Manchester United sacó una igualdad a cero ante Real Sociedad
San Sebastián, As
La Real aguantó el empuje del United y mantiene por mínimas que sean las opciones de seguir en la Champions o, por qué no, alcanzar la tercera plaza que da acceso a la Europa League. Costó lo suyo, realmente. Jugar cómodo ante un grande como el United es imposible. Estrellas del nivel de Rooney o Giggs presionan y defienden con la intensidad del resto. Da gusto ver a jugadores de su carisma. Eso complicó y cortocircuitó a la Real en mediocampo, pese a que Arrasate apostó por un jugador de mayor toque como Pardo.
El canterano, como el resto de sus compañeros de zona, se vio asfixiado por la presión de los ingleses, ordenados y rígidos pese a que contaban con varios suplentes en su once. Tampoco era un United excesivamente brillante, hay que decirlo. Sus opciones pasaban porque Kagawa encarara a Carlos Martínez y le complicara la noche. Más de una vez lo hizo. Y con peligro. Sus centros, pese a no encontrar a Chicharito, trajeron más de un suspiro a Anoeta.
La Real vivía incómoda en un partido sin espacios. Trató de encontrarlos, pero no era fácil llegar a la portería de De Gea recuperando tan lejos de la misma. Sólo en un par de acercamientos la posibilidad de marcar fue real. Agirretxe, en una de ellas, remató en semifallo tras una incursión por la derecha, quizá la mejor hasta entonces. La posterior fue más clara aún. De la Bella, al borde del descanso, recortó hacia dentro y su tiro con la derecha se marchó rozando el poste. En todo caso, fue poca grieta para un muro tan sólido como el del United.
Hacía falta que el partido se abriera, con el riesgo que ello implicaba. Porque los ingleses, que buscaban el liderato, aceptaron el reto apretando aún más los dientes. Kagawa siguió afilado por la izquierda y puso un balón medido a Chicharito que el mexicano mandó inexplicablemente alto. No satisfecho, Moyes movió fichas y metió artillería aún más potente, sobre todo en el caso de Van Persie. El holandés no tardó ni un minuto en mostrar su categoría y sembrar el pánico entre los defensas realistas. Un palo y un tiro ajustado sirvieron de preludio. Su oportunidad más clara, sin embargo, llegó con un dudoso penalti cometido por Markel sobre Young que mandó al palo con un violento zurdazo.
La Real había salido viva de tanto susto y aún le quedaba algo en la recámara, o eso se pensaba. Y así fue. En la acción más clara para los realistas en todo el partido, Xabi Prieto tiró cruzado y Vela empujó con el pecho, pero la pelota se escapó caprichosa por arriba. Esa era la esperanza de una afición que aún sufrió con un tiro de Valencia sacado bajo palos por Mikel González. El sueño de la Champions queda lejos, casi imposible, pero no caer ante el United de Rooney o Van Persie jamás debe considerarse una derrota. Ese consuelo queda.
La Real aguantó el empuje del United y mantiene por mínimas que sean las opciones de seguir en la Champions o, por qué no, alcanzar la tercera plaza que da acceso a la Europa League. Costó lo suyo, realmente. Jugar cómodo ante un grande como el United es imposible. Estrellas del nivel de Rooney o Giggs presionan y defienden con la intensidad del resto. Da gusto ver a jugadores de su carisma. Eso complicó y cortocircuitó a la Real en mediocampo, pese a que Arrasate apostó por un jugador de mayor toque como Pardo.
El canterano, como el resto de sus compañeros de zona, se vio asfixiado por la presión de los ingleses, ordenados y rígidos pese a que contaban con varios suplentes en su once. Tampoco era un United excesivamente brillante, hay que decirlo. Sus opciones pasaban porque Kagawa encarara a Carlos Martínez y le complicara la noche. Más de una vez lo hizo. Y con peligro. Sus centros, pese a no encontrar a Chicharito, trajeron más de un suspiro a Anoeta.
La Real vivía incómoda en un partido sin espacios. Trató de encontrarlos, pero no era fácil llegar a la portería de De Gea recuperando tan lejos de la misma. Sólo en un par de acercamientos la posibilidad de marcar fue real. Agirretxe, en una de ellas, remató en semifallo tras una incursión por la derecha, quizá la mejor hasta entonces. La posterior fue más clara aún. De la Bella, al borde del descanso, recortó hacia dentro y su tiro con la derecha se marchó rozando el poste. En todo caso, fue poca grieta para un muro tan sólido como el del United.
Hacía falta que el partido se abriera, con el riesgo que ello implicaba. Porque los ingleses, que buscaban el liderato, aceptaron el reto apretando aún más los dientes. Kagawa siguió afilado por la izquierda y puso un balón medido a Chicharito que el mexicano mandó inexplicablemente alto. No satisfecho, Moyes movió fichas y metió artillería aún más potente, sobre todo en el caso de Van Persie. El holandés no tardó ni un minuto en mostrar su categoría y sembrar el pánico entre los defensas realistas. Un palo y un tiro ajustado sirvieron de preludio. Su oportunidad más clara, sin embargo, llegó con un dudoso penalti cometido por Markel sobre Young que mandó al palo con un violento zurdazo.
La Real había salido viva de tanto susto y aún le quedaba algo en la recámara, o eso se pensaba. Y así fue. En la acción más clara para los realistas en todo el partido, Xabi Prieto tiró cruzado y Vela empujó con el pecho, pero la pelota se escapó caprichosa por arriba. Esa era la esperanza de una afición que aún sufrió con un tiro de Valencia sacado bajo palos por Mikel González. El sueño de la Champions queda lejos, casi imposible, pero no caer ante el United de Rooney o Van Persie jamás debe considerarse una derrota. Ese consuelo queda.