claros: las lesiones.
Está claro que el cariño incondiconal de la gente, a veces, puede ser un arma de doble filo. Y tal vez lo fue para Román y la Bruja, quienes pegaron la vuelta con la certeza de tener un amplio margen de apoyo de sus respectivas hinchadas. ¿Quién se va a animar a criticarlos?
La pregunta es: ¿hicieron bien en volver a jugar?
Riquelme (35 años) disputó nueve de los 14 partidos de Boca en el presente Torneo Inicial. Pero sólo pudo terminar cuatro completos. En los 746 minutos que lleva en cancha (de un total de 1.260 disputados), anotó dos goles. Y si bien es cierto que facilitó algunos para sus compañeros, su nivel está muy lejos del esperado para un futbolista de su talla.
En el Inicial pocas veces pudo destacarse por la que es su virtud principal: la tenencia del balón. El Riquelme versión 2013, a diferencia del de otros años, no aguanta la pelota de espaldas al arco rival, no es una rueda de auxilio para sus compañeros. Suele perder la pelota demasiado rápido, y eso genera situaciones propicias de contra para el adversario.
Los rivales le hacen sentir como nunca el rigor físico: ya no tiene la velocidad mental ni la presición que lo hicieron distinto. Tampoco puede explotar otro de sus fuertes: la pelota parada. Por temor a una lesión o por no estar al 100 % de su condición física, muchos tiros libres o tiros de esquina son ejecutados por sus compañeros.
La Bruja (38 años), por su parte, tiene menos presencias que Román: siete partidos de titular, donde sólo en dos completó un match; no marcó tantos en los 490 minutos que estuvo en cancha. Y su nivel fue decreciendo con el correr de las fechas, cuando el cuerpo le empezó a pasar factura.
Es que luego de un buen arranque ante Arsenal y All Boys, donde se lo vio preciso en los pases, haciendo gala de su excelente pegada, con mucha movilidad y con resto para hacer jugar a sus compañeros, se lesionó: no jugó frente a Lanús, Boca y Newell's. Y recién dio el presente nuevamente ante Belgrano, por la sexta fecha.
Otra lesión lo dejó afuera de las canchas dos choques más tarde, nada menos que en el clásico contra Gimnasia, donde sólo pudo jugar 29 minutos. Recién volvió luego de cinco partidos, en el 1 a 0 ante Quilmes, más recordado por el enojo que mostró al ser reemplazado por Mauricio Pellegrino que por el aporte futbolístico.
Los dos fueron grandes jugadores, de eso no hay dudas. Pero, ¿cuál es el valor agregado que le dan hoy a sus equipos? ¿Sirven dentro del vestuario como líderes? ¿Cómo son vistos por sus compañeros cuando se enojan porque son reemplazados? Para los técnicos, tenerlos en el plantel es un arma de doble filo. Aportan desde la experiencia, pero exigen un trato de "estrellas" que les suele generar internas, enfrentamientos y problemas de vestuario.
Da la sensación de que tanto Riquelme como Verón jugarán en Boca y en Estudiantes hasta que ellos lo decidan. Sólo resta saber si sabrán dar el paso al costado a tiempo, o se irán por la puerta de atrás y peleados con la dirigencia, como tantos otros ídolos dentro de la historia del fútbol argentino.